𝐂𝐎𝐑𝐎𝐍𝐈𝐋𝐋𝐀 𝐃𝐄 𝐋𝐎𝐒 𝐂𝐈𝐄𝐍 𝐑É𝐐𝐔𝐈𝐄𝐌 𝐏𝐎𝐑 𝐋𝐀𝐒 𝐀𝐋𝐌𝐀𝐒 𝐃𝐄𝐋 𝐏𝐔𝐑𝐆𝐀𝐓𝐎𝐑𝐈𝐎 𝐌𝐄𝐃𝐈𝐓𝐀𝐍𝐃𝐎 𝐋𝐀 𝐏𝐀𝐒𝐈Ó𝐍 𝐃𝐄 𝐂𝐑𝐈𝐒𝐓𝐎



La beata Ana María Taigi era devotísima de las almas del Purgatorio y rezaba los cien réquiem de esta manera.
Para hacer este ejercicio, cada uno puede servirse de un rosario común de cinco decenas, recorriéndolo
dos veces para formar las diez decenas, o sea la centena de Réquiem.

En el nombre de Padre, del Hijo y del Espíritu Santo Amén
Te ofrezco, mi adorado Jesús, en ayuda de las almas del Purgatorio, los méritos de tus padecimientos y
dolores sufridos por nuestra redención. 


Te ofrezco, mi adorado Jesús, la sangre que trasudó de tu cuerpo por la tristeza y la angustia que te asaltó en Getsemaní.
Dadles, Señor, el eterno descanso y brille para ellas la luz perpetua. (10 veces)
Jaculatoria:
Almas santas, almas del Purgatorio, orad a Dios por nosotros, que nosotros pediremos al Padre que les dé la gloria del Paraíso.


Te ofrezco, mi adorable Jesús, por las almas del Purgatorio, la inmensa aflicción que te oprimió el
corazón al ver que Judas, discípulo tuyo, por Ti amado y favorecido, se hizo perseguidor, y con un beso
sacrílego te traicionó para entregarte en manos de crueles enemigos.
Dadles, Señor, el eterno descanso...(10 veces)
Jaculatoria:
Almas santas, almas del Purgatorio, Orad a Dios por nosotros...


Te ofrezco, mi adorado Jesús, por las almas del Purgatorio, la admirable paciencia con la que soportaste
tantos ultrajes de esa vil soldadesca que te condujo de Anás a Caifás, de Pilato a Herodes, el cual para
mayor desprecio, te impuso la vestidura de los locos, entre las burlas y los agravios del pueblo, y te
envió al gobernador romano.
Dadles, Señor, el eterno descanso...(10 veces)
Jaculatoria:
Almas santas, almas del Purgatorio, Orad a Dios por nosotros...


Te ofrezco, mi adorable Jesús, por las almas del Purgatorio, la amargura que turbó tu espíritu cuando
por los judíos fuiste pospuesto por Barrabás, sedicioso y homicida. Luego atado a la columna, Tú, el
inocente y el justo, fuiste golpeado con innumerables azotes, sin piedad alguna.
Dadles, Señor, el eterno descanso...(10 veces)
Jaculatoria:
Almas santas, almas del Purgatorio, Orad a Dios por nosotros...


Te ofrezco, mi adorado Jesús, por las almas del Purgatorio, la humillación que toleraste, cuando, para
tratarte como falso rey, pusieron sobre tus hombros un manto de púrpura, te dieron por cetro una caña,
y ciñeron tu cabeza con la corona de espinas, y así Pilatos te presentó al pueblo diciendo: “¡He aquí al
Hombre!”
Dadles, Señor, el eterno descanso...(10 veces)
Jaculatoria:
Almas santas, almas del Purgatorio, Orad a Dios por nosotros...


Te ofrezco, mi adorable Jesús, por las almas del Purgatorio, la piadosa compasión y el dolor profundo
que sentiste cuando, con tanta violencia, fuiste separado de tu amadísima madre, que había venido a
encontrarte y abrazarte.
Dadles, Señor, el eterno descanso...(10 veces)
Jaculatoria:
Almas santas, almas del Purgatorio, Orad a Dios por nosotros...


Te ofrezco, adorado Jesús mío, por las almas del Purgatorio, los inauditos tormentos padecidos cuando,
extendido sobre la cruz tu ensangrentado cuerpo, fuiste horriblemente traspasado por clavos en las
manos y en los pies, y elevado en el ignominioso patíbulo.
Dadles, Señor, el eterno descanso...(10 veces)
Jaculatoria:
Almas santas, almas del Purgatorio, Orad a Dios por nosotros...


Te ofrezco, mi adorado Jesús, por las almas del Purgatorio, la ardiente sed que padeciste en este tiempo
de Calvario, sed de agua, pero también de almas que calmen tan cruel agonía y por la cual recibes tan
solo vinagre e ingratitudes.
Dadles, Señor, el eterno descanso...(10 veces)
Jaculatoria:
Almas santas, almas del Purgatorio, Orad a Dios por nosotros...



Te ofrezco, mi adorado Jesús, por las almas del Purgatorio, las angustias y las penas que durante tres
horas continuas soportaste suspendido de la cruz, y las contracciones que sufriste en todos tus
miembros, acrecentadas por la presencia de tu dolorida madre, testigo de semejante desgarradora
agonía.
Dadles, Señor, el eterno descanso...(10 veces)
Jaculatoria:
Almas santas, almas del Purgatorio, Orad a Dios por nosotros...



Te ofrezco, mi adorado Jesús, por las almas del Purgatorio, la desolación que oprimió a la Virgen
Santísima asistiendo a tu muerte, y el pesar de su tierno corazón, acogiéndote exánime entre sus brazos
cuando fuiste bajado de la cruz.
Dadles, Señor, el eterno descanso...(10 veces)
Jaculatoria:
Almas santas, almas del Purgatorio, Orad a Dios por nosotros...

DE PROFUNDIS  
SALMO 130 DE DAVID
Desde el profundo abismo de mis penas  
a Ti clamo, Señor, de noche y día;  
oye, mi Dios, los incesantes ruegos  
de un corazón contrito que se humilla.
Estén gratos y atentos tus oídos  
a mi voz lamentable y dolorida:  
a Ti mis ayes y gemidos lleguen  
pues a escucharlos tu piedad se inclina.
¿Si siempre airado tus divinos ojos  
sobre las culpas de los hombres fijas,  
quién estará confiado en tu presencia,  
confundiéndonos sólo ante tu vista?
Más la eterna palabra de tu seno  
que aplaque espero tus terribles iras;  
porque son inefables tus promesas  
y con tus gracias pecador invitas.
Así aunque mi alma acongojada gime  
contemplando el rigor de tu justicia,  
por tu palabra la indulgencia espera,  
de que la hacen culpas tan indigna.
¡Oh pueblo electo! De mañana y noche,  
en todos tus peligros y fatigas,  
acógete al Señor con la confianza  
que en su ley soberana nos intima.
Porque es inagotable su clemencia;  
se muestra con los flacos compasiva;  
de todas sus miserias los redime,  
y siempre que le claman los auxilia.
Este Dios abrevie el tiempo  
en que logre Israel su eterna dicha  
cuando de tus pecados la liberte,  
que con tanto rigor la tiranizan.

Encomendémonos ahora a las almas del Purgatorio y digamos:
¡Almas benditas! nosotros hemos rogado por ustedes que son tan amadas de Dios y están seguras de no
poderlo más perder: rueguen por nosotros miserables que estamos en peligro de condenarnos para
siempre.
¡Dulce Jesús, dales descanso eterno a las benditas almas del Purgatorio!



ORACIÓN A JESÚS EUCARISTÍA



Os adoro Jesús mío, 
en el Santísimo Sacramento del Altar.
Sois al mismo que un día sacrificó por mi
su vida divina en la cruz, y ahora, por amor mío,
también estáis encerrado en el tabernáculo
como en una prisión de amor.
No quiero ya separarme de vuestros pies,
quiero visitaros con frecuencia.
Vuestra presencia me dará fuerzas para 
desprenderme de todo afecto que no sea para Vos.
Vuestra proximidad me recordará la obligación
que tengo de amaros y de recurrir siempre a Vos
y quiero recibiros con frecuencia en la comunión,
para amaros cada vez más y unirme cada día
más íntimamente a Vos, amado Salvador mío.
Os amo, ¡Oh Dios escondido en la Eucaristía!
Por mi amor os quedáis siempre en ese Altar.
Por amor vuestro quiero estar siempre a vuestro lado,
quiero que me tenga aquí clavado vuestro amor.
Así, Jesús mío y todo mío, estaremos, como espero,
siempre juntos, durante mi vida en esta casa
y durante la eternidad en el paraíso.
¡Oh María, Madre mía, rogad a Jesús por mi,
y alcanzadme un gran amor al Santísimo Sacramento!
Amén.
(San Alfonso María de Ligorio, "Jesús Eucaristía")

ORACIÓN DE CADA MIÉRCOLES A SAN JOSÉ, CUSTODIO DE JESÚS

San José, ruega a Jesús que venga a mi corazón y lo inflame de caridad.
San José, ruega a Jesús que venga a mi inteligencia y la ilumine.
San José, ruega a Jesús que venga a mi voluntad y la fortalezca.
San José, ruega a Jesús que venga a mis pensamientos y los purifique.
San José, ruega a Jesús que venga a mis afectos y los ordene.
San José, ruega a Jesús que venga a mis deseos y los dirija.
San José, ruega a Jesús que venga a mis acciones y las bendiga.
San José haz que Jesús me done su Santo Amor.
San José haz que Jesús me done la imitación de sus virtudes.
San José haz que Jesús me done la verdadera humildad de espíritu.
San José haz que Jesús me done la paz del alma.
San José que Jesús me done el santo temor de Dios.
San José que Jesús me done el deseo de la perfección.
San José haz que Jesús me done la dulzura de carácter.
San José  que Jesús me done un corazón puro y caritativo.
San José haz que Jesús me done la gracia de soportar con paciencia los sufrimientos de la vida.
San José, por el amor que le diste a Jesús ayúdame a amarlo de verdad.
San José, recíbeme y protégeme como tu fiel devoto.
San José, yo me pongo en tus manos, acéptame y socórreme.
San José, no me abandones en la hora de mi muerte.
Amén

San José, ruega por nosotros!


HOY PARA RONDAR LA PUERTA (Poesía de Lope de Vega)

Hoy, para rondar la puerta
de vuestro santo costado,
Señor, un alma ha llegado
de amores de un muerto muerta.

Asomad el corazón,
Cristo, a esa dulce ventana,
oiréis de mi voz humana
una divina canción.

Cuando de Egipto salí
y el mar del mundo pasé,
dulces versos os canté,
mil alabanzas os di.

Mas ahora que en Vos veo
la tierra de promisión,
deciros una canción,
que os enamore, deseo.

Muerto estáis, por eso os pido
el corazón descubierto:
para perdonar, despierto;
para castigar, dormido.

Si decís que está velando,
cuando Vos estáis durmiendo,
¿quién duda que estáis oyendo
a quien os canta llorando?

Y aunque él se duerma, Señor,
el amor vive despierto,
que no es el amor el muerto,
Vos sois el muerto de amor.

Que si la lanza, mi Dios,
el corazón pudo herir,
no pudo el amor morir,
que es tan vida como Vos.

Corazón, de mi esperanza
la puerta tenéis estrecha,
que a otros pintan con flecha
y a Vos os pintan con lanza.

Mas porque la lanza os cuadre,
un enamorado dijo
que, a no haber puerta en el Hijo,
¿por dónde se entrara el Padre?

Anduve de puerta en puerta,
cuando a vos no me atreví;
pero en ninguna pedí
que la hallase tan abierta.

Pues como abierto os he visto,
a Dios quise entrar por Vos,
que nadie se atreve a Dios
sin poner delante a Cristo.

Y aun Ese lleno de heridas,
porque sienta el Padre Eterno
que os cuestan, Cordero tierno,
tanta sangre nuestras vidas.

Vuestra Madre fue mi estrella,
que, siendo huerto cerrado,
a vuestro abierto costado
todos llegamos por Ella.

Ya con ansias del amor
que ese costado me muestra,
para ser estampa vuestra
quiero abrazaros, Señor.

La cabeza imaginé
defendieran las espinas,
y hallé mil flores divinas
con que el desmayo pasé.

Porque ya son mis amores
tan puros y ardientes rayos
que me han de matar desmayos,
si no me cubrís de flores.

Cuando a mi puerta salí
a veros, Esposo mío,
coronada de rocío
toda la cabeza os vi.

Mas hoy que a la vuestra llego,
con tanta sangre salís
que parece que decís:
"Socórreme, que me anego".

Ya voy a vuestros abrazos,
puesto que descalza estoy;
bañada en lágrimas voy;
desclavad, Jesús, los brazos.


LOS HOMOSEXUALES MERECEN SABER LA VERDAD


La pastoral con personas homosexuales debe basarse en la verdad del Evangelio,  señaló el Cardenal Robert Sarah, Prefecto de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos.
“La Iglesia Católica ha sido criticada por muchos, incluyendo algunos de sus propios seguidores, por su respuesta pastoral a la comunidad LGBT. 
A los solteros, sin importar sus atracciones, sin importar sus inclinaciones sexuales,  se les llama a la castidad, y la fiel castidad requiere la abstención del sexo, esto puede parecer un estándar alto, especialmente hoy en día. Sin embargo, sería contrario a la sabiduría y la bondad de Cristo exigir algo que no se puede lograr”.
“Jesús nos llama a esta virtud porque Él ha hecho nuestros corazones para la pureza, así como él ha hecho nuestras mentes para la verdad. Con la gracia de Dios y nuestra perseverancia, la castidad no sólo es posible, sino que también será la fuente de la verdadera libertad”.
"No se necesita “mirar muy lejos para ver las tristes consecuencias del rechazo al plan de Dios para la intimidad y el amor humanos. La liberación sexual que el mundo promueve no cumple su promesa”, señaló.
“Más bien, la promiscuidad es la causa de tanto sufrimiento innecesario, de corazones rotos, de soledad y del tratamiento a los demás como medios para la satisfacción sexual. Como Madre, la Iglesia busca proteger a sus hijos del daño del pecado, como expresión de su caridad pastoral”.
En ese sentido, “en su enseñanza sobre la homosexualidad”, la Iglesia guía a los fieles a distinguir entre sus atracciones y sus acciones, porque no es lo mismo sentir una inclinación homosexual , que llevarla la práctica. Primero están las personas mismas, que son siempre buenas porque son hijos de Dios. Luego hay las atracciones del mismo sexo, que no son pecaminosas si no son deseadas o actuadas, finalmente están las relaciones del mismo sexo, que son gravemente pecaminosas y perjudiciales para el bienestar de los que participan en ellas. Las personas que se identifican como miembros de la comunidad LGBT se deben a esta verdad en la caridad, especialmente de parte de los clérigos que hablan en nombre de la iglesia sobre este tema complejo y difícil”, advirtió.
La autoridad vaticana aseguró sus oraciones para que “el mundo finalmente oiga las voces de los cristianos que experimentan las atracciones del mismo sexo y que han descubierto la paz y la alegría al vivir la verdad del Evangelio”.
Entre estos recuerda a Daniel Mattson, autor del libro "¿Por qué no me llamo gay?: cómo recuperé mi realidad sexual y encontré la paz" y cuyo prólogo fue escrito por el Cardenal Sarah.
El Purpurado señaló que estas personas “testifican del poder de la gracia, de la nobleza y de la resiliencia del corazón humano, y de la verdad de la enseñanza de la Iglesia sobre la homosexualidad”.
“En muchos casos han vivido aparte del Evangelio por un tiempo, pero han sido reconciliados con Cristo y su Iglesia. Sus vidas no son fáciles. Sus inclinaciones del mismo sexo no han sido vencidas. Pero han descubierto la belleza de la castidad y de las castas amistades”.
En ese sentido, señaló que “su ejemplo merece respeto y atención, porque tienen mucho que enseñarnos a todos sobre cómo acoger mejor y acompañar a nuestros hermanos y hermanas en una auténtica caridad pastoral”.
(Aciprensa)

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