HIMNO EUCARÍSTICO


 Ven, Jesús, mi Salvador

Divino Cordero;

Ven a mí, dulce Señor,

Oh mi Dios, mi amor!

Eres Padre tierno,

Eres buen Pasto

Eres verbo eterno

Nuestro Redentor.


¡Oh de mi esperanza

Dulce galardón!

Te doy alabanza

Y mi corazón.

En Ti siempre espero,

Aumenta mi fe;

Con amor sincero

Te recibiré.

En esta apariencia,

Divino manjar,

Tu santa presencia

Quieres ocultar.

Oh Sabiduría,

Eterno Señor;

Ven en este día

A darme tu amor!

Jesús de mi vida;

Nunca más pecar;

Sólo a Ti rendida,

Mí alma quiere amar.

CUIDADO CON LA MALA TRISTEZA

 


"La tristeza que es según Dios, dice San Pablo, produce una penitencia o enmienda constante para la salvación", pero la tristeza del mundo causa la muerte  (2 Cor 7, 10). Así pues, la tristeza puede ser buena o mala, pero es más mala que buena, esto hizo decir al Sabio: A muchos mató la tristeza y no hay utilidad en ella (Ecles 30, 25), pues para dos arroyos buenos que nacen del manantial de la tristeza, nacen seis malos».

Por eso el demonio hace grandes esfuerzos para producir en nosotros esa mala tristeza y, para conseguir desalentar al alma y desesperarla, intenta antes que nada perturbarla. En esto no necesita hacer grandes esfuerzos para sugerir pretextos: —¿No es bastante motivo para afligirse el haber ofendido la Majestad soberana, haber ultrajado la belleza infinita, haber herido el corazón del más entrañable de los Padres? 

—Si., ciertamente—nos contesta San Francisco de Sales—; preciso es entristecerse, pero con arrepentimiento verdadero y NO con un dolor malhumorado lleno de despecho y de indignación. 

El verdadero arrepentimiento, como todo sentimiento inspirado por el buen Espíritu, es sosegado, pues donde hay perturbación no está el Señor). La tristeza mala turba el alma, la llena de inquietud, le ocasiona temores desordenados, causa disgusto en la oración, aturde y debilita la cabeza, deja el alma sin consejo, sin resolución, sin juicio y sin ánimo, y agosta las fuerzas; es como un invierno riguroso que marchita toda la hermosura de la tierra y aletarga a todos los animales, porque la tristeza quita suavidad al alma y la deja como paralítica y privada de todas sus facultades.

(El arte de aprovechar nuestras faltas, Jose Tissot, Misionero de San Francisco de Sales) 

CONVIÉRTENOS A TI, SEÑOR

Omnipotente Salvador

y Rey de nuestras almas

óyenos.

Danos un vivo dolor de nuestras culpas

y míranos con misericordia.

Conviértenos

y convierte a todos los hombres a ti.

Haz que sea la tierra

un lugar donde florezcan

todas las virtudes

y donde todos los hombres

te adoren y no te ofendan más.

Amén

(Anónimo)

EL REZO DEL SANTO ROSARIO ES MUY EFICAZ PARA LAS ALMAS DEL PURGATORIO


María Simma cuenta cómo el rezo del Rosario es poderoso para liberar Almas del Purgatorio:

“Un día estaba sentada, comenzando a rezar el rosario, cuando tuve que salirun momento de la habitación y dejé el rosario sobre la silla. Al regresar el rosario estaba sobre la mesa, anudado de modo increíble, y no podía desatarlo.  Comprendí que había sido Satanás, que no quiere que rece el rosario por las almas pues el rosario, después de la misa, es la oración más eficaz". 

"Un día de 1950, subí al último coche del  tren. El tren estaba totalmente lleno, pero en ese coche solo había una señora. Ella sacó su rosario del bolsillo y me dijo si podía rezar el rosario con ella. Yo acepté. Entonces, pensé: Si esto se lo dice a todos los que entren aquí, se va aquedar sola. Cuando terminamos, me dijo: Demos gracias al Señor. Y desapareció. Así me encontré sola en un coche del tren en un día en que estaba totalmente lleno. Yo, en ningún momento, había sospechado que se tratara de un alma del purgatorio hasta que desapareció “.

Amemos a María y pidamos su intercesión por las almas de todos los difuntos, incluidos los más olvidados y abandonados. Para quienes rezan por las almas benditas, Ella tendrá una misericordia especial también después de su muerte.

(Más allá de la muerte, P. Ángel Peña O.A.R.)

ORACIÓN PREPARATORIA PARA COMULGAR


Tú, Señor, que no permitiste a Moisés que se acercara al lugar santificado por tu adorable presencia en la montaña de Horeb sin quitarse el calzado de sus pies;

Tú, que consumiste con espantoso fuego a los que se atrevieron a tocar el Arca de la Alianza; Tú que cubriste con terribles rayos y torbellinos las cumbres del Sinaí para hablar a tu pueblo y darle tu ley, ¿me permites acercarme a tu altar para recibir el Cuerpo augusto de tu Divino Hijo, cuando yo no he correspondido a tus beneficios sino con una continuada ingratitud y constante desprecio de tus mandamientos?

¡Cuan grande es, Señor, tu misericordia! Y Tú, adorable Salvador mío, ¿Tú vienes a mí, tan indigno como soy de estar en tu presencia? ¡Ah cómo debiera presentarme aquí para comer el pan de la vida eterna, sino adornado de todas las virtudes y penetrado del más profundo dolor de haberte ofendido!. ¿qué ofrenda puedo presentarte si solo tengo un corazón inclinado al mal, sujeto a las pasiones y víctima infeliz de todos los desórdenes?

"No, no soy digno de que entres en mi pobre morada; di una sola palabra, y mi alma sanará, pero, Señor, Tú sales a mi encuentro; tu amor infinito te impulsa a venir hacia mí, te apresuras a entrar en mi corazón: ¿qué puedo hacer a la vista de semejante amor? humillarme en tu presencia, confesarte mi miseria, la indignidad de mi alma; rogarte olvides enteramente mis extravíos, volar, en fin, a tu mesa sagrada a repetir constantemente con el Centurión: "Señor, yo no soy digno de que entres en mi casa, pero una palabra tuya bastará para sanarme."

(Corona Católica, José de la Cruz Pacheco)

ORACIÓN POR LAS FAMILIAS (Santa Teresa de Calcuta)

 


 Padre celestial, Tú nos has dado un modelo de

vida en la sagrada Familia de Nazaret. Ayúdanos,

Padre amado, a hacer de nuestras familias otro

Nazaret, donde reinen el amor, la paz y la alegría.

Que nuestras familias sean profundamente

contemplativas, intensamente eucarísticas, y

vibrantes en la alegría.

Ayúdanos a permanecer unidos por la oración en

familia en los momentos de gozo y de dolor.

Enséñanos a ver a Jesucristo en los miembros de

nuestra familia, especialmente en sus dificultades

y angustias.

Haz que el corazón de Jesús Eucaristía haga

nuestros corazones mansos y humildes como el

suyo, y ayúdanos a sobrellevar las obligaciones

familiares de una manera santa.

Haz que nos amemos más y más, unos a otros,

cada día, como Tú nos amas a cada uno, y a

perdonarnos mutuamente nuestras faltas, como

Tú perdonas nuestros pecados.

Ayúdanos, Padre amado, a recibir todo lo que nos

das y a dar todo lo que quieres recibir en los

miembros de nuestra familia, 

con una gran sonrisa.

Inmaculado Corazón de María, causa de nuestra

alegría, ruega por nosotros.

Santos ángeles de la Guarda, permanezcan a

nuestro lado, guíenos y protéjanos. Amén.

ACCIÓN DE GRACIAS


 

Te doy gracias, Señor, de todo corazón, 

por tu misericordia y tu fidelidad, 

porque tu promesa supera a tu fama. 

Me hablaron de Ti, Dios mío, 

me dijeron que eres digno de confianza, 

y nos has defraudado mi esperanza, 

colmada de tus dones. 

Te doy gracias, Señor, de todo corazón, 

porque, al cabo de los años, 

Tú has desbordado mis deseos, 

Dios desconcertante y fiel. 

Ha sido necesario un largo camino, 

pasar por momentos de oscuridad, 

creer en el amor, a pesar de todo, 

para recoger ahora tus frutos. 

No los cambiaré por nada, 

los celebraré con mis hermanos en la fe, 

en la Eucaristía de la Iglesia, 

alabando tu nombre, Dios de mi historia. 

El Señor es grande, 

se ha fijado en mi pequeñez 

y ha desbaratado mi orgullo. 

Frutos de ternura en mi corazón, 

más fuerte que todos los golpes de la vida, 

frutos de agradecimiento y humildad, 

capaces de humillar 

la inteligencia de los poderosos. 

¿Cómo lo has hecho, Dios mío? 

No sé ni me importa. 

Mi corazón exulta; 

que todas tus criaturas te canten, Señor, 

tu magnificencia y tu gloria. 

Sólo sé que el Señor completará 

sus favores conmigo. 

Tu misericordia es eterna, Padre, 

y no abandonarás la obra de tus manos. 

(Inspirado en el Salmo 138)

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