PADRE NUESTRO CON MARÍA ANTE LA CRUZ

Padre nuestro

Mira a tu único Hijo, al que enviaste al mundo para rescatarnos, al que enviaste como cordero en medio de lobos. Mira al que es santo, al que es bueno, al que enviaste al mundo a llevar tu misericordia, al que por su sacrificio hemos sido salvados al ser su cuerpo destrozado y crucificado, y su corazón abierto para introducirnos en Él, y así por Él, con Él y en Él hacernos hijos tuyos y poderte llamar Padre.

Que estás en el cielo

Mira su obediencia y su sagrado cuerpo inerte. Mira su entrega y sus manos clavadas. Mira su perseverancia y sus pies unidos al mundo por esta Cruz. Mira su misericordia y su corazón abierto derramando su preciosísima sangre. Mira su amor por Ti, que amándote por sobre todas las cosas te amó hasta el extremo, amando también a los hombres. Mira su humildad y mira su cabeza coronada de burla, de desprecio, de odio. Mira su esperanza, entregándolo todo por nuestra salvación. Y mira cómo se pueden contar todos sus huesos. Mira su fe puesta en tu paternidad, y ten compasión de tus hijos.

Santificado sea tu nombre

Por el Hijo que Tú mismo has santificado y enviado al mundo, para que crean en Él y en que Él es el Hijo de Dios. Al que exaltaste y le otorgaste el nombre que está sobre todo nombre, para que al nombre de Jesús toda rodilla se doble en los cielos, en la tierra y en los abismos, y toda lengua confiese que Jesús es el Señor para la gloria de Dios Padre. 

Venga a nosotros tu Reino, Hágase tu voluntad, en la tierra como en el cielo

Y con tu Hijo resucitado y vivo envíanos a tu Santo Espíritu, para renovar la faz de la tierra. 

Danos hoy nuestro pan de cada día

Mira Señor el pan bajado del cielo, para que quien lo coma no muera.

Está escrito que si uno come de este pan vivirá para siempre, y el pan que tú nos vas a dar es la carne de tu Hijo, para la vida del mundo. Mira cuánto amor nos has tenido para enviarnos a tu Hijo, para poder ser llamados hijos de Dios, que por Él lo somos, pero el mundo no lo reconoció. Mira Señor nuestras miserias, compadécete de nosotros y derrama tu divina providencia sobre nuestras necesidades.

Perdona nuestras ofensas como nosotros perdonamos a los que nos ofenden

Para que, por tu misericordia, seamos dignos de ir a ti. Mira a tu Hijo muerto, para salvar a los que le diste para que cuidara en tu nombre y que no perdió a ninguno, menos al que tenía que perderse, para que se cumpliera la Escritura.

No nos dejes caer en la tentación

Porque nos ha dado tu palabra, y el mundo nos ha odiado, porque no somos del mundo, como tampoco Él es del mundo. No te pido que nos retires del mundo, sino que, por su pasión y su muerte

Líbranos del mal

Y santifícanos en la verdad.

Amén




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