Mis sufrimientos los uní a los sufrimientos de Jesús y los ofrecí por mí y por la conversión de las almas que no confiaban en la bondad de Dios. De repente mi celda se llenó de figuras negras, llenas de furia y de odio hacia mí. Una de ellas dijo: Maldita tú y Aquel que está en ti, porque ya empiezas a atormentarnos en el infierno. En cuanto pronuncié: "Y el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros", en seguida esas figuras desaparecieron ruidosamente.
(Diario de Santa Faustina, +323)
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Aquí vemos lo poderosa que es la oración del Ángelus, que contiene esa frase: "Y el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros"
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