LA SONRISA DE LA VIRGEN






Un domingo , Mi hermana María salió al jardín, dejándome con Leonia, que estaba leyendo al lado de la ventana.
Al cabo de unos minutos, me puse a llamar muy bajito: «Mamá... mamá». Leonia, acostumbrada como estaba a oírme llamar siempre así, no me hizo caso.

Aquello duró un largo rato. Entonces llamé más fuerte, y, por fin, volvió María. La vi perfectamente entrar, pero no podía decir que la reconociera, y seguí llamando, cada vez más fuerte:
«Mamá...» Sufría mucho con aquella lucha forzada e inexplicable, y María sufría quizás todavía más que yo. Tras esforzarse inútilmente por hacerme ver que estaba allí a mi lado, se puso de rodillas junto a mi cama con Leonia y Celina. Luego, volviéndose hacia la Santísima Virgen e invocándola con el fervor de una madre que pide la vida de su hija, María alcanzó lo que deseaba...

También la pobre Teresita, al no encontrar ninguna ayuda en la tierra, se había vuelto hacia su Madre del cielo y le pedía con toda su alma que tuviese por fin piedad de ella... De repente, la Santísima Virgen me pareció hermosa, tan hermosa, que yo nunca había visto nada tan bello. Su rostro respiraba una bondad y una ternura inefables.

Pero lo que me caló hasta el fondo del alma fue la «encantadora sonrisa de la Santísima Virgen».
En aquel momento, todas mis penas se disiparon. Dos gruesas lágrimas brotaron de mis párpados y se deslizaron silenciosamente por mis mejillas, pero eran lágrimas de alegría sin mezcla de ninguna clase... ¡La Santísima Virgen, pensé, me ha sonreído! ¡Qué feliz soy...! Sí, pero no se lo diré nunca a nadie, porque entonces desaparecería mi felicidad.

Bajé los ojos sin esfuerzo y vi a María que me miraba con amor. Se la veía emocionada, y parecía sospechar la merced que la Santísima Virgen me había concedido... Precisamente a ella, a sus súplicas conmovedoras, debía yo la gracia de la sonrisa de la Reina de los cielos. Al ver mi mirada fija en la Santísima Virgen, pensó: «¡Teresa está curada!»

Sí, la florecita iba a renacer a la vida. El rayo luminoso que la había reanimado ya nunca detendría sus favores. No actuó de golpe, sino que lentamente, suavemente fue levantando a su flor y la fortaleció de tal suerte, que cinco años más tarde abría sus pétalos en la fértil montaña del Carmelo.

(Historia de un alma, Autobiografía de santa Teresita)


ROSARIO (O CORONILLA) DE  LAS SANTAS LLAGAS



Promesas reveladas a sor María Marta Chambón  para quien medite y propague la devoción de las Santas y Gloriosas LLagas de Nuestro Señor Jesucristo:

1. Con cada palabra que se pronuncie en el Rosario de las Santas Llagas, dejaré que una gota de Mi Sangre caiga sobre el alma de un pecador.

2. Cada vez que se ofrezcan a Mi Padre los méritos de Mis Divinas Llagas, ganaréis inmensas gracias.


3. Las almas que hayan contemplado y honrado Mi Corona de espinas en la tierra, serán mi Corona de Gloria en el Cielo.


4. Concederé todo lo que se Me pida por medio de la invocación de Mis Santas Llagas. Todo lo obtendréis porque es a través de los méritos de mi Preciosísima Sangre, que es infinito. Con Mis Llagas y Mi Divino Corazón lo podéis obtener todo.

5. De mis Llagas proceden frutos de santidad. Como el oro purificado en el crisol se vuelve más hermoso, así pondréis vuestras almas y las de vuestros seres queridos en Mis Llagas Sagradas. Allí se perfeccionarán como el oro en el crisol. Siempre os podréis purificar en Mis Llagas.


6. Mis Llagas repararán las vuestras. Mis Llagas cubrirán todas vuestras faltas. Aquellos que las honren tendrán un verdadero conocimiento de Jesucristo. Meditando sobre ellas siempre encontraréis un Amor nuevo. Mis Llagas taparán todos vuestros pecados.


7. Meted vuestras acciones en Mis Llagas y serán de gran valor. Todas vuestras acciones, incluso la más pequeña, empapada en Mi Sangre, adquirirá sólo con ella un mérito infinito y complacerá a Mi Corazón.


8. Ofreciendo mis Llagas por la conversión de los pecadores, aunque los pecadores no se conviertan, tendréis los mismos méritos ante Dios que si lo hiciesen.


9. Cuando tengáis algún problema, algún sufrimiento, ponedlo rápidamente en Mis Llagas y el dolor será aliviado.


10. Esta aspiración deberá repetirse a menudo cerca de los enfermos; “Jesús mío, perdón y misericordia por los méritos de tus Santas Llagas”. Esta oración calmará el alma y el cuerpo.


11. Un pecador que diga la siguiente oración obtendrá la conversión: “Padre Eterno, os ofrezco las Llagas de Nuestro Señor Jesucristo para sanar las de nuestras almas”.


12. No habrá muerte para el alma que expire en Mis Llagas; ellas dan la verdadera vida.


13. Este Misterio es un cortafuegos de Mi Justicia; 


14. Aquellos que recen con humildad y mediten sobre Mi Pasión, participarán un día en la Gloria de Mis Divinas Llagas.


15. Cuanto más contempléis Mis Dolorosas Llagas en esta Tierra, más alta será vuestra contemplación en el Cielo


16. El alma que en vida haya honrado las Llagas de Nuestro Señor Jesucristo y las haya ofrecido al Padre Eterno por las almas del Purgatorio, estará acompañada en el momento de su muerte por la Santísima Virgen y los Ángeles; y Nuestro Señor en la Cruz, en Su esplendente Gloria, la recibirá y coronará.

17. Las invocaciones a las Santas Llagas obtendrán una incesante victoria para la Iglesia.

FORMA DE REZAR EL ROSARIO (O CORONILLA) DE LAS SANTAS LLAGAS:
Se usa un Rosario normal, acompañando la oración vocal con la meditación. Lo ideal es rezarlo ante algún crucifijo que inspire más devoción para que lo contemples y beses la llaga correspondiente.

Por la señal de la Santa Cruz, de nuestro enemigos líbranos Señor, Dios nuestro. En el nombre del Padre y del hijo y del Espíritu Santo. Amén.


Acto de contrición:

V.- Oh Jesús, Redentor Divino, sed misericordioso con nosotros y con el mundo entero.
R.- Amén
V.-  Santo Dios, Santo Fuerte, Santo Inmortal, tened misericordia de nosotros y del mundo entero.
R.- Amén
V.- Gracia y misericordia, Jesús mío; en los peligros presentes, cubridnos con vuestra preciosa sangre.
R.- Amén
V.- Padre Eterno, muéstranos tu misericordia por la Sangre de tu querido Hijo, Jesucristo; te lo suplicamos, muéstranos tu misericordia.
R.- Amén.

En lugar de los misterios del Rosario se reza lo siguiente:

1ª LLAGAS DE LOS PIES:
Señor mío crucificado, adoro las Sagradas Llagas de tus pies. Por el dolor que en ellas sufriste y por la sangre que derramaste, concédeme la gracia de evitar el pecado y de seguir constantemente, hasta el fin de mi vida, el camino de las virtudes cristianas.
Te ofrezco estas llagas por los cristianos perseguidos etc...(petición personal)


En la cuenta grande del Padre Nuestro, se reza:
V. Eterno Padre, yo te ofrezco las Llagas de Nuestro Señor Jesucristo.
R. Para que cures las llagas de nuestras almas.
En las diez cuentas del Avemaría, se reza:
V. Jesús mío, piedad y misericordia.
R. Por los méritos de tus santas llagas.

2ª LLAGA DEL SAGRADO COSTADO:
Señor mío crucificado, adoro la llaga de tu sagrado costado. Por la sangre, que en ella derramaste, te ruego enciendas en mi corazón el fuego de tu divino amor y me concedas la gracia de amarte por toda la eternidad.
Te ofrezco esta Sagrada LLaga por las almas del purgatorio etc...(petición personal)


En la cuenta grande del Padre Nuestro, se reza:
V. Eterno Padre, yo te ofrezco las Llagas de Nuestro Señor Jesucristo.
R. Para que cures las llagas de nuestras almas.
En las diez cuentas del Avemaría, se reza:
V. Jesús mío, piedad y misericordia.
R. Por los méritos de tus santas llagas.

3ª LLAGA DE LA MANO IZQUIERDA:
Señor mío crucificado, adoro la llaga sagrada de tu mano izquierda. Por el dolor que sufriste y la sangre que derramaste, te ruego que no me encuentre a tu izquierda con los condenados en el día del juicio final.
Te ofrezco esta llaga por las vocaciones, los sacerdotes etc...(petición personal)


En la cuenta grande del Padre Nuestro, se reza:
V. Eterno Padre, yo te ofrezco las Llagas de Nuestro Señor Jesucristo.
R. Para que cures las llagas de nuestras almas.
En las diez cuentas del Avemaría, se reza:
V. Jesús mío, piedad y misericordia.
R. Por los méritos de tus santas llagas.

4ª LLAGA DE LA MANO DERECHA:
 Señor mío crucificado, adoro la llaga sagrada de tu mano derecha. Por el dolor que en ella sufriste y la sangre que derramaste, te ruego que me ayudes a vencer las tentaciones y me concedas el don de la humildad.
Te ofrezco esta llaga por la conversión de los pecadores etc...(petición personal)

En la cuenta grande del Padre Nuestro, se reza:
V. Eterno Padre, yo te ofrezco las Llagas de Nuestro Señor Jesucristo.
R. Para que cures las llagas de nuestras almas.
En las diez cuentas del Avemaría, se reza:
V. Jesús mío, piedad y misericordia.
R. Por los méritos de tus santas llagas.

5ª  LLAGAS DE LA CABEZA:
Señor mío crucificado, adoro las llagas de tu santa cabeza. Por el dolor que en ellas sufriste y la sangre que derramaste, te ruego me concedas constancia en servirte a ti y a los demás.
Te ofrezco estas llagas por la Unidad de los cristianos etc...(petición personal)

En la cuenta grande del Padre Nuestro, se reza:
V. Eterno Padre, yo te ofrezco las Llagas de Nuestro Señor Jesucristo.
R. Para que cures las llagas de nuestras almas.
En las diez cuentas del Avemaría, se reza:
V. Jesús mío, piedad y misericordia.
R. Por los méritos de tus santas llagas.

Al finalizar, se dice tres veces:
Eterno Padre, yo te ofrezco las Llagas de nuestro Señor Jesucristo, para curar las llagas de nuestras almas. 





SAN JERÓNIMO Y EL MISTERIOSO REGALO
PARA EL NIÑO JESÚS

Se cuenta que una noche de Navidad, después de que los fieles se fueron de la gruta de Belén, San Jerónimo
se quedó allí solo rezando y le pareció
que el Niño Jesús le decía:
"Jerónimo ¿qué me vas a regalar en mi cumpleaños?".
Él respondió: "Señor te regalo mi salud, mi fama, mi honor, para que dispongas de todo como mejor te parezca".
 El Niño Jesús añadió: "Nada de eso es tuyo, todo te lo he dado yo" ¿ya no me regalas nada más?".
Oh mi amado Salvador, exclamó el anciano,
por Ti repartí ya mis bienes entre los pobres,
por Ti he dedicado mi tiempo a estudiar las Sagradas Escrituras... ¿qué más te puedo regalar?
Si quisieras, te daría mi cuerpo para que lo quemaras en una hoguera y así poder desgastarme todo por Ti".
El Divino Niño le dijo: "Jerónimo, también
yo
te he dado los bienes, el tiempo para estudiar,
el talento, tu cuerpo, regálame algo que yo no te haya dado, que sea solo tuyo.
San Jerónimo se puso a pensar y no acertaba a entender qué podía ser aquello que no le hubiera dado Jesús.
Entonces el Niño le dijo:
"Jerónimo, regálame TUS PECADOS para perdonártelos".
El santo al oír esto se echó a llorar de emoción
y exclamaba: "¡Loco tienes que estar de amor,
cuando me pides esto!".
Y se dio cuenta de que lo que más deseaba Dios que le ofrezcamos los pecadores, es un corazón humillado y arrepentido, que le pide perdón por las faltas cometidas.



TE DIRÉ MI AMOR, REY MÍO, HIMNO DE NAVIDAD


Te diré mi amor, Rey mío,
en la quietud de la tarde,
cuando se cierran los ojos
y los corazones se abren.

✨❤✨
Te diré mi amor, Rey mío,
con una mirada suave,
te lo diré contemplando
tu cuerpo que en pajas yace.

✨❤✨
Te diré mi amor, Rey mío,
adorándote en la carne,
te lo diré con mis besos,
quizá con gotas de sangre.

✨❤✨
Te diré mi amor, Rey mío,
con los hombres y los ángeles,
con el aliento del cielo
que espiran los animales.

✨❤✨
Te diré mi amor, Rey mío,
con el amor de tu Madre,
con los labios de tu Esposa
y con la fe de tus mártires.

✨❤✨
Te diré mi amor, Rey mío,
¡oh Dios del amor más grande!
¡Bendito en la Trinidad,
que has venido a nuestro valle! Amén.



LO QUE NUNCA TE HAN CONTADO DEL PURGATORIO






¿QUÉ ES EL PURGATORIO?


El Catecismo de la Iglesia Católica enseña:
"Los que mueren en la gracia y en la amistad de Dios, pero imperfectamente purificados, aunque están seguros de su eterna salvación, sufren después de su muerte una purificación, a fin de obtener la santidad necesaria para entrar en la alegría del cielo"; porque “En el cielo no puede entrar nada manchado” (Ap. 21.27) 
A este lugar de purificación se le llama purgatorio.

Esta enseñanza se apoya también en la práctica de la oración por los difuntos, de la que ya habla la Escritura, por eso mandó Judas Macabeo hacer este sacrificio expiatorio en favor de los muertos, para que quedaran liberados del pecado:
"Es, pues, un pensamiento santo y saludable el rezar por los difuntos, a fin de que sean libres de las penas de sus pecados". (2 M 12, 46).


Está claro que la mayoría de nosotros necesitaremos una purificación para entrar al cielo después de morir.

I Corintios 3:11-15 bien podría ser el texto más directo en todas las Sagradas Escrituras cuando se trata del Purgatorio:
" Y la calidad de la obra de cada cual quedará al descubierto; la manifestará el Día, que ha de revelarse por el fuego. Y la calidad de la obra de cada cual, la probará el fuego. Aquel, cuya obra, construida sobre el cimiento, resista, recibirá la recompensa (el cielo). Mas aquel cuya obra quede abrasada, sufrirá el daño (purgatorio). Él, no obstante, quedará a salvo, pero como quien pasa a través del fuego".





Pero para que no haya dudas, Dios ha suscitado en muchas personas el don de tener contacto con las almas que están en el purgatorio, éste es el caso por ejemplo de María Simma, una sencilla mujer austriaca que tuvo la gracia de recibir revelaciones sobre las Benditas Almas del Purgatorio.
Esta mujer vivió y murió pobre, su testimonio es verídico, no ganaba nada con mentir, se hizo conocida porque los difuntos la enviaban a las casas de sus familiares a cumplir cosas que ellos habían dejado pendientes por hacer, y les daba a las familias tantos detalles de la vida del difunto, que ella no podría haber conocido jamás, que todo el mundo estaba asombrado, así se hizo conocida María Simma.


Ella nos da una hermosa definición del purgatorio:
“Diría que es una invención genial por parte de Dios. Supongan que un día se abre una puerta y aparece un ser de una belleza tal, nunca vista sobre la tierra, quedan fascinados tanto más que él demuestra estar locamente enamorado de ustedes (lo que nunca se hubiesen imaginado); se dan cuenta que también él tiene un gran deseo de atraerlos a sí, de abrazarlos; y el fuego del amor que quema ya en sus corazones los empuja seguramente a precipitarse entre sus brazos. Pero ustedes se dan cuenta, en ese preciso instante, de que hace meses que no se lavan, que huelen mal, que se sienten horriblemente feos; Entonces se dicen a sí mismos: "¡No es posible que yo me presente en este estado!, es preciso que antes me lave, y luego, rápidamente, regrese a verlo…". Pero he aquí que el amor nacido en sus corazones es tan intenso, que este atraso es absolutamente insoportable. Y el dolor mismo de la ausencia, aunque dure sólo pocos minutos, causa un ardor atroz.


Pues bien, el Purgatorio es exactamente esto. Es una espera impuesta por nuestra impureza, antes del abrazo de Dios, una Llama de amor que hace sufrir terriblemente; Es precisamente esta Llama, esta ardorosa nostalgia la que nos purifica de todo lo que aún es impuro en nosotros. Me atrevería a decir que el Purgatorio es un lugar de deseo, del deseo loco de Dios, que ya ha sido reconocido y visto, pero al cual el alma todavía no se ha unido".


María Simma coincide con santa Catalina de Génova en su definición del purgatorio, veamos lo que nos dice santa Catalina:
"El alma separada del cuerpo, cuando no se halla en aquella pureza en la que fue creada, viéndose con tal impedimento, que no puede quitarse sino por medio del purgatorio, al punto se arroja en él, y con toda voluntad.
Veo también que aquella divina esencia es de tal pureza y claridad, mucho más de lo que el hombre pueda imaginar, que el alma que en sí tuviera una imperfección que fuera como una mota de polvo, se arrojaría al punto en mil infiernos, antes de encontrarse ante la presencia divina con aquella mancha mínima. Y entendiendo que el purgatorio está precisamente dispuesto para quitar esa mancha, allí se arrojaría, como ya he dicho, pareciéndole hallar una gran misericordia, capaz de quitarle ese impedimento. Dios, al que las almas ven claramente encendido de un extremado y puro amor hacia ellos, porque los ve en aquella pureza en que los creó, les atrae tan fuertemente, que parece como si no tuviera otra cosa que hacer. Por eso el alma que esto ve, si hallase otro purgatorio mayor que el purgatorio, para poder quitarse más pronto aquel impedimento, allí se lanzaría dentro, por el ímpetu de aquel amor que hace conformes a Dios y alma".

Es curioso que tanto María Simma como Catalina de Génova, coincidan en un detalle que muy pocas veces se dice sobre el purgatorio: el hecho de que Dios está "enamorado" del alma,
el mismo Dios es “atraído” hacia esa alma purgante.
Esto también se confirma en una experiencia que tuvo santa Catalina de Siena: 
"Jesús le hizo ver esta alma que ella había salvado con sus oraciones. Todavía no estaba vestida de la gloria que el alma adquiere en el momento en que ve a Dios tal como es; aún estaba en el purgatorio. Sin embargo, había recobrado la belleza que tiene un alma al ser creada y en el bautismo.
Era una belleza tan maravillosa que resultaba imposible describirla.
Jesús le dijo: "Querida hija, ¿no te parece que esta alma es amable y maravillosamente encantadora? Te he dejado ver esta alma para que cada vez sientas más anhelos de salvar a todas".


En este relato de santa Catalina de Siena, se pone de manifiesto la atracción que siente Jesús hacia la belleza de las almas cuando han recobrado la pureza que tenían cuando las creó.


ALEGRÍA Y DOLOR EN EL PURGATORIO

Siempre se nos ha enseñado que el purgatorio es un lugar de sufrimiento, y en realidad es así, pero también de gozo. Más tarde abordaremos este tema de la alegría en el purgatorio, pero primero vamos a explicar en qué consiste el sufrimiento:

Santa Catalina de Génova dice: 
"Sufren estas almas unas penas tan extremas, que no hay lengua capaz de expresarlas, ni entendimiento alguno las puede comprender mínimamente, a no ser que Dios lo mostrase por una gracia especial, me parece ver que la pena de las almas del purgatorio consiste más en que ven en sí algo que desagrada a Dios, y que lo han hecho voluntariamente, contra tanta bondad de Dios, porque, estando ellas en gracia, ven la verdadera importancia del impedimento que no les deja acercarse a Él.
Cuando el alma, por visión interior, se ve así atraída por Dios con tanto fuego de amor, que redunda en su mente, se siente toda derretir en el calor de aquel amor fogoso de su dulce Dios. Y ve que Dios, solamente por puro amor, nunca deja de atraerla y llevarla a su total perfección. Cuando el alma ve esto, mostrándoselo Dios con su luz; cuando encuentra en sí misma aquel impedimento que no le deja seguir aquella atracción, aquella mirada unitiva que Dios le ha dirigido para atraerla, se genera en ella la pena que sufren los que están en el purgatorio." 

Santa Catalina de Siena también hace una terrible descripción:
Vi los tormentos del infierno y los del purgatorio; no existen palabras conque describirlos. Si los pobres mortales tuvieran la más ligera idea de ellos, sufrirían mil muertes antes que exponerse a experimentar uno de esos tormentos por espacio de un solo día.

Durante un éxtasis previo a su muerte, Santa Magdalena de Pazzi tuvo la gracia de ver y visitar el Purgatorio. 
En presencia del terrible espectáculo al que se hallaba confrontada comenzó a lamentarse en voz alta, “¡Misericordia, Dios mío, misericordia! Desciende, oh Preciosa Sangre y libera a estas almas de su prisión. ¡Pobres almas! Sufren tan cruelmente, y aún así están contentas y alegres. Los calabozos de los mártires en comparación con esto eran jardines de delicias.

Santo Tomás Aquino, el gran teólogo, dice que el fuego del Purgatorio es igual en intensidad al fuego del infierno.

San Cirilo de Alejandría no duda en decir que “sería preferible sufrir todos los posibles tormentos en la Tierra hasta el día final que pasar un solo día en el Purgatorio”.

En el libro: El purgatorio, una revelación particular, podemos leer:
"El fuego del Purgatorio es fuego de amor. Este fuego es terrible , el amor de Dios enciende en el alma un vivo deseo de Dios, una desgarradora y ardiente languidez de amor en el alma.
Este fuego es tan terrible, que el fuego de la tierra, en comparación, es un dulce bálsamo, pero en realidad hay una única pena: la privación de la visión de Dios.

Esto también lo confirma santa Faustina: Pregunté a estas almas cuál era su mayor tormento, y me contestaron unánimemente que su mayor tormento era la añoranza de Dios.

En vista de lo descrito anteriormente, sabemos que el purgatorio es un lugar de mucho sufrimiento, pero todos coinciden en que el mayor de los sufrimientos es la ausencia de Dios, la dolorosa espera hasta la unión definitiva con Él.


Y ahora cabe preguntarnos, si hay tantas penas en el purgatorio, ¿cómo entonces dice santa Magdalena de Pazzi que "aún así están contentas y alegres?." 
Muchos santos describen el purgatorio como un lugar también de alegría, ¿en qué consiste esa alegría?

Santa Catalina de Génova, en su tratado sobre el purgatorio lo explica:
"No creo que sea posible encontrar un contento comparable al de un alma del purgatorio, como no sea en el que tienen los santos en el Paraíso. Y este contentamiento crece cada día a medida que se van consumiendo los impedimentos. La herrumbre del pecado es impedimento, y el fuego lo va consumiendo, y cuanto más se consuma, tanto más puede recibir la iluminación del sol verdadero, que es Dios. Y por lo que se refiere a la voluntad de esta alma, jamás ella podrá decir que aquellas penas son penas; hasta tal punto está conforme con la ordenación de Dios, con la cual esa voluntad se une en pura caridad."
"A la vez, gran gozo y gran dolor ; el amor de Dios, que redunda en el alma, según entiendo, le da un gozo tan grande que no se puede expresar; pero esto no les quita su parte de pena. Y es aquel amor, que está como retardado, el que causa esa pena; una cosa no impide la otra. "

San Francisco de Sales decía:
“Yo reprendía a los predicadores católicos que, al hablar del purgatorio, solo lo presentaban al pueblo por el lado de los tormentos y de las penas que en él sufren las almas, sin hablar de su perfecto amor a Dios y por consiguiente, del firme contento de que están colmadas a causa de su completa unión con la voluntad de Dios.

María Simma es contundente:
"Ningún alma quisiera volver del Purgatorio a la tierra donde no hay aun certeza de nada, porque ellas ya tienen un conocimiento de Dios infinitamente superior al nuestro, y la certeza que se tiene de vivir con Dios es tan fuerte e indestructible que el gozo de esta certeza supera el dolor.
El alma, cuando está en el Purgatorio, se adhiere perfectamente a la voluntad de Dios."

En el libro: El purgatorio, una revelación particular, también leemos:
Las almas del purgatorio no tienen otra voluntad que la de Dios, el cumplimiento de la pura voluntad divina.

Todo coincide, el purgatorio es un lugar de sufrimiento porque se retrasa la visión de Dios debido a los pecados no expiados, pero también es un lugar de alegría, porque las almas están perfectamente adheridas a la voluntad de Dios. Ellas tienen su salvación asegurada.


PAPEL DE LA VIRGEN MARÍA EN EL PURGATORIO:

Es raro encontrar un texto sobre el purgatorio donde no aparezca la figura de María como Madre que acompaña y anima a sus hijos en este tiempo de purificación. 
Veamos un relato que hace santa Faustina: 
Vi a la Madre de Dios que visitaba a las almas en el Purgatorio. Las almas llaman a Maria “ La Estrella del Mar”. Ella les trae alivio.”


No se nos pasa por alto que “Estrella del mar” (Stella Marís) es el nombre que le dan los carmelitas a Santa María del Monte Carmelo (Virgen del Carmen) , y precisamente la Virgen del Carmen es la patrona y abogada de las almas del purgatorio.

En la entrevista que sor Emmanuel le hace a María Simma, le pregunta:
- María, ¿puedes decirme cuál es el papel de la Virgen con respecto a las almas del Purgatorio?
- Ella viene frecuentemente para consolarlas y decirles que han hecho bien tantas cosas, y les da ánimos.
- ¿Hay días especiales en los cuales ella las libera? 
- Si, sobre todo el día de Navidad, el día de Todos los Santos, el Viernes Santo; las libera también el día de su Asunción y en el de la Ascensión de Jesús.
San Pedro Damiano confirma la liberación de muchas almas el día de la Asunción de María, él cuenta que una noble señora estaba rezando en una basílica cuando vio delante de sí a una dama que ella conocía bien y que se había muerto hacía un año, le dijo que estaba todavía en el purgatorio por los pecados de vanidad de su juventud y que, al día siguiente, iba a ser liberada con muchos miles de almas en la fiesta de la Asunción.

En el libro: El purgatorio, una revelación particular, hay muchos ejemplos de la presencia de María en el purgatorio:
Después vi en el Cielo a miríadas de Ángeles que oraban por las Almas del Purgatorio y miles de santos rodeaban a la Virgen María; mi Alma se regocijó consolada. Vi también la Oración de la Iglesia de la tierra en favor de estas almas, como una lluvia abundante recogida por los Ángeles en copas de oro y presentada a la Santísima Virgen, que la ofrecía a la Trinidad Divina”
En otro párrafo se lee:
Uno muy próximo a ti está todavía en él Purgatorio; reza y pide que recen por su liberación; lo desea vivamente la Santísima Virgen. Si ella pudiera, vaciaría todo el Purgatorio de una sola vez”.

“ La Virgen María, muy a menudo, especialmente en los días de sus fiestas litúrgicas y todos los sábados, acude allí para consolar a estas benditas Almas trayéndoles la felicidad del Cielo, la esperanza, las olas de Amor Divino”
Estas benditas Almas del Purgatorio saborean también la dicha de ser amadas, comenzando por la Virgen María, Reina del Cielo y de la tierra. Yo he visto que una sola visita de la Inmaculada Virgen María ilumina todo el Purgatorio;Y la Santísima Virgen extiende sobre estas Almas, como tesoros de perlas, gotas cristalinas que emanan de sus dedos y también de su Corazón maternal, símbolos de los consuelos infinitos que el Señor concede a las benditas Almas del Purgatorio y de los cuales, la Madre Purísima es la tesorera y dispensadora.





¿CÓMO PODEMOS LIBRARNOS DEL PURGATORIO?

La razón por la que muchas almas pasan por el Purgatorio después de la muerte es porque han cometido pecados que no han sido expiados.

Mientras vivamos en la tierra, podemos evitar el purgatorio, pues incluso después de nuestro pecado, Dios, en su infinita bondad, pone a nuestra disposición muchos medios sencillos y eficaces mediante los cuales podemos ser perdonados, para eso está el Sacramento de la Penitencia.

Este sacramento no solo nos libra de nuestros pecados, sino que  nos da un enorme aumento en la gracia santificante.


Siempre hay que desear hacer la voluntad de Dios, Por encima de todo hay que evitar los pecados contra la caridad y la castidad en pensamiento, palabra y acción, porque estos pecados son la razón por los que muchas almas se encuentran detenidos en el Purgatorio por un largo tiempo según el testimonio de muchas almas purgantes.



Santa Teresita del Niño Jesús decía lo siguiente:
"Si amamos tanto como podamos en la tierra, sin rechazar ningún pequeño acto de caridad, podremos ir al Cielo rápidamente." 
Santa Teresita estaba convencida de que no era difícil evitar el purgatorio.
Iba incluso más allá, ya que pensaba sinceramente que la gente ofendía a Dios cuando le faltaba la confianza de poder lograr ir directamente al Paraíso después de la muerte. Cuando sus hermanas le declararon que esperaban ir al Purgatorio, ella les contestó: "¡Qué disgusto que me dais! Le hacéis una grave ofensa al Señor, si creéis que iréis al Purgatorio. ¡si amamos, no podemos ir allí!"
El Señor le donó a Santa Teresita del Niño Jesús la gracia de entender que el Purgatorio no había sido concebido como una norma, sino más bien como una excepción.
La doctrina nos dice que cada uno de nosotros recibe suficientes gracias para ir directamente ante Dios, después de haber pasado las pruebas de la Tierra. Pero el Purgatorio es una "entrada de seguridad" al Paraíso para quienes no han aprovechado las gracias que Dios les concedió.

Cuando le preguntaron a María Simma, cuáles eran los pecados que llevaban a las almas al purgatorio, ella respondió:
Son los pecados contra la caridad, contra el amor hacia el prójimo, repudio hacia las personas, la dureza del corazón, no perdonar, los rencores, la hostilidad, la calumnia; Sé que la maldición y la calumnia se cuentan entre las culpas más graves que necesitan una larga purificación.  Hay que tener mucha humildad: ésta es el arma más grande contra el Maligno. La humildad elimina el mal.”
En el libro: El purgatorio, una revelación particular, leemos:
Voy a decirte cuáles son los medios más eficaces para no ir al Purgatorio: No buscar más que una sola cosa en todo, la Gloria de Dios; estar perfectamente libre de afecto hacia todas las criaturas y querer hacer solamente la Voluntad de Dios disponerse a morir con Amor; ejercitarse en las virtudes de la obediencia, humildad, discreción; y llevar el escapulario de la Reina del Carmelo”.




¿CÓMO PODEMOS AYUDAR A LAS ALMAS DEL PURGATORIO?


Se nos ha dado el poder y privilegio de poder ayudar a las almas del purgatorio, Cristo se dirige a la Iglesia militante para esta hermosa misión.

En primer lugar hay que tener claro que para poder ayudar a las almas del purgatorio hay que estar en estado de gracia.

Según Sussan Tassone, una experta en las almas del purgatorio, el santo Sacrificio de la Misa es lo más efectivo para ayudar a estas almas, sobretodo las 30 Misas gregorianas.




Esto lo confirma María Simma, que decía que las almas que la visitaban le pedían celebrar celebrar Misas y que ella asistiera a esas Misas; también le pedían recitar Rosarios, hacer el Vía Crucis y dar limosnas.

En el libro: El purgatorio,una revelación particular, se dice que cada misa aporta también a estas Almas numerosos consuelos, especialmente aquellas celebradas por su intención y, particularmente, las del 2 de noviembre, también el ayuno y la penitencia son grandes recursos para las benditas Almas del Purgatorio.
En el mismo libro, el autor confiesa: “Mi Ángel de la guarda me ha dicho también que la Santísima Virgen invita a rezar por las benditas Almas del Purgatorio; ella quiere, que nosotros aquí abajo, recemos por estas benditas Almas en el ejercicio de la caridad fraterna”.

Muchos santos se han preocupado de aliviar a las almas del Purgatorio, por ejemplo santa Teresita del Niño Jesús, que rezaba cada tarde seis Padrenuestros y seis avemarías por ellas.
También Santa Gema Galgani rezaba cada día cien “réquiem” por las almas del purgatorio. Su ángel la estimulaba en este deseo de liberar a estas almas. Un día le dijo: “Cuánto tiempo hace que no has rogado por las almas del purgatorio? Desde la mañana no había rogado por ellas. Me dijo que le gustaría que, cualquier cosa que sufriera, la ofreciera por las almas del purgatorio. Todo pequeño sufrimiento las alivia, sí, hija, todo sacrificio por pequeño que sea, las alivia” (Diario, 6-8-1900).

A sor María Natalia Magdolna le fue revelado que cuando decimos el rosario, las gotas de la Sangre de Jesús caen sobre la persona por quien lo ofrecemos. Las almas del purgatorio están implorando continuamente la Sangre salvadora de Jesús.




Un día, Santa Gertrudis, orando por el eterno descanso de un alma querida, el Señor le hizo oír estas palabras: “Yo experimento un placer especial cuando se me dirigen oraciones por los difuntos, sobre todo cuando veo que la compasión natural va unida con la buena voluntad que la hace meritoria. ¡Oh, entonces ambas cosas juntas concurren admirablemente para dar a esta buena obra la plenitud y perfección de que es capaz! Las oraciones de los fieles descienden cada instante sobre las pobrecitas almas cual lluvia benéfica, cual bálsamo saludable que no solamente endulza y calma sus dolores, sino que con el tiempo las libera también de aquella cárcel más o menos rápidamente, según sea el fervor y devoción con que sean hechas”.

Si una persona reza por un pariente difunto,aunque el alma de ese pariente ya haya sido liberada, las oraciones nunca se pierden y se dirigen hacia otras almas necesitadas.

Concluimos que tenemos el deber de ayudar a nuestros hermanos que están en el purgatorio, nada le place más a Dios, está tan agradecido como si le ayudáramos a Él mismo.
Y ¿qué decir de las almas? llenas de un inmenso deseo de pagar los favores hechos por ellas, ruegan por sus benefactores con un fervor tan grande, tan intenso, tan constante, que Dios no les puede negar nada.
Santa Catalina de Bologna dice:
“He recibido muchos y grandes favores de los Santos, pero mucho más grandes de las Santas Almas del Purgatorio.
Cuando finalmente son liberadas de sus penas y disfrutan de la beatitud del Cielo, lejos de olvidar a sus amigos de la Tierra, su gratitud no conoce límites.
Postradas frente al Trono de Dios, no cesan de orar por aquellos que los ayudaron.

ORACIÓN DE SAN AGUSTÍN
POR LAS ALMAS DEL PURGATORIO:
Dulcísimo Jesús mío, que para redimir al mundo quisisteis nacer, ser circuncidado, desechado de los judíos, entregado con el beso de Judas, atado con cordeles, llevado al suplicio, como inocente cordero; presentado ante Anás, Caifás, Pilato y Herodes; escupido y acusado con falsos testigos; abofeteado, cargado de oprobios, desgarrado con azotes, coronado de espinas, golpeado con la caña, cubierto el rostro con una púrpura por burla; desnudado afrentosamente, clavado en la cruz y levantado en ella, puesto entre ladrones, como uno de ellos, dándoos a beber hiel y vinagres y herido el costado con la lanza. Librad, Señor, por tantos y tan acerbísimos dolores como habéis padecido por nosotros, a las almas del Purgatorio de las penas en que están; llevadlas a descansar a vuestra santísima Gloria, y salvadnos, por los méritos de vuestra sagrada Pasión y por vuestra muerte de cruz, de las penas del infierno para que seamos dignos de entrar en la posesión de aquel Reino, adonde llevasteis al buen ladrón, que fue crucificado con Vos, que vivís y reináis con el Padre y el Espíritu Santo por los siglos de los siglos. Amén.

ORACIÓN PARA LIBERAR 1000 ALMAS DEL PURGATORIO:
"Padre eterno, yo te ofrezco la preciosísima Sangre de tu Divino Hijo Jesús, en unión con las Misas celebradas hoy en el mundo entero, por todas las benditas ánimas del purgatorio.
Amén."
Ésta es la oración originalmente dictada por Jesús a santa Gertrudis, la Iglesia más tarde le añadió: por la conversión de los pecadores, por los pecadores de la Iglesia Universal, y por lo de nuestra propia casa y nuestra familia.
CIEN RÉQUIEM
Para hacer este ejercicio existe un rosario específico con 100 cuentas, en lugar de las 50 del rosario común, sin embargo, cada uno puede servirse de un rosario común de cinco decenas, teniendo en cuenta que se debe recorrer dos veces para formar los 100 Réquiem.
Este Rosario se compone por tanto, de 10 decenas, en lugar de las 5 a las que estamos habituados, de ahí que debamos dar dos vueltas a nuestro rosario común.
En cada decena haremos:
Un Padre Nuestro en la cuenta grande.
Un Requiem en cada cuenta pequeña, avanzando hasta formar los 10 de la decena.
REQUIEM: Dadles, Señor, el eterno descanso y haced lucir sobre ellas vuestra eterna luz.
En la cuenta grande siguiente, se dirá la jaculatoria y la ofrenda siguientes para terminar la decena:
JACULATORIA:  Almas santas, almas purgantes, rogad a Dios por nosotros, que nosotros rogaremos por vosotros para que El os dé la gloria del paraíso.
OFRENDA : Padre eterno, os ofrecemos la sangre, pasión y muerte de Jesucristo, los dolores de la Santísima Virgen y los de San José, por la remisión de nuestros pecados, la libertad de las almas del Purgatorio y la conversión de los pecadores.
En esa misma cuenta, repetiremos el Padre Nuestro inicial de la siguiente decena.
Acabadas las diez decenas, o sea la centena de Réquiem, habiendo dado 2 vueltas completas a nuestro rosario común, se rezará la siguiente oración:
DE PROFUNDIS
Salmo CXXIX de David
Desde el profundo abismo de mis penas
a Ti clamo, Señor, de noche y día;
oye, mi Dios, los incesantes ruegos
de un corazón contrito que se humilla.
Estén gratos y atentos tus oídos
a mi voz lamentable y dolorida:
a Ti mis ayes y gemidos lleguen
pues a escucharlos tu piedad se inclina.
¿Si siempre airado tus divinos ojos
sobre las culpas de los hombres fijas,
quién estará confiado en tu presencia,
confundiéndonos sólo ante tu vista?
Más la eterna palabra de tu seno
que aplaque espero tus terribles iras;
porque son inefables tus promesas
y con tus gracias pecador invitas.
Así aunque mi alma acongojada gime
contemplando el rigor de tu justicia,
por tu palabra la indulgencia espera,
de que la hacen culpas tan indigna.
¡Oh pueblo electo! De mañana y noche,
en todos tus peligros y fatigas,
acógete al Señor con la confianza
que en su ley soberana nos intima.
Porque es inagotable su clemencia;
se muestra con los flacos compasiva;
de todas sus miserias los redime,
y siempre que le claman los auxilia.
Este Dios abrevie el tiempo
en que logre Israel su eterna dicha
cuando de tus pecados la liberte,
que con tanto rigor la tiranizan.
Para finalizar, encomendémonos a las almas del Purgatorio diciendo:
¡Almas benditas! nosotros hemos rogado por vosotros que sois tan amadas de Dios y estáis seguras de no poderlo más perder: rogadle por nosotros miserables que estamos en peligro de condenarnos para siempre.
¡Dulce Jesús, dad descanso eterno a las benditas almas del Purgatorio!

Fuentes:
Tratado del Purgatorio (Santa Catalina de Génova)
El Purgatorio, una revelación particular
Las almas del purgatorio (María Simma)
http://forosdelavirgen.org/35646/como-ayudar-a-las-benditas-almas-del-purgatorio-2011-10-29/








MARÍA, NUESTRA VIDA Y DULZURA





MARÍA, DISPENSADORA DE LA GRACIA 
Para comprender mejor por qué la santa Iglesia llama a María nuestra vida, basta saber que, como el alma da la vida al cuerpo, así también la divina gracia da la vida al alma; porque un alma sin la gracia tiene nombre de viva, pero en verdad está muerta,
como se dice en el Apocalipsis:
“Tienes nombre vivo, pero en realidad estás muerto” (Ap 3, 1).

Por lo tanto, la Virgen nuestra Señora, obteniendo por su mediación a los pecadores la gracia perdida, los devuelve a la vida. La santa Iglesia, aplicándole las palabras de la Escritura: “Me hallarán los que madrugaren para buscarme” (Pr 8, 17), hace decir a la Virgen que la hallarán los que sean diligentes en acudir a ella de madrugada, es decir, lo antes posible.  
“Oíd –exclama san Buenaventura - oíd los que deseáis el reino de Dios: honrad a la Virgen María y encontraréis la vida y la eterna salvación.




MARÍA HALLÓ LA GRACIA PARA EL HOMBRE
Por lo cual, con razón nos exhorta san Bernardo con estas palabras: “Busquemos la gracia, pero busquémosla por medio de María”.
Si hemos tenido la desgracia de perder la amistad de Dios, esforcémonos por recobrarla, pero por medio de María,
porque si la hemos perdido, ella la ha encontrado;
que por ello la llama el santo “la que halló la gracia”.
Esto vino a decir el ángel, para nuestro consuelo, cuando dijo a la Virgen: “No temas, María, porque has hallado la gracia” (Lc 1, 30).

Pero si María nunca estuvo privada de la gracia, ¿cómo dice el ángel que la encontró? Se dice de una cosa que se ha encontrado cuando antes no se tenía. La Virgen estuvo siempre con Dios y llena de gracia, como el mismo ángel se lo manifestó al saludarla: “Alégrate, María, llena de gracia; el Señor está contigo”.
Si, pues, María no encontró la gracia para ella porque siempre la tuvo completa, ¿para quién la encontró? Y responde el cardenal Hugo: “La encontró para los pecadores que la habían perdido. Corran por tanto –dice el devoto escritor–, corran los pecadores que habían perdido la gracia,  junto a ella. Digan sin miedo: devuélvenos la gracia que has encontrado”.
Y porque ella ha sido y será siempre lo más querido de Dios, si acudimos a ella, ciertamente, la encontraremos. 


 De aquí que san Bernardo anima al pecador, diciéndole: “Vete a la madre de la misericordia y muéstrale las llagas de tus pecados y ella te mostrará a Jesús.  Y el Hijo de seguro escuchará a la Madre”. Así, en efecto, la santa Iglesia nos manda rezar al Señor que nos conceda la poderosa ayuda de la intercesión de María para levantarnos de nuestros pecados con la conocida oración: “Concédenos, Dios de misericordia, el auxilio a nuestra fragilidad para que quienes honramos la memoria de la Madre de Dios, con el auxilio de su intercesión, nos levantemos de nuestros pecados”.



MARÍA, ESPERANZA DEL PECADOR
 Acertadamente la llama san Bernardo escala de los pecadores, porque a los pobres caídos, los saca del precipicio del pecado
y los lleva a Dios.
Muy bien san Agustín la llama única esperanza de nosotros, pecadores, ya que por su medio esperamos la remisión de todos nuestros pecados.
Lo mismo dice san Juan Crisóstomo: que por la intercesión de María los pecadores recibimos el perdón.
Por lo que el santo, en nombre de todos los pecadores, la saluda así: “Dios te salve, Madre de Dios y nuestra, cielo en que Dios reside, trono en el que dispensa el Señor todas las gracias; ruega al Señor por nosotros para que por tus plegarias podamos obtener el perdón en el día de las cuentas y la gloria bienaventurada en la eternidad”.

Con toda propiedad, en fin, María es llamada aurora: “¿Quién es ésta que va subiendo como aurora naciente? (Ct 6, 9). Sí, porque observa el papa Inocencio: “Así como la aurora da fin a la noche y comienzo al día, así, en verdad, la aurora es figura de María que marcó el fin de los vicios y el comienzo de todas las virtudes”. Y el mismo efecto que tuvo para el mundo el nacimiento de María, se produce en el alma que se entrega a su devoción.
Ella clausura la noche de los pecados y hace caminar por la senda de la virtud. Por eso le dice san Germán: “Oh Madre de Dios, tu defensa es inmortal, tu intercesión es la vida”.
Y en el sermón del santo sobre su virginidad, dice que el nombre de María para quien lo pronuncia con afecto es señal de vida o de que pronto la tendrá. Cantó María: “Desde ahora me llamarán bienaventurada todas las generaciones” (Lc 1, 48). “Sí, Señora mía –le dice san Bernardo–; por eso te llamarán bienaventurada todos los hombres, porque todos tus siervos, por tu medio, han conseguido la vida de la gracia y la gloria eterna.
En ti encontramos los pecadores el perdón, los justos la perseverancia y, después, la vida eterna”. “No desconfíes, pecador –habla san Bernardino de Bustos–, aunque hayas cometido toda clase de pecados; recurre con absoluta confianza a esta Señora, porque la encontrarás con las manos rebosantes de misericordia, que más desea María otorgarte las gracias
de lo que tú deseas recibirlas”.




 MARÍA RECONCILIA AL PECADOR CON DIOS
 San Andrés Cretense llama a María seguridad del divino perdón. Se entiende que cuando los pecadores recurren a María para ser reconciliados con Dios, Él les asegura su perdón y les da la prenda de esta seguridad.
Esta prenda es precisamente María, que Él nos la ha dado por abogada, por cuya intercesión, por los méritos de Jesucristo, Dios perdona a todos los pecadores que a ella se encomiendan.
Dijo un ángel a santa Brígida que los santos profetas se regocijaban al saber que Dios, por la humildad y pureza de María, había de aplacarse con los pecadores y recibir en su gracia a los que habían provocado su indignación.

Jamás debe un pecador temer ser rechazado por María si recurre a su piedad; no, porque ella es la madre de la misericordia y, como tal madre, desea salvar a todos, hasta los más miserables. “María es aquella arca dichosa donde el que se refugia –dice san Bernardo– no sufrirá el naufragio de la eterna condenación. Arca en que nos libramos del naufragio”. En el arca de Noé, cuando el diluvio, se salvaron hasta los animales. Bajo el manto de la protección de María se salvan también los pecadores.
Vio santa Gertrudis a María con el manto extendido, bajo el que se refugiaban muchas fieras: leones, osos, tigres..., y vio que María no sólo no los ahuyentaba, sino que con gran piedad los acogía y acariciaba. Con esto entendió la santa que los pecadores más perdidos, cuando recurren a María, no sólo no son desechados, sino que los acoge y los salva de la muerte eterna.
Entremos, pues, en esta arca; vayamos a refugiarnos bajo el manto de María, que ella, ciertamente, no nos despachará, sino que,
con toda seguridad, nos salvará.



Fuente:
"Las Glorias de María" (San Alfonso María de Ligorio)

 






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