Omnipotente y sempiterno Dios,
he aquí que me acerco al sacramento de tu
unigénito Hijo Jesucristo, Señor nuestro;
me acerco como un enfermo al médico de la vida, como
un inmundo a la fuente de la misericordia, como un ciego a
la luz de la claridad eterna, como un pobre y necesitado al
Señor de cielos y tierra.
Imploro la abundancia de tu infinita generosidad para
que te dignes curar mi enfermedad, lavar mi impureza, iluminar mi ceguera,
remediar mi pobreza y vestir mi desnudez, para que me acerque
a recibir el pan de los ángeles, al rey de reyes y Señor de señores
con tanta reverencia y humildad, con tanta contrición y piedad, con tanta pureza y
fe, y con tal propósito e intención como conviene a la salud de mi alma.
Te pido que me concedas recibir no solo el sacramento
del cuerpo y de la sangre del Señor, sino la gracia y la virtud
de ese sacramento. Oh, Dios benignísimo, concédeme recibir el cuerpo
de tu unigénito Hijo Jesucristo, Señor nuestro,
nacido de la Virgen María, de tal modo que merezca ser incorporado
a su Cuerpo Místico y contado entre sus miembros.
Oh, Padre amantísimo, concédeme contemplar eternamente
a tu querido Hijo, a quien, bajo el velo de la fe,
me propongo recibir ahora. Que vive y reina contigo en la
unidad del Espíritu Santo Dios, por los siglos de los siglos.
Amén.
(Santo Tomás de Aquino)
No hay comentarios:
Publicar un comentario