EMOTIVA CARTA DE UNA HOMOSEXUAL AL PADRE JAMES MARTIN

Os mostramos aquí una emotiva carta de una joven católica con atracción a personas del mismo sexo, se la escribió al polémico sacerdote jesuita James Martin, para explicarle que su libro y enseñanzas que aprueban las prácticas homosexuales en realidad la están “hiriendo” en vez de ayudarla.
El P. James Martin ha expresado reiteradamente su aprobación de las relaciones homosexuales.
En el 2017, el sacerdote escribió el controversial libro “Construyendo un puente”, con el que hace el intento de acercar a la Iglesia Católica y al colectivo LGTB, pero no toma en cuenta la posición del Catecismo, la Biblia y el Magisterio sobre la homosexualidad.

Me está lastimando, Padre James”, escribió el 10 de octubre, Avera María Santo, una católica homosexual estadounidense de 22 años.


CARTA:
Por favor, P. James, sepa que no lo estoy atacando. Solo quiero ser abierta y compartir mi historia y mi corazón con usted.
Quería hacer algo realmente dirigido a usted, con la esperanza de que pueda leerlo y considere algunas de las cosas que tengo que decir. Tal vez sea joven, tal vez no sea tan inteligente, pero vivo con esto, vivo con la atracción a personas del mismo sexo todos los días, y todos los días es una batalla.
Sé que se preocupa por su rebaño y sé que se preocupas mucho por la comunidad LGTB.
Sé que quiere hacer cosas buenas, pero si soy sincera, P. James, no creo que todo lo que está haciendo y diciendo nos esté ayudando. Me está lastimando, Padre James.
Me encuentro parada en este puente que quería usted construir con su libro, pero se está derrumbando bajo mis pies. Está cayendo bajo el peso de todo lo que sé que es verdad, bajo la bondad, la verdad y la belleza de la verdadera Iglesia Católica y sus enseñanzas.
Entiendo lo que quería hacer con este libro, pero no puedo estar de acuerdo con todo lo que ha dicho.
Hay muchas cosas de las que podría hablar, pero quiero centrarme en un elemento en particular, el llamado de las personas con atracciones del mismo sexo a la castidad y la santidad.
Por encima de todo, soy una persona, no una persona homosexual. Solo hay tres tipos de personas: divinas, angélicas y humanas. La persona humana no puede ser reducida a su experiencia. Mi identidad es una hija amada de Dios, y no se puede rebajar a nada más.
Debido a mi naturaleza como persona humana, soy Creación de Dios y solo suya. Dios me hizo para Sí mismo y me llama a acercarme a Él en esta vida para que pueda permanecer con Él para siempre en la próxima.
Para permanecer con Dios, debo seguir sus mandamientos y las enseñanzas de la Santa Iglesia Católica. Si voy a seguir las reglas establecidas para mí, tengo que saber cuáles son. Lo que realmente son. Ninguna versión diluida de la fe me llevará al cielo.
Usted no dice que actuar de acuerdo con los deseos del mismo sexo está mal. Eso inherentemente incorrecto, padre. El diseño de Dios para el amor conyugal no incluye la unión del hombre y el hombre o la mujer y la mujer. Simplemente no funciona.
El matrimonio no es un invento hecho por el hombre, y por lo tanto no es nuestro para definir. Dios quiso que el matrimonio fuera entre un hombre y una mujer, ¡incluso el diseño de la anatomía humana puede dar fe de eso! Si comenzamos a negar esta verdad, perdemos de vista quiénes somos.
Hay una crisis de identidad que está causando estragos en la comunidad LGTB en este momento, porque basamos nuestras identidades en a quién nos sentimos atraídos emocional y/o sexualmente. ¡Somos mucho más que eso!
Llamar a mis deseos sexuales ‘objetivamente desordenado’ NO ES CRUEL’. Si deseo algo que no va a contribuir a mi santidad, entonces me hace quedar insatisfecho. No puedo entender y cumplir el plan de Dios para mí al ‘satisfacer’ un deseo que puede llevar a mi muerte.
Todos tenemos deseos que no deberían cumplirse; y deseamos cosas que no podemos tener. Mi deseo de dormir con una mujer no es diferente a eso. No es cruel, es lo que necesito escuchar, ES LA VERDAD.
Muéstreme respeto recordándome a mí y a mis hermanos y hermanas quiénes somos y todo lo que estamos llamados a ser.
Llámeme por lo que soy, llámeme hija de Dios, amada por Dios y llamada a la grandeza más allá de mi comprensión. Vea mi valor y mi valor como persona humana, y no me reduzca a una experiencia.
Muéstreme compasión caminando conmigo y llamándome a la santidad, porque la santidad es para todos.
Usted habla de cómo las personas con atracción a personas del mismo sexo son ‘discriminadas injustamente’ de muchas maneras. Esto es verdad. Pero me atrevo a decir que alimentarnos de una versión diluida del Evangelio también es una discriminación injusta.
Llámeme a la castidad y santidad. Dígame que puedo pelear, y soy lo suficientemente fuerte como para llevar mi cruz.
Al insinuar que necesito que las reglas se rompan por mí, que de alguna manera no puedo evitar actuar según mis deseos, me dice que no soy capaz de la misma santidad que mis hermanos y hermanas sin la atracción a personas del mismo sexo. Me dice que Dios no me ama lo suficiente como para darme la gracia y la fuerza para llevar mi cruz con dignidad, valentía y valor.
Cristo murió por mí. Él me dijo que recogiera mi cruz y la llevara detrás de él. Él me dará la fuerza para llegar al Calvario y, finalmente, al Cielo.
Muéstreme sensibilidad al encontrarme con amor auténtico, el mismo amor que Cristo me mostraría.
Sepan que en nuestro corazón queremos a Dios. Él nos hizo para sí mismo, y quiere que volvamos a él.
Muéstrenos Su rostro en su ministerio, en la forma en que nos ama, en la forma en que nos encuentra. Por favor, díganos lo que Él diría, Padre. Por favor, díganos la verdad y camine con nosotros en ese camino de regreso al que ama nuestra alma.
He conocido a demasiadas personas que intentan predicarme el Evangelio mientras me salgo de la Cruz.
La Cruz, la lucha, el sufrimiento no puede dejarse fuera. La Pascua no llegó sin el Viernes Santo, y no podemos llegar al Cielo sin luchar primero por ello en la tierra.
Los santos en el cielo lucharon por la santidad mientras estaban en la tierra. No podemos llegar al cielo sin luchar.
No trate de hacerme la pelea más fácil, Padre James, venga conmigo, pelee conmigo y hágame más fuerte.
Creo firmemente que el próximo gran santo de nuestra era será alguien que vivió con atracciones del mismo sexo.
También estamos llamados a la santidad, Padre.
Por favor, no ahogue esa hermosa llamada.
(Aciprensa)

NUESTRA FE ANTE EL CORONAVIRUS


En estos momentos en que estamos viviendo la pandemia del coronavirus, la gente ha entrado en pánico.
La gente está aterrada y hace lo posible por no contraer el coronavirus y por no transmitirlo a sus seres queridos.
No se piensa en otra cosa en estos días, y sin embargo yo me pregunto: ¿ponemos el mismo empeño en proteger nuestra salud espiritual? ¿ponemos el mismo empeño en intentar conservar la salud espiritual de nuestros seres queridos?
Dios nos habla a través de las pruebas, y Dios está hablando ahora. Este es un tiempo propicio, un tiempo de gracia para preguntarnos si en caso de morir...¿estamos preparados?
Hasta los mismos católicos nos negamos a enfrentarnos con la muerte cara a cara, y por eso circulan por ahí imágenes de Jesús con frases absurdas que dicen:
"La enfermedad no tocará mi casa porque Dios está conmigo"...No es ese el modo de encarar las cosas según nuestra fe. La enfermedad tocará tu casa si Dios lo permite y le parece bien para tu alma que la toque, porque se hará la voluntad de Dios, no la tuya.
Lo que debemos hacer los cristianos ante esta pandemia es no inquietarnos ni perder la paz, porque la inquietud no viene de Dios. Hay que orar para que acabe esta pandemia, pero sobretodo hay que orar para que todos tengamos un cambio de vida y nos volvamos hacia Dios, hay que orar por la conversión de los pecadores, hay que preparar nuestras almas como las prepararon las vírgenes prudentes de la Biblia, y sobretodo hay que confiar en Dios y ocuparnos más de Él. Santa Margarita cuenta que en una de sus apariciones Jesús le dijo: Ocúpate de mí y de mis cosas que yo me ocuparé de ti y de las tuyas.
Dios sabe lo que nos conviene, ocupémonos de sus cosas y Él se ocupará de las nuestras.
Y no olvidemos nunca que la salud espiritual es mucho más importante que la salud del cuerpo, porque este mundo pasa, pero la eternidad es para siempre.
(Carmen de Jesús Crucificado, O.C.D.S.)

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