ADORACIÓN A LAS CINCO LLAGAS


Empezamos con un acto de contrición, por ejemplo:
Señor mío Jesucristo, Dios y hombre verdadero etc...

 A la llaga del pie izquierdo
      Adórote, llaga santísima del pie izquierdo de mi Señor Jesucristo; y por la sangre que por ella derramaste, te suplico, benignísimo señor mío, me concedas una fe viva y perdones los malos pasos y movimientos de mi vida disipada.
Padre nuestro, Ave María y Gloria.

A la llaga del pie derecho
      Adórote, llaga sacratísima del pie derecho de mi Señor Jesucristo, y por el dolor que en ella padeciste, te suplico, dulcísimo Redentor mío, traspases mi alma con el clavo de tu santo temor, concediéndome una firme esperanza y la gracia de andar siempre recto por el camino real de tu santa ley.
 Padre nuestro, Ave María y Gloria.

A la llaga de la mano izquierda
      Adoro, amantísimo Jesús mío, la llaga de tu mano izquierda, y te doy gracias de haberla recibido por mi amor. Concédeme por la sangre que de ella derramaste, una caridad ardiente, y perdóname las ofensas que te hice con mis perversas acciones.
Padre nuestro, Ave María y Gloria.

A la llaga de la mano derecha
      Adoro, pacientísimo Jesús, la llaga santísima de tu mano derecha; y por los tormentos que en ella padeciste por mi amor, te suplico me perdones el mal uso que hice de mis potencias, y me otorgues la gracia de estar en el juicio final a tu mano derecha con los escogidos.
Padre nuestro, Ave María y Gloria.

A la llaga del costado
      Adórote llaga amorosísima del costado de Jesús. ¡Quién pudiese morar siempre en ese Divino Corazón en quien descansan los escogidos! Por la sangre y agua preciosa que salió de ese costado abierto con una lanza por mi amor, y por el agudo dolor que atravesó el Corazón de tu Santísima Madre, concédeme, Señor, la perseverancia final, y penetra mi corazón de los nobles afectos que animaban tu divino Corazón.
Padre nuestro, Ave María y Gloria.






Del Diario de santa Faustina
La Divina Misericordia en mi alma


Oh, Dios mío
Cuando miro hacia el futuro, me atemorizo, Pero ¿por qué sumergirse en el futuro?

Para mi solamente el momento actual es de gran valor,
ya que quizá el futuro nunca llegue a mi alma.
El tiempo que ha pasado no está en mi poder. Cambiar, corregir o agregar,

no pudo hacerlo ningún sabio ni profeta,
así que debo confiar a Dios lo que pertenece al pasado.
Oh momento actual, tú me perteneces por completo,
deseo aprovecharte cuanto pueda, y aunque soy débil y pequeña, 

me concedes la gracia de tu omnipotencia.                   
Por eso, confiando en Tu misericordia, camino por la vida como un niño pequeño

y cada día te ofrezco mi corazón inflamado del amor por Tu mayor gloria.  



EL PURGATORIO
(no olvidemos rezar por las almas del purgatorio)

"Poco después me enfermé.  La querida Madre Superiora me mando de vacaciones junto con otras dos hermanas a Skolimów, muy cerquita de Varsovia.  En aquel tiempo le pregunté a Jesús:  ¿Por quien debo rezar todavía?  Me contestó que la noche siguiente me haría conocer por quien debía rezar.
Vi al Ángel de la Guarda que me dijo seguirlo.  En un momento me encontré en un lugar nebuloso, lleno de fuego y había allí una multitud de almas sufrientes.  Estas almas estaban orando con gran fervor, pero sin eficacia para ellas mismas, solo nosotros podemos ayudarlas.  Las llamas que las quemaban, a mi no me tocaban.  Mi Ángel de la Guarda no me abandonó ni por un solo momento.  Pregunté a estas almas ¿Cuál era su mayor tormento?  Y me contestaron unánimemente que su mayor tormento era la añoranza de Dios, Vi a la Madre de Dios que visitaba a las almas en el Purgatorio, Las almas llaman a Maria “La Estrella del Mar”.  Ella les trae alivio.  Deseaba hablar más con ellas, sin embargo mi Ángel de la Guarda me hizo seña de salir.  Salimos de esa cárcel de sufrimiento.   [Oí una voz interior que me dijo:  Mi misericordia no lo desea, pero la justicia lo exige.   A partir de aquel momento me uno más estrechamente a las almas sufrientes.
(Santa Maria Faustina Kowalska"
DIARIO  La Divina Misericordia en mi alma)


EXPERIENCIA DE SANTA FAUSTINA
Por la noche, apenas me acosté, me dormí, pero si me dormí rápidamente, más rápidamente todavía fui despertada.  Vino a mí un Niño pequeño y me despertó.  Este Niño podía tener cerca de un año y me sorprendí de que hablara muy bien, ya que los niños de esta edad no hablan nada o hablan de manera poco comprensible.  Era indeciblemente bello, parecido al Niño Jesús y me dijo estas palabras:  Mira al cielo.  Y cuando miré al cielo, vi. las estrellas brillantes y la luna.  Ese Niño me preguntó:  ¿Ves la luna y las estrellas?  Contesté que las veía y Él me replicó con estas palabras:  Aquellas estrellas son las almas de los cristianos fieles y la luna son las almas consagradas.  Ves la gran diferencia de luz que hay entre la luna y las estrellas, igual de grande es en el cielo la diferencia entre el alma de un religioso y la de un cristiano fiel.  Y continuó que la verdadera grandeza está en amar a Dios y en la humildad.
Santa Faustina (La Divina Misericordia en mi alma)


ORACIÓN DE SANTA FAUSTINA
Oh Creador y Señor mío, aquí tienes todo mi ser. 
Dispón de mí según Tu divina complacencia y según

Tus designios eternos y Tu misericordia insondable. 
Que cada alma conozca cuan bueno es el Señor;

que ninguna alma tenga miedo de tratar con el Señor,
y que no se excuse de ser indigna y que nunca aplace para después las invitaciones de Dios,
ya que esto no agrada a Dios.
No hay alma mas miserable que yo, como verdaderamente me considero,

y estoy sorprendida de que la Majestad Divina se humille tanto. 
Oh eternidad, me parece que eres demasiado corta para glorificar la infinita misericordia del Señor.
(Santa Faustina, Diario, La Divina Misericordia en mi alma)




POESÍA EN UNA CARTA DE SANTA TERESITA
A SU PADRE, EL SR MARTÍN
25 de agosto de 1885
Querido papaíto: Si estuvieras en Lisieux, deberíamos felicitarte hoy tu santo. Pero, como no estás, quiero igualmente, y más que nunca, desearte en el día de tu santo una gran felicidad, y sobre todo que lo pases muy bien en el viaje. Espero, papaíto querido, que te diviertas mucho y que te guste mucho el viaje. Pienso continuamente en ti, y pido a Dios que te conceda pasarlo bien y que vuelvas pronto con buena salud. Querido papá, para tu santo Paulina me había compuesto unos versos preciosos para que te los recitase el día de tu santo; pero ya que no puedo hacerlo, te los voy a escribir:
FELICITACIÓN DE UNA REINECITA A SU PAPÁ-REY EN EL DÍA DE SU SANTO
Si fuera una palomita, ¿sabes, papá, adónde iría?
En tu pecho, nido y tumba, por siempre me quedaría.
Si fuera una golondrina, estos días de calor, iría a cerrar mis alas a la sombra de tu amor.
Si fuera yo un petirrojo, me estaría en tu jardín.
Con sólo un grano, tu mano me daría un gran festín.
Si fuera yo un ruiseñor, pequeño cantor salvaje, pronto mi bosque dejara por cantar en tu boscaje.
Si yo fuera una estrellita, de noche siempre saldría, y cuando el día se oculta nunca oscuro se te haría.
A través de tu ventana encendiera mil destellos, y nunca me ocultaría sin decirte algo del cielo.
Si fuera yo un angelito, querubín de alas doradas, hacia ti dirigiría, papá, el vuelo de mis alas.
Te mostraría mi Patria en un sueño misterioso; te diría:
«Tras la vida te espera un brillante trono».
Si quisieras alas blancas, te las traería del cielo, y hacia la eterna ribera alzaríamos el vuelo.
Mas no tengo alas brillantes, yo no soy un serafín, soy tan sólo una niñita a la que hay que conducir.
Sólo soy débil aurora, simple capullo de flor, y el rayo que me entreabre es, papá, tu corazón.
Al crecer, veo tu alma repleta del Dios de amor;
tu santo ejemplo me inflama y quiero imitarte yo.
Quiero, Rey mío, en la tierra ser tu alegría mayor: imitarte, padrecito, amar como tú al Señor.
Más tendría que decirte, pero es preciso acabar.
Sonríeme, padre amado, y ven mi frente a besar.
Adiós, queridísimo papá.
Tu Reina que te ama con todo su corazón.
Teresa



CREO EN EL PERDÓN DE LOS PECADOS
------------- Rafael Palmero Ramos ------------
Obispo emérito de Orihuela, Alicante


El SÍMBOLO DE LOS APÓSTOLES profesa la fe en el perdón de los pecados. El mensaje central del perdón de Dios , que recorre las páginas bíblicas desde el principio hasta el final, ha sido incorporado al Credo por la Iglesia con la fórmula: credo in remissionem pecatorum (artículo XI)
Con este artículo del Credo, la Iglesia nos invita a creer como verdad revelada de fe que el pecado tiene perdón; no hay, por tanto, falta alguna por grave que sea, que no pueda perdonar la Iglesia. "No hay nadie tan perverso y culpable que no deba esperar con confianza su perdón siempre que su arrepentimiento sea sincero" (catecismo romano 1,11,5).
Cristo, que ha muerto por todos los hombres, quiere que en su Iglesia estén sempre abiertas las puertas al perdón a cualquiera que vuelva del pecado (cf.Mt 18,21-22)
Ahora bien, el perdón de los pecados no solo lo alcanzó Cristo con su muerte y resurrección, sino que lo quiso prolongar a través de su Iglesia cuando confirió a los apóstoles su poder de perdonar a través de los sacramentos del bautismo y la confesión. A quienes perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos (Jn 20, 22-23)
EL PERDÓN
La iniciativa del perdón es de Dios Padre, que es la fuente de toda misericoridia y perdón. Si nosotros podemos volver a Dios, es porque Dios ha venido primero a nosotros, porque nos ha salvado por la muerte y resurrección de Cristo.
El Espíritu Santo es el que nos mueve a la conversión.
La conversión es algo que acontece en el corazón del hombre, pero que no puede quedar en la interioridad del mismo. La conversión y el arrepentimiento necesitan expresarse, decirse, plasmarse en obras, para, de este modo, reconocer su propia verdad.
El pecador que por sus pecados se alejó de la Iglesia, por la confesión debe manifestar el deseo sincero de volver a ella.
El valor de la confesión está en la conversión que le precede. Podemos decir que la conversión es el elemento central de los actos del penitente.
La confesión no debe reducirse a una mera enumeración de pecados, sino que debe ser a la vez confesión de fe en la misericordia divina.
El sacramento se centra no en el pecado, sino en la conversión y la misericordia de Dios, porque el amor de Dios es más grande que el pecado. No obstante, el reconocimiento del pecado es el punto de partida para la conversión y la reconciliación. Quien no tiene conciencia de pecado no siente necesidad de pedir perdón.
El pecado existe porque existe el poder del mal.


MEDIACIÓN SACRAMENTAL DE LA IGLESIA
Nos encontramos con muchos cristianos que dicen:
"Yo me entiendo directamente con Dios; yo me confieso con Él". Estas expresiones denotan una actitud que considera la mediación eclesial  y sacramental como necesarias para la relación personal con Dios.
El perdón de Dios no es abstracto, etéreo, que cae del cielo, algo descarnado para lo que Dios en último término no necesita ni de la Iglesia ni de los sacramentos.
La esencia del sacramento de la reconciliación es recomponer una amistad rota, y requiere un diálogo, como decía Benedicto XVI, un "diálogo de salvación".
Sólo se considera de verdad perdonado quien tiene la seguridad de que su ofensa fue conocida y valorada por el que perdona. En la dimensión eclesial y sacramental de la celebración del perdón debemos recordar una vez más , que el pecado no es sólo ofensa y separación de Dios, sino también ofensa y separación de la Iglesia.  Por esta mediación eclesial surge la necesidad del diálogo reconciliador entre el pecador y la Iglesia. El penitente ha de explicitar su petición concreta de perdón.
El perdón de Dios, vivido, aceptado y celebrado sacramentalmente se encuentra en la comunión restablecida, en la reconciliación eclesial, en el encuentro con la comunidad eclesial dañada por el pecado.


ROSARIO DE LOS 100 REQUIEM POR LAS ALMAS DEL PURGATORIO


Noviembre es el mes de las almas
del purgatorio.
Las almas del purgatorio esperan con ansia y verdadero anhelo las oraciones de las personas de la tierra para ser liberadas. No hay nada más eficaz que la Misa para aliviarlas y liberarlas pero también podemos sacrificarnos y orar por ellas.

Santa Gema Galgani tenía la santa costumbre de rezar diariamente los 100 réquiems por las almas del purgatorio.

Para hacer este ejercicio existe un rosario específico con 100 cuentas, en lugar de las 50 del rosario común, sin embargo, cada uno puede servirse de un rosario común de cinco decenas, teniendo en cuenta que se debe recorrer dos veces para formar los 100 Réquiem.


Este Rosario se compone por tanto, de 10 decenas, en lugar de las 5 a las que estamos habituados, de ahí que debamos dar dos vueltas a nuestro rosario común.


Se empieza rezando un Padre Nuestro,
en las cuentas grandes se hace la ofrenda:

OFRENDA:
Padre eterno, os ofrecemos la sangre, pasión y muerte de Jesucristo, los dolores de la Santísima Virgen y los de San José, por la remisión de nuestros pecados, la libertad de las almas del Purgatorio y la conversión de los pecadores.

En las cuentas pequeñas se dicen los Réquiem.
REQUIEM: Dadles, Señor, el eterno descanso y haced lucir sobre ellas vuestra eterna luz.

Al final de cada decena, se reza la Jaculatoria: 
JACULATORIA:
Almas santas, almas purgantes, rogad
a Dios por nosotros, que nosotros rogaremos por vosotros para que El os dé la gloria del paraíso.

Acabadas las diez decenas, o sea la centena de Réquiem, habiendo dado dos vueltas completas a nuestro rosario común, se rezará la siguiente oración:


DE PROFUNDIS
Salmo CXXIX de David

Desde el profundo abismo de mis penas
a Ti clamo, Señor, de noche y día;
oye, mi Dios, los incesantes ruegos
de un corazón contrito que se humilla.


Estén gratos y atentos tus oídos
a mi voz lamentable y dolorida:
a Ti mis ayes y gemidos lleguen
pues a escucharlos tu piedad se inclina.


¿Si siempre airado tus divinos ojos
sobre las culpas de los hombres fijas,
quién estará confiado en tu presencia,
confundiéndonos sólo ante tu vista?


Más la eterna palabra de tu seno
que aplaque espero tus terribles iras;
porque son inefables tus promesas
y con tus gracias pecador invitas.


Así aunque mi alma acongojada gime
contemplando el rigor de tu justicia,
por tu palabra la indulgencia espera,
de que la hacen culpas tan indigna.


¡Oh pueblo electo! De mañana y noche,
en todos tus peligros y fatigas,
acógete al Señor con la confianza
que en su ley soberana nos intima.


Porque es inagotable su clemencia;
se muestra con los flacos compasiva;
de todas sus miserias los redime,
y siempre que le claman los auxilia.

Este Dios abrevie el tiempo
en que logre Israel su eterna dicha
cuando de tus pecados la liberte,
que con tanto rigor la tiranizan.


Para finalizar, encomendémonos a las almas del Purgatorio diciendo:
¡Almas benditas! nosotros hemos rogado por vosotros que sois tan amadas de Dios y estáis seguras de no poderlo más perder: rogadle por nosotros miserables que estamos en peligro de condenarnos para siempre.
¡Dulce Jesús, dad descanso eterno a las benditas almas del Purgatorio!





MAGNÍFICAT


Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí;
Su nombre es santo, y su misericordia
llega a sus fieles de generación en generación.
El hace proezas con su brazo;
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes, a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo, acordándose de la misericordia -como lo había prometido a nuestros padres-
en favor de Abrahán y su descendencia por siempre.
Gloria al Padre al Hijo y al Espíritu Santo,
amén.







ORACIÓN PARA ORAR POR LA MAÑANA

Señor, en el silencio de este día que nace,
vengo a pedirte paz, sabiduría y fuerza.
Hoy quiero mirar al mundo con ojos llenos de amor.
Ser paciente, comprensivo, humilde, suave y bueno.
Ver a tus hijos detrás de las apariencias,
como los ves tu mismo,
para así poder apreciar la bondad de cada uno.
Cierra mis oídos a toda murmuración.
Guarda mi lengua de toda maledicencia.
Que sólo los pensamientos que bendigan permanezcan en mi.
Quiero ser tan bienintencionado y bueno
que todos los que se acerquen a mi sientan tu presencia.
Revísteme de tu bondad señor
y haz que en este día yo te refleje.
Amén.


PADRE NUESTRO

Padre nuestro,
que estás en el cielo,
santificado sea tu Nombre;
venga a nosotros tu reino;
hágase tu voluntad
en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día;
perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos
a los que nos ofenden;
no nos dejes caer en la tentación,
y líbranos del mal.
Amén.
VAMOS A OTRA PARTE PARA PREDICAR TAMBIÉN ALLÍ, PUES PARA ESTO HE VENIDO

Que toda alma que busca a Dios sepa que Dios la ha buscado antes. En mi lecho, por la noche, busqué al amor de mi alma. El alma busca al verbo pero el Verbo la buscó antes. Abandonada de sí misma, nuestra alma no sería más que un soplo que se va y no vuelve.
Escuchad las quejas y lamentos de aquella que yerra después de haber perdido el rumbo: Si me extravío como oveja perdida, ven en busca de su siervo, porque no he olvidado tus mandatos. Quieres volver; si dependiera de tu voluntad únicamente, ¿por qué pedirías auxilio? Es evidente que  nuestra alma quiere volver pero no puede.
No es más que uin soplo errante que, por sí solo, nunca volvería. ¿De dónde le viene esta voluntad?
Le viene porque el Verbo la ha visitado y la ha buscado.
Esta búsqueda no ha sido en vano, ya que ha sucitado la voluntad sin la cual no hay retorno posible.
No es suficiente que el alma sea buscada una vez.
La voluntad la tengo, dice san Pablo, pero no acabo de hacer el bien. ¿Qué es lo que pide , pues, el alma en el salmo citado? nada más ser buscada, no insistiría en la búsqueda si no hubiera sido hallada.
(san Bernardo de Clavaral)



CARTA DE SAN RAFAEL ARNAIZ A SU TÍO LEOPOLDO,
DUQUE DE MAQUEDA

¿Cómo no amar a Dios teniendo a María?
Ah hermano, es algo en que el alma se pierde, no comprende, sólo queda un recurso para no enloquecer, y es amar mucho, mucho; vivir arrebatado en amor a María, la Madre de Dios,
la Virgen Santísima llena de gracia.
La que nos ayuda en la aflicción cubriéndonos
con su manto azul.
Refugio de pecadores, la que es esperanza nuestra,
la que en la tierra nos ayuda, para darnos luego en el cielo a su Hijo Jesucristo.
La que es bendita y ensalzada por todos los coros de las milicias celestiales.
Quisiera llenar pliegos,  y pliegos de papel, me has de perdonar mi tosquedad,  también ella me perdona; ve mi intención, como la ve Jesús, y eso me basta.
¡Ah si yo tuviera las palabras y el corazón de David! al mismo tiempo de tener mi fortaleza en Jesús, tendría mis debilidades en María, mi torre murada en Dios, mis consuelos en María...No se, me pierdo, soy muy poca cosa, hermano.



LETRA DE LA HIGUERA, CLAUDIA ARIAS
Un día, como la higuera,
no respondí a tu llamado, mi Señor.
Querías que diera fruto,
un fruto dulce con la esenciade tu amor.
El viñador pidió que no, que no le arranques,
cierto es que fruto no te ha dado, mi Señor,
más, si remuevo hoy su tierra, ahora sí crezca,
confianza tengo, no la arranques, por favor.
Un día, reconocía, que aunque muy bello,
su follaje,no es su fin,
el fruto que da la higuera
es lo que Dios comparte a través de Sí.
El viñador pidió que no, que no le arranques
cierto es que fruto no te ha dado, mi Señor,
y hoy mi vida, yo te pido, no la apartes,
remueve en mí lo que me impide tu amor.
Al viñador pido que no, que no me arranque
cierto es que fruto yo no he dado, mi Señor,
más, si remueves tú mi tierra,ahora sí crezca,
confianza tengo, no me arranques, por favor,
confianza tengo, no me arranques, mi Señor,
confianza tengo, no me arranques, mi Jesús.

ME PESA, SEÑOR, HABERTE OFENDIDO



"Acuérdate, hombre, que eres ceniza, dice Dios;
Acuérdate del pecado que te consumió y del fuego
que te tornó ceniza;
Acuérdate de que para remediar esos males,
hizo Dios por ti lo que hizo.
Para remediar esto, vino Dios y Él mismo fue abrasado
de amor y hecho ceniza, fue trabajado, sudó,
se cansó, fue perseguido y afrentado, crucificado por ti.

Toma la ceniza de Cristo; toma la memoria de su Pasión; acuérdate que el obedeció más al Padre que tú pecaste;
que agradó Él más que desagradaste tú.
Toma la memoria de Jesucristo crucificado;
júntala con agua viva.

No se te pide sino que te sujetes a la Iglesia,
digas a Dios: pequé contra ti, me pesa de haber
ofendido a mi Dios, que eres, Señor,
incomprensible bien.
Él pone los sacramentos,  
pon tú un poco de agua viva de contrición.
¿Cómo no te pesará haber ofendido
a quien se puso por ti en la cruz?"
(San Juan de Ávila)






ORACIÓN PARA IRRADIAR A CRISTO(JOHN HENRY NEWMAN)

ORACIÓN PARA IRRADIAR A CRISTO(JOHN HENRY NEWMAN)

Amado Señor,
Ayúdame a esparcir tu fragancia donde quiera que vaya.
Inunda mi alma de espíritu y vida.
Penetra y posee todo mi ser hasta tal punto que toda mi vida
solo sea una emanación de la tuya.
Brilla a través de mí, y mora en mi de tal manera
que todas las almas que entren en contacto conmigo puedan sentir tu presencia en mi alma.
Haz que me miren y ya no me vean a mí
sino solamente a ti, oh Señor.
Quédate conmigo y entonces comenzaré a brillar como brillas Tú; 
      A brillar para servir de luz a los demás a través de mí.
La luz, oh Señor, irradiará toda de Ti; no de mí; serás Tu,
quien ilumine a los demás a través de mí.
Permíteme pues alabarte de la manera que más te gusta,
brillando para quienes me rodean.
Haz que predique sin predicar, no con palabras sino con mi ejemplo,
por la fuerza contagiosa, por la influencia de lo que hago,
por la evidente plenitud del amor que te tiene mi corazón. Amén.




AL SANTÍSIMO SACRAMENTO
(GERARDO DIEGO)

Entre tantas dudosas certidumbres
 que me mienten, halagan los sentidos,
 Tú, callado y sin nubes, tan desnudo,
 tan transparente de ternura y trigo
 ¿qué me quieres decir -labios sellados-
 desde tu oculto y cándido presidio?
 ¿Qué me destellas, ay, qué me insinúas,
 qué me quieres, Amor, Secreto mío?
 Porque las ondas que abres y propagas
 desde la fresca fuente de tu círculo
 me alcanzan y me anegan, me coronan,
 me ciñen de suavísimos anillos.
 Mas ya sé lo que quieres, lo que buscas.
 Si la Esperanza es prenda de prodigios,
 si el sol de Caridad arde sin tregua,
 lo que pides es Fe, los ojos niños.
 Quererte, sí, y creerte. ¿Tú me esperas?
 ¿Me quieres Tú? ¿De veras que yo existo?
 ¿Tú me crees, Señor? Yo creo y quiero
 creer en Ti, quererte a Ti y contigo.
Sí, mi divino prisionero errante,
 mi voluntario capitán cautivo,
 mi disfrazado amante de imposibles,
 mi cifra donde anida el infinito.
 Sí. Tú eres Tú, te creo y te conozco.
 Ya te aprendí y te sé, paz del Espíritu.
 Prosternarse, humillarse: eso fue todo.
 Deponer, abdicar cetros, designios.
 Por Ti hasta la indigencia, hasta el despojo
 quedarse en puros huesos desvalidos.
 La reina Inteligencia hágase esclava,
 sea la Voluntad sierva de siglos.
 Y queden ahí devueltos, desmontados,
 en su estuche de raso los sentidos.
 Veo y no veo, palpo y nada palpo,
 escucho sordo y flor de ausencia aspiro.
 No hay más que una verdad: Tú, Rey de Reyes.
 Tú, Sacramento, Corpus Christi, Cristo.

Ya me tienes vaciado,
 vacante de fruto y flor,
 desposeído de todo,
 todo para Ti, Señor.
No soy más que tu proyecto,
 tu disponibilidad.
 Lléname de amor y cielo,
 rebósame de piedad.
He enmudecido mi música
 en silencio de tapiz.
 Me negué hasta el claro sueño,
 hasta la misma raíz.
Ven, ruiseñor, a habitarme.
 Hazme cuna de Belén.
 Ven a cantar en mi jaula
 abierta, infinita, ven.

Rosas en el ocaso de la víspera,
 las nubes hoy se han despertado blancas.
 Es ya la aurora bajo palio de oro,
 la gloria teologal de la mañana.
 Deslumbradora nieve en las cortinas
 que descorren dos ángeles de brasa
 y en medio el pecho azul de cielo, abierto
 para dar paso a un Sol que se le salta.
 El Sol, el Sol de Corpus. Cómo vibran
 sus rayos de oro y miel, cómo remansan
 recogiéndose al centro, al hogar íntimo
 donde un Cordero su toisón recama.
Pero ¿qué traslación, qué meteoro
 es éste que me busca, que me abraza?
 Viene por mí, cae hacia mí derecho,
 y en lugar de crecer, cuanto más baja,
 más se aprieta de amor, más se reduce,
 se achica, se cercena, se acompasa,
 hasta inscribirse humilde en la estatura
 del mísero dintel de mi cabaña.
Oh sol que el cielo entero no te ciñe
 y en sus collados últimos derramas
 la unidad de tu ser con brío y luces
 que no saben de eclipses ni distancias.
 Yo no soy digno, no, de contemplarte,
 de encerrarte en mi pecho, torpe casa
 de la abominación, lonja del crimen
 apenas hoy barrida y alfombrada.
 Mas ya el milagro se consuma, y tomo,
 comulgo el Pan de la divina gracia.

No soy digno, no era digno,
 pero ahora un templo soy.
 Ilumínanse mis bóvedas
 y todo temblando estoy.
Esto que vuela en mi bosque
 es un pájaro de luz,
 es una flecha con alas
 desclavada de una cruz.
Y se ahínca en mi madera
 y me embriaga de olor.
 Ya, aunque se disuelva en brisa,
 me quedará el resplandor.
Quédate, fuego, conmigo.
 Espera un instante, así.
 Transparéntame mis huesos.
 No te separes de mí.

Dentro de mí te guardo, oh Certidumbre,
 como el mosto en agraz guarda el racimo.
 Te siento navegando por mis venas
 como la madre mar a sus navíos.
 Dentro de mí, fuera de mí, impregnándome,
 como a la abeja mieles y zumbidos,
 como la luz al fuego o como el suave
 color, calor al reflejar del vidrio.
 Te oigo cantar, orillas de mi lengua,
 florecer en silencio de martirios.
 Dulce y concreto estás en mí encerrado.
 Lo que ignoran los hombres, pajarillos
 lo saben bien, lo rizan, lo gorjean,
 flores lo aroman por los huertos tibios,
 estrellas lo constelan, lo tachonan,
 telegrafían destellando visos,
 ángeles del amor lo vuelan fúlgidos,
 lo velan rumorosos y purísimos.
Tierno y preciso estás, manso y sin prisa,
 dulce y concreto estás, Secreto mío.
 ¿Qué valen todas mis verdades turbias
 ante esa sola, oh Sacramento nítido?
 En Ti y por Ti yo espero y creo y amo,
 en Ti y por Ti, mi Pan, Misterio mío.
ORACION DE CONFIANZA EN EL AMOR DE DIOS,
DE SAN ALFONSO MARIA DE LIGORIO:

¡Oh Jesús mío, mi amor, cuan firme esperanza

me infunde tu Pasión!
¿Cómo puedo temer no alcanzar

el perdón de mis pecados, el paraíso
y todas las gracias que necesito,
si considero que sois el Dios omnipotente
que me dio toda su sangre?
Jesús mío, mi esperanza y mi amor;

Tú, para que yo no me perdiera, quisiste perder tu vida.
Dios y Redentor mío, te amo sobre todo otro bien,
Tú te diste por completo a mí, y yo te doy toda mi voluntad, y con ella repito que yo os amo.
Así quiero exclamar siempre en esta vida, y así quisiera morir, exhalando mi último suspiro con esta hermosa palabra en la boca: Dios mío, para comenzar desde aquel momento un amor continuo a ti, que durará eternamente sin dejar ya nunca de amaros.
Te amo, pues , y porque te amo, me arrepiento sobre otro mal de haberte ofendido tanto.
¡Desgraciado de mí, que por no perder una breve satisfacción preferí perderte a ti, bien infinito!
Este recuerdo me atormenta más que todas las demás penas, pero me consuela el pensar que tendré que vérmelas con tu bondad infinita que no sabe despreciar un corazón que lo ama.
¡Ojalá pudiera morir por ti, que moriste por mi!
Amado Redentor mío, yo espero ciertamente de ti la salvación eterna en la otra vida, y en ésta espero la santa perseverancia  en ti.
Por eso me propongo pedírtela siempre.
Tú, en cambio, por los merecimientos de tu muerte,

dame la perseverancia en pedírtela.
Esto es lo que también pido y espero de ti, Reina mía, María.



CORRECCIÓN FRATERNA
La corrección fraterna ha sido prácticamente una de las primeras formas de examen de conciencia.
La Iglesia se convierte en voz de la conciencia y la comunión con los demás se convierte en experiencia de ser hermanos, hijos de un mismo Padre.
Se puede reprender al hermano cuando el amor es tan real que nos hace sentir que la vida de uno está ligada a la del otro.
Los antiguos monjes enseñan que éste es un gesto de caridad y que se puede hacer cuando el corazón no guarda nigún rencor, ni rabia ni soberbia. La caridad crea la comunión, o más aun, la caridad es comunión y nuestro Dios es la comunión de las Santísimas Personas del Padre,  del Hijo y del Espíritu Santo.
Allí donde se da la comunión de las personas, Dios ha puesto su morada. Cuando dos o tres personas unen su voz en la oración , han superado el egoísmo con sus intereses pequeños y piden lo que beneficia también a los otros.
Tal oración es oída porque está hecha según Dios.
Marko I. Rupnik,SJ


MARÍA, NUESTRA MADRE Y REINA
Dios te salve, Reina y Madre de misericordia
Nuestra confianza en María ha de ser grande, por ser ella la Madre de la misericordia.
María es Reina con su Hijo Jesús.
Habiendo sido exaltada la Virgen María como Madre del Rey de reyes,
con toda razón la santa Iglesia la honra y quiere que sea honrada por todos por el título glorioso de reina.
Si el Hijo es Rey, dice san Atanasio, con toda razón la Madre debe tenerse por Reina y llamarse Reina y Señora. Desde que María, añade san Bernardino se Siena, dio su consentimiento aceptando ser Madre del Verbo eterno, desde ese instante mereció ser la reina del mundo y de todas las criaturas. Si la carne de María, reflexiona san Arnoldo abad, no fue distinta de la de Jesús, ¿cómo puede estar la madre separada del reinado de su hijo? Por lo que debe pensarse que la gloria del reinado no sólo es común entre la Madre y el Hijo, sino que es la misma. Y si Jesús es rey del universo, reina también lo es María. De modo que, dice san Bernardino de Siena, cuantas son las criaturas que sirven a Dios, tantas son las que deben servir a María, ya que los ángeles, los hombres y todas las cosas del cielo y de la tierra, estando sujetas al dominio de Dios, están también sometidas al dominio de la Virgen. Por eso el abad Guérrico, contemplando a la Madre de Dios, le habla así:
“Prosigue, María, prosigue segura con los bienes de tu Hijo, gobierna con toda confianza como reina, madre del rey y su esposa”. Sigue pues, oh María, disponiendo a tu voluntad de los bienes de tu Hijo, pues al ser madre y esposa del rey del mundo, se te debe como reina el imperio sobre todas las criaturas.
(Extracto del libro de san Alfonso María de Ligorio. "Las Glorias de María")

ORACIÓN A LA VIRGEN PARA ALCANZAR UNA BUENA MUERTE


María, dulce refugio de los pecadores,
cuando mi alma esté para dejar este mundo,
Madre mía, por el dolor que sentiste
asistiendo a vuestro Hijo que moría en la cruz,
asísteme también con tu misericordia.
Arroja lejos de mí a los enemigos infernales
y ven a recibir mi alma y presentarla al Juez eterno.
No me abandones, Reina mía.
Tú, después de Jesús, has de ser quien me reconforte en aquel trance.
Ruega a tu amado Hijo que me conceda,
por su bondad, morir abrazado a sus pies
y entregar mi alma dentro de sus santas llagas,
diciendo: Jesús y María,
os doy el corazón y el alma mía.
Amén.
(San Alfonso María de Ligorio)

TE ADORO CON DEVOCIÓN (ADÓRO TE DEVÓTE)

TE ADORO CON DEVOCIÓN (ADÓRO TE DEVÓTE)

 Te adoro con fervor, Deidad oculta
que estás bajo éstas formas escondida
A ti mi corazón se rinde entero
y desfallece todo si te mira.

Se engaña en Ti, la vista, el tacto, el gusto,
mas tu Palabra engendra fe rendida
Cuanto el Hijo de Dios ha dicho, creo,
Pues no hay verdad cual la Verdad Divina.

En la Cruz la Deidad oculta estaba,
Aquí la Humanidad yace escondida,
una y otra, creyendo y confesando,
Yo pido lo que el buen ladrón pedía.

No veo, como vio Tomás, tus llagas,
mas por su Dios te aclama el alma mía;
haz que siempre, Señor, en ti yo crea,
que espere en ti, que te ame sin medida.

Oh memorial de la pasión de Cristo,
oh pan vivo que al hombre das la vida:
concede que de ti viva mi alma,
y guste de tus célicas delicias.

Jesús mío, pelícano piadoso,
 con tu sangre mi pecho impuro limpia,
que de tal sangre una gotita puede
todo el mundo salvar de su malicia.

Jesús, a quien ahora miro oculto,
te ruego des lo que mi pecho ansía:
que a cara descubierta contemplándote,
por siempre goce de tu clara vista. Amén.



FRAGMENTO EXTRAÍDO DE "LAS GLORIAS DE MARÍA"
DE SAN ALFONSO MARÍA DE LIGORIO

Acostumbran los amantes hablar con frecuencia de las personas que aman y alabarlas para cautivar para el objeto de su amor la estima y las alabanzas de los demás. Muy escaso debe ser el amor de quienes se vanaglorian de amar a María, pero después no piensan demasiado en hablar de ella y hacerla amar de los demás. No actúan así los verdaderos amantes de nuestra Señora.
Ellos quieren alabarla sobre todo y verla muy amada por todos. Por eso, siempre que pueden, en público y en privado, tratan de encender en el corazón de todas aquellas benditas llamas de amor a su amada Reina, en las que se sienten inflamados. Para que cada uno se persuada de cuánto importa para su bien y el de los pueblos promover la devoción a María, ayudará escuchar lo que dicen los doctores. Dice san Buenaventura que quienes se afanan en propagar las glorias de María tienen asegurado el paraíso. Y lo confirma Ricardo de San Lorenzo al decir que honrar a esta Reina de los Ángeles es conquistar la vida eterna.
Porque nuestra Señora, la más agradecida, añade el mismo, se empeñará en honrar en la otra vida al que en esta vida no dejó de honrarla. ¿Quién no conoce la promesa de María en favor de los que se dedican a hacerla conocer y amar? La santa Iglesia le hace decir en la fiesta de la Inmaculada Concepción: “Los que me esclarecen, obtendrán la vida eterna” (Eclo 24, 31). “Regocíjate, alma mía –decía san Buenaventura, que tanto se esforzó en pregonar las alabanzas de María–; salta de gozo y alégrate con ella, porque son muchos los bienes preparados para los que la ensalzan”. Y puesto que las sagradas Escrituras, añadía, alaban a María, procuremos siempre celebrar a esta divina Madre con el corazón y con la lengua para que al fin nos lleve al reino de los bienaventurados.
Se lee en las revelaciones de santa Brígida que, acostumbrando el obispo B. Emigdio a comenzar sus predicaciones con alabanzas a María, se le apareció la Virgen a la santa y le dijo: Hazle saber a ese prelado que comienza sus predicaciones alabándome, que yo quiero ser para él una madre, tendrá una santa muerte y yo presentaré su alma al Señor. Y, en efecto, aquel santo murió rezando y con una paz celestial.
A otro religioso dominico, que terminaba sus predicaciones hablando de María, se le apareció en la hora de la muerte, lo defendió del demonio, lo reconfortó y llevó consigo su alma al paraíso. El piadoso Tomás de Kempis presentaba a María recomendando a su Hijo a quienes pregonan sus alabanzas, y diciendo así: “Hijo, apiádate del alma de quien te amó a ti y a mí me alabó”. Por lo que mira al provecho de los fieles, dice san Anselmo que habiendo sido el sacrosanto seno de María el camino del Señor para salvar a los pecadores, no puede ser que al oír las predicaciones sobre María no se conviertan y se salven los pecadores.
Y si es verdadera la sentencia, como yo por verdadera la tengo y lo probaré en el capítulo V, que todas las gracias se dispensan sólo por manos de María y que todos los que se salvan sólo se salvan por mediación de esta divina Madre, se ha de concluir necesariamente que de predicar a María y confiar en su intercesión depende la salvación de todos. Así santificó a Italia san Bernardino de Siena; así convirtió provincias santo Domingo; así san Luis Beltrán en todas sus predicaciones no dejaba de exhortar a la devoción a María; y así tantos y tantos.
El P. Séñeri el joven, célebre misionero, en todas sus misiones predicaba sobre la devoción a María, y a ésta la llamaba su predicación predilecta. Y nosotros (los redentoristas) en nuestras misiones, en que tenemos por regla inviolable el no dejar nunca el sermón de la Señora, podemos atestiguar con toda verdad que ninguna predicación produce tanto provecho y compunción en los pueblos como ésta de la misericordia de María. Digo “de la misericordia de María” porque, como dice san Bernardo: “Alabamos su humildad, admiramos su virginidad, pero a los indigentes les sabe más dulce su misericordia: a la misericordia nos abrazamos con amor, la recordamos con frecuencia y más a menudo la invocamos”.
Por eso dejo para otros describir los grandes privilegios de María, que yo, sobre todo, voy a hablar de su gran compasión y de su poderosa intercesión. Para eso he recogido durante años y con mucho trabajo cuanto he podido de lo que los santos padres y otros célebres escritores han dicho de la misericordia y del poder de María. Y ya que en la excelente oración de la Salve Regina, aprobada por la santa Iglesia y que manda rezar a los clérigos la mayor parte del año, se encuentran descritas maravillosamente la misericordia y el poder de la Virgen santísima, me he propuesto exponer en varios capítulos esta devotísima oración. He creído además hacer algo muy agradable a los devotos de María, añadiéndole lecturas o discursos sobre las fiestas principales y sobre las virtudes de esta divina Madre. Y añadiendo al final las prácticas de devoción más frecuentes usadas por sus devotos y aprobadas por la Iglesia.


OREMOS POR LOS CRISTIANOS PERSEGUIDOS

Padre nuestro, Padre misericordioso y lleno de amor,
mira a tus hijos e hijas que, a causa de la fe, en tu Santo Nombre sufren persecución y discriminación en Irak, Siria, Kenia, Nigeria y tantos lugares del mundo.
Que tu Santo Espíritu les colme con su fuerza en los momentos más difíciles de perseverar en la fe.
Que les haga capaces de perdonar a los que les oprimen.
Que les llene de esperanza para que puedan vivir su fe con alegría y libertad.
Que María, Auxiliadora y Reina de la Paz, interceda por ellos y les guíe por el camino de santidad.
Padre Celestial, que el ejemplo de nuestros hermanos perseguidos aumente nuestro compromiso cristiano, que nos haga más fervorosos y agradecidos por el don de la fe.
Abre, Señor, nuestros corazones para que, con generosidad, sepamos llevarles el apoyo y mostrarles nuestra solidaridad. Te lo pedimos por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.
Pidamos a Dios Padre para que los niños, hombres y mujeres perseguidos por su nombre tengan la certeza de que la Iglesia a la que pertenecen, lejos de abandonarles, es testigo valiente de su dolor ante el mundo.
Que nos dejemos conmover por el sufrimiento de los miles de cristianos perseguidos en todo el mundo y pongamos nuestros talentos y recursos al servicio de sus necesidades reales.
Sabiduría y coraje para levantar la voz ante una comunidad internacional que, por miedo, indiferencia o desánimo, está siendo incapaz de comprometerse frente a la barbarie y el terror.
Una Fe firme que demuestre ante el mundo, con palabras, gestos y hechos, que el Amor es creativo, sanador y reparador.
Que jamás seamos cómplices de la mentira, la indiferencia y el cinismo.
Que no olvidemos a nuestros hermanos no cristianos que hoy también son víctimas del horror de la persecución.
 
EL PURGATORIO
SANTA FAUSTINA KOWALSKA: Visión del Purgatorio: Mientras estaba en Skolimow, casi al final de su Postulantado, Santa Faustina Kowalska le preguntó al Señor por quién mas debía orar y la noche siguiente tuvo esta visión. "Esa noche vi a mi ángel de la Guarda, quien me pidió que lo siguiera. En un momento me vi en un lugar lleno de fuego y de almas sufrientes. Estaban orando fervientemente por si mismas pero no era válido, solamente nosotras podemos ayudarlas. Las llamas que las quemaban no podían tocarme. Mi ángel de la guarda no me dejó sola ni un momento. Yo pregunté a las almas que es lo que mas las hacía sufrir. Ellas me contestaron que era el sentirse abandonadas por Dios...Vi a Nuestra Señora visitando a las almas del Purgatorio, la llamaban Estrella del Mar. Luego mi ángel guardián me pidió que regresáramos, al salir de esta prisión de sufrimiento, escuché la voz interior del Señor que decía: ‘Mi Misericordia no quiere esto, pero lo pide mi Justicia’".
LA EUCARISTÍA
"¡Oh manjar divino, por quien los hijos de los hombres se hacen hijos de Dios y por quién vuestra humanidad se mortifica para que Dios en el ánima permanezca! ¡Oh pan dulcísimo, digno de ser adorado y deseado, que mantienes el ánima y no el vientre; confortas el corazón del hombre y no le cargas el cuerpo; alegras el espíritu y no embotas el entendimiento; con cuya virtud muere nuestra sensualidad, y la voluntad propia es degollada, para que tenga lugar la voluntad divina y pueda obrar en nosotros sin impedimento! ¡ Oh maravillosa bondad que tales mercedes quiso hacer a tan viles gusanillos! ¡Oh maravilloso poder de Dios, que así puso, debajo de especie de pan, su divinidad y humanidad y partirse él en tantas partes, sin padecer él detrimento en sí! ¡ Oh maravilloso saber de Dios, que tan conveniente y tan saludable medio halló para nuestra salud! Convenía, sin duda, que por una comida habíamos perdido la vida, por otra la cobrásemos, y que así como el fruto de un árbol nos destruyó a todos, así el fruto de otro árbol precioso nos reparase a todos. Venid, pues, los amadores de Dios y asentaos a esta mesa (Meditación del beneficio que nos hizo el Señor)". San Juan de Ávila

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