MAESTRO DIVINO (Santa Isabel de la Trinidad)


 

Maestro divino, que sea yo corroborada en la fe,

en esa fe que no permite al alma adormecerse,

sino que la mantiene siempre vigilante bajo tu

mirada, totalmente recogida en la luz 

de tu palabra creadora…

¡Oh Verbo eterno, Palabra de mi Dios! 

Quiero pasar mi vida escuchándote. 

Quiero pasar mi vida atenta a tus inspiraciones 

para que seas mi único Maestro. 

Quiero vivir siempre en tu presencia

y morar bajo tu luz infinita a través de todas

las noches, vacíos y fragilidades. 

¡Oh, mi Astro querido! Ilumíname con tu esplendor fulgurante 

de tal modo que ya no pueda apartarme de tu divina irradiación 

(Isabel de la Trinidad, Cartas. Tratados espirituales)

SANTA GEMA AYUDA A LA LIBERACIÓN DE UN ALMA QUE ESTABA EN EL PURGATORIO


Santa Gema, como todos los santos, también tuvo mucha devoción y amor a las almas del purgatorio. Rezaba por ellas desde jovencita, pues dice su tía Elisa

Galgani que, durante sus vacaciones en Camaiore, se le veía ir al cementerio y pasar largas horas, rezando por las almas.

También se sabe que rezaba todos los días los cien requiem por las almas benditas. Y por ellas hizo el voto heroico, que consiste en el ofrecimiento de

todas sus obras satisfactorias por ellas.

En una oportunidad, su ángel le preguntó: 

“Gema, ¿cuanto hace que no has rogado por las almas del purgatorio? Oh, hija mía, piensas poco en esto. 

La Madre Teresa sigue sufriendo”. 

Desde la mañana no había rogado por ella. Me

dijo: “Me gustaría mucho que cualquier cosa, por pequeña que fuese, que sufrieras, la ofrecieras por las almas del purgatorio. Todo pequeño sufrimiento

las alivia ¡Cuánto sufren estas almas! ¿Quieres hacer algo esta noche por ellas? ¿Quieres sufrir?

Otro día el ángel le dijo que Jesús quería que sufriera esa noche unas dos horas por un alma de purgatorio... Sufrí de hecho dos horas como quería Jesús por la Madre María Teresa. En una de sus apariciones, Jesús le revela las angustias de la religiosa pasionista Madre Josefa, porque tenía en casa a sor María Teresa que estaba muy enferma. Jesús le reveló que, dentro de poco tiempo, moriría esta hermana María Teresa. 

Un viernes me pareció que Jesús me decía: 

“Gema, la Madre Teresa (era una religiosa pasionista) está en el purgatorio, ruega por ella, pues sufre mucho”. Cuando lo oí no quería creer que fuera ella... El ángel de mi guarda me dijo que hasta la más

mínima cosa que padeciese lo ofreciese todo por las almas del purgatorio, en especial por ella. Así lo hice. Un jueves me hizo Jesús sufrir dos horas más por

ella, diciéndome que había aliviado sus penas… Yo pensé que el día de la Asunción de María Jesús se la llevaría consigo. Serían las nueve de la mañana

y me pareció que me daban sobre el hombro (un golpecito) y vi cerca de mí una persona vestida de blanco. ¡Qué miedo sentí! Me preguntó:

- ¿Me conoces? Yo soy la Madre Teresa. Vengo a darte gracias por el bien que me has hecho y por el interés que te has tomado para que cuanto antes pudiera entrar en el paraíso. Sigue haciéndolo así. Unos cuantos días más y seré feliz eternamente.

- No me dijo más y desapareció.

Desde esa hora, redoblé con el máximo empeño mis pobres oraciones.

Ayer por la mañana, después de la sagrada comunión, Jesús me dijo que hoy, a medianoche volaría al cielo.

Me había prometido Jesús que me daría una señal. Era ya la medianoche y nada. A la media me pareció que la Virgen venía a avisarme, diciéndome que la hora se acercaba. Después de unos instantes, la vi venir acompañada de su ángel custodio. Estaba vestida de pasionista. Me dijo que su purgatorio había

terminado y se iba al cielo... Sonreía y no puede figurarse lo jubilosa que iba.

Fueron a recogerla Jesús y su ángel de la guarda. Al tomarla, Jesús dijo: “Ven, oh alma, que me has sido tan querida”. Y se la llevó.

(Santa Gema Galgani, amor total, P. Ángel Peña O.A.R.)

ORACIÓN PARA ANTES DE CONFESARSE (Por San Alfonso María de Ligorio)


 

Dios y Señor de las misericordias, 

todo cubierto de confusión, y penetrado del dolor de

mis culpas, vengo, Señor, a vuestros pies.

Yo vengo con firme resolución de abominarlas

todas, y con un verdadero pesar de haber ofendido 

a un Dios tan bueno, tan amable,

y tan digno de ser amado. 

¡Ay Dios mío de mi alma! 

¿Ésta es la correspondencia que merecen, Señor, vuestras piedades? ¿Éste es, Dios mío,  el reconocimiento que vos esperabais de mí, 

después de haberme amado, hasta derramar vuestra preciosa sangre, por librarme de la crueldad de mis enemigos, y de las llamas del infierno? 

Sí, señor, yo he sido con vos muy vil e ingrato. 

Os pido humildemente perdón de todos mis

pecados, dadme gracia para hacer digna penitencia de ellos; haced, Dios mío, que me llegue a

los pies del confesor, que en vuestro nombre

me espera, con las disposiciones necesarias.

Dadme luz para conocer la fealdad de mis culpas.

Dadme una verdadera contrición de ellas:, abrid mi boca, para que las confiese enteramente, a fin de que reciba dignamente el santo sacramento de la Penitencia, y obtenga vuestra divina gracia. Amen. 


EL INFIERNO ES DOGMA DE FE

 



A algunos, que no han estudiado a fondo la Religión, les parece que siendo Dios misericordioso no va a mandarnos a un castigo eterno. 

Sin embargo, que el infierno es eterno es dogma de fe. Pero hemos de tener en cuenta que Dios no nos manda al infierno; somos nosotros los que libremente lo elegimos. 

Él ve con pena que nosotros le rechazamos a Él

por el pecado; pero nos ha hecho libres y no quiere privarnos de la libertad que es consecuencia de la inteligencia que nos ha dado.

Jesucristo nos enseñó clarísimamente la gran misericordia de Dios. Pero también nos dice que el infierno es eterno. 

Cristo afirmó la existencia de una pena eterna, entre otras veces, cuando habló del juicio final: «Dirá a

los de la izquierda: apartaos de mí, malditos, al fuego eterno preparado para el diablo». Y después añade que los malos «irán al suplicio eterno y los justos a la vida eterna». Es dogma de fe que existe un infierno eterno para los pecadores que mueran sin arrepentirse.

Aunque Dios es misericordioso, también es justo. Dice la Sagrada Escritura: «Tan grande como ha sido mi misericordia, será también mi justicia».

El infierno existe, no porque lo quiera Dios, que no lo quiere; sino porque el hombre libre puede optar contra Dios. No es necesario que sea una acción explícita. 

Se puede negar a Dios implícitamente, con las obras de la vida. 

Si negamos la posibilidad del hombre para pecar, suprimimos la libertad del hombre. Si el hombre no es libre para decir NO a Dios, tampoco lo sería para decirle SI. 

La posibilidad de optar por Dios incluye la posibilidad de rechazarlo .

El gran misterio del infierno es que aunque Dios desea la salvación de todos los hombres, nosotros somos capaces de condenarnos. Dios nos ha creado libres y quiere que nos comportemos como tales. 

Negar la posibilidad de condenarnos es negar la libertad del hombre.

¿por qué permite la existencia de su enemigo?

Pregúntaselo a Él: también permite tu existencia, siendo como eres malo con Él, al reirte y despreciarlo y burlarte de Él. Sin embargo, como toda criatura, buena o malo, tú y el demonio, por enemigos que queráis ser de Dios, servís para darle gloria, igual que los personajes malos de una novela, aunque odiasen a su novelista, no dejan de ser instrumentos de su

gloria como Autor de una Gran Obra. Y esa es la tragedia del demonio: intenta el mal, pero de todo mal Dios puede sacar un bien.

Como ya hemos dicho: Dios no llena el infierno; la gente se va de cabeza con sus elecciones cotidianas, cuando endurece su corazón y dice "no necesito a Dios": finalmente llegan a una eternidad sin Dios, y a ese estado de eternidad sin Dios, más allá de la muerte, con ausencia de bien y plenitud de mal, le llamamos infierno.

(Estudio teológico, escriturístico

y testimonial sobre el Infierno)


QUE MI CORAZÓN SEA TU PEQUEÑA BETANIA


 

Oh, Jesús, Amado mío, qué dulce es amarte, pertenecerte, tenerte por único todo!

Ahora que vienes cada día a mi corazón, que nuestra unión sea cada día más íntima. 

Que mi vida sea una oración continua, un prolongado

acto de amor. 

Que nada pueda distraerme de ti, ni los ruidos ni las

distracciones. 

Me gustaría tanto, oh mi Señor, vivir contigo en el

silencio. Pero lo que amo sobre todo es cumplir tu voluntad. 

Y ya que quieres que esté todavía en el mundo, me someto de todo corazón por amor tuyo. 

Yo te ofrezco la celda de mi corazón para que sea tu pequeña Betania.

Ven a descansar. Te amo tanto... Quisiera consolarte y me ofrezco a ti como víctima, oh Maestro, por ti, contigo. 

Acepto de antemano todos los sacrificios, todas las pruebas, incluso la de no sentirte conmigo. 

Sólo te pido una cosa: ser siempre generosa y fiel, siempre; aunque nunca vuelva a poseerme. 

Quiero cumplir perfectamente tu voluntad, responder siempre a tu gracia. Deseo ser santa contigo y para ti, pero siento mi impotencia. (Oh, sé mi santidad!. 

Si nunca me enmiendo, oh, te conjuro, te suplico, Llévame, hazme morir mientras yo soy toda tuya. 

Yo soy tu pequeña mimada, tú me lo dices; pero tal vez la prueba venga muy pronto y entonces seré yo quien te daré. 

Señor, no son estos dones, estos consuelos de que me colmas, lo que yo busco. Es a ti, únicamente a ti. Sostenme siempre, tómame cada vez más. 

Que todo en mí te pertenezca. Rompe, arranca todo lo que te disgusta para que sea toda tuya. 

Oh, cada latido de mi corazón es un acto de amor!. Jesús mío, Dios mío, qué bueno es amarte, ser tuya completamente!

(Santa Isabel de la Trinidad)

ORACIÓN A LA VIRGEN DEL CARMEN POR LAS ALMAS DEL PURGATORIO

 María Santísima, Madre y abogada nuestra,

Virgen Santísima del Carmen, 

Patrona de las Almas del Purgatorio, 

te ruego que intercedas por ellas,

te ruego que las visites como visitaste a tu prima Isabel, 

que encendida en caridad fuiste deprisa

en su socorro para ayudarla en lo que ella necesitara,

teniendo para ello que recorrer tanta distancia 

por caminos ásperos y peligrosos, 

pues de la misma manera te ruego visites 

y confortes a las benditas Almas 

que están retenidas en el Purgatorio.

Ten compasión de estas almas tan queridas 

por tu amadísimo Hijo, 

ya que para que no se perdieran 

quiso derramar toda su sangre. 

Por los méritos de la sangre de tu Hijo, 

por la espada que atravesó tu alma afligida,

por los dolores de san José para salvar a Jesús

de una muerte segura, por los dolores y méritos 

de todos los santos de todos los tiempos, 

te pido, Santísima Virgen del Monte Carmelo,

especial protectora de las Almas del Purgatorio,

que socorras a las que estén más necesitadas,

a las más olvidadas.

Amén.





BENDITO Y ALABADO SEAS PARA SIEMPRE, SEÑOR



Para que alabemos y demos gracias al Señor, que tanto quiso padecer por nosotros responderemos:

Bendito y alabado seas para siempre, Señor.

Por la agonía del huerto, y la prisión del Señor.

Bendito y alabado sea, etc.

Por las bofetadas y golpes que padeció el Señor por nosotros.

Bendito y alabado seas...

Por las afrentas, falsos testimonios y desprecios que con tanto amor sufrió por nosotros.

Por las salivas y blasfemias que con tanta paciencia toleró por nosotros.

Por los azotes y dolores que sintió amarrado a la columna.

Por el escarnio y mofa que padeció el Señor cuando le cubrieron su santísimo rostro, vistieron de púrpura, y le pusieron por cetro una caña, como a rey de burlas.

Por la corona de espinas que traspasó su santísima cabeza.

Por la vergüenza que sintió el Señor, cuando después de azotado le mostró Pilato al pueblo, diciendo: Mirad aquí el hombre.

Por la sangre y lágrimas que vertió el Señor en su santísima pasión.

Por la sentencia de muerte que por nuestra salvación con tanto amor admitió.

Por la cruz que por nuestras culpas cargó el Señor, y por las caídas que dio en el camino del monte Calvario.

Por los dolores que sintió cuando despojándole de sus vestiduras para crucificarle le renovaron todas sus llagas.

Por los dolores que sintió cuando con tanta

crueldad le clavaron sus santísimos pies y manos.

Por el dolor que sintió cuando le levantaron clavado en la cruz.

Por la hiel y vinagre que probó por nosotros.

Por su santísima muerte, por la lanzada con

que atravesaron su santísimo costado ya difunto, y por la sangre y agua que salió de su santísimo costado.

Por el entierro y sepultura, y por todo cuanto padeció el Señor en su santísima pasión:

Bendito y alabado, etc.

Bendito sea para siempre tan gran Señor:

Que lo alaben los ángeles por el amor con que tanto quiso padecer por nosotros; y pues nuestros pecados fueron causa de tantas penas, digan

todos con íntimo dolor de haberle ofendido:.

Señor, pequé, ten misericordia de mí. Pecamos y nos pesa, tened misericordia de nosotros. 

(Áncora de Salvación, Fray Jose Mach)

ORACIÓN DE SAN ALFONSO Mª DE LIGORIO PARA ALCANZAR LA SANTIDAD


¡Oh Jesús mío!, quiero amarte y hacerme santo, y lo quiero para complacerte y amarte mucho en esta y en la otra vida. 

Nada puedo, pero Tú lo puedes todo y eres quien me quiere santo.

Siento ya que, por un efecto de tu gracia, mi alma suspira por ti  y a nadie busca sino a ti. 

No quiero seguir viviendo para mí; Tú me deseas todo tuyo  y yo quiero darme por entero a ti. 

Eres bondad infinita, que con tanto amor me ha distinguido; eres amante excesivo y amable sobre cuanto se puede encarecer. 

¿Cómo, pues, podré amar otra cosa fuera de Ti? Prefiero tu amor a todas las cosas creadas; 

Eres el dueño único de todos mis afectos. 

Renuncio a todo para no tener más ocupación que amarte a ti solo, Creador mío, Redentor mío, consuelo, esperanza, amor mío y mi todo.

No desconfío de llegar a la santidad, a pesar de mis ofensas pasadas, pues reconozco que, si has muerto, ha sido para perdonar al pecador que se arrepiente. 

Te amo con toda mi ama, te amo de todo corazón, te amo más que a mí mismo y me arrepiento sobre otro mal de haberte disgustado, sumo bien.

Ya no soy mío, sino tuyo; dispón de mí, ¡oh Dios de mi corazón!, como os plaza. Acepto, para agradarte, cuantas tribulaciones queráis permitir en mi vida, enfermedades, dolores, angustias, ignominias, pobreza, persecuciones y desconsuelos; 

todo lo acepto para complaceros. 

Acepto también la muerte que quieras enviarme, con todas las congojas y cruces que la han de acompañar;

me basta con que me concedas la gracia de amarte con todo corazón. 

Ayuda y fuerza te pido para que pueda reparar, en lo que me reste de vida, las amarguras que en lo pasado te causé, único amor del alma mía.

 ¡Oh Reina del cielo y Madre de Dios, abogada poderosa de los pecadores, en  confío!

MARÍA, TÚ ECUCHASTE...(Fray Giuseppe Canovai)


 

¡Oh María!, tú eres la criatura de la atención interior, del perfecto silencio, del perfecto y consumado escuchar. Te has hecho pobre y humilde en el duro

trabajo de cada día: has vivido trabajando en el templo, fatigada y cansada en la pobreza de Belén, pobre por los caminos de la tierra: conociste las

amarguras y las fatigas del trabajo cotidiano, pero nunca te apartó de la atención interior, del continuo coloquio interior, del silencioso y continuo escuchar. Tú eres, la criatura del intenso y consumado escuchar...

Escuchaste la palabra del gran mensaje y lo recibiste discreta y serena;

escuchaste los cantos de los ángeles sobre la cuna de tu Unigénito y los acogiste humilde y alegre; escuchaste la palabra del destierro y la seguiste

confiada y paciente; 

escuchaste la palabra que trazaba sobre ti la grande

señal de la cruz y la aceptaste fuerte y generosa; escuchaste de boca del Señor la dura palabra que no comprendiste y la encerraste en tu corazón, en

silencio, como una perla preciosa y la defendiste contra todas las cosas de la tierra, protegiéndola con un velo de amargura, afligida y resignada a la vez,

en que ya se difundía la indecible tristeza del Calvario. Tú no perdías ni una sola de las palabras del Hijo, no perdías ni una de las palabras que pronunciaba interiormente el Espíritu santo que te había hecho fecunda en el misterio infinito de la Encarnación. 

Las escuchabas y las recogías todas, ya con la solicitud devota de la hija hacia la gran palabra del Padre, ya con la intimidad discreta de una esposa hacia la palabra encendida del Espíritu, ya con la ternura amorosa de la madre hacia las palabras dulcísimas del Verbo hecho en ti carne de tu carne. 

(Fray Giuseppe Canovai) 

DAR TESTIMONIO DE TI, SEÑOR


 


Señor, Dios nuestro, queremos que 

nuestros pasos dejen testimonio de ti, 

que donde encontremos odio, 

dejemos huellas profundas de amor, 

que donde se albergue la venganza, 

pongamos delicadamente el perdón, 

que donde reine el pesimismo, 

sembremos el optimismo de los que confían en Dios, 

que donde la tristeza arruine la vida, 

llevemos el consuelo de una alegre esperanza, 

que donde encontremos división,

sembremos la fecundidad de la unión, 

que donde el error destruya el camino, 

la luz de la verdad sea nuestro don, 

que donde el egoísmo va dejando víctimas inocentes, 

seamos presencia generosa de tu amor. 

Derrama, Señor, sobre nosotros tu Espíritu de amor,

para que habiendo recibido juntos el perdón, juntos

santifiquemos nuestra vida y avancemos por el

camino de tu amor. 

Te lo pedimos por Jesucristo nuestro Señor. Amén.

MARÍA SOCORRE A SAN FRANCISCO DE SALES



Tenía San francisco de Sales unos diecisiete años y se encontraba en París dedicado al estudio y entregado al santo amor de Dios, disfrutando de dulces

delicias de cielo. Mas el Señor, para probarlo y estrecharlo más a su amor, permitió que el demonio le obsesionase con la tentación de que todo lo que hacía era para nada, porque en los divinos decretos estaba condenado. 

La oscuridad y aridez en que Dios quiso dejarlo, ya que se encontraba insensible a los

pensamientos más dulces sobre la divina bondad, hicieron que la tentación tomara más fuerza para afligir el corazón del santo joven, hasta el punto de que por esos temores y desolaciones perdió el apetito, el sueño, el color y la alegría, de modo que

daba lástima a todos los que lo veían.

Mientras duraba aquella terrible tempestad, el santo joven no sabía concebir otros pensamientos ni proferir otras palabras que no fueran de desconfianza y de

dolor. “¿Entonces estaré privado de la gracia de Dios, que en lo pasado se me ha mostrado tan amante y suave? ¡Oh amor, oh belleza a quien he consagrado

todos mis afectos! ¿Ya no gozaré más de tus consolaciones? ¡Oh Virgen Madre de Dios, la más hermosa de todas las hijas de Jerusalén! ¿Es que no te he de ver en el paraíso? Ah Señor, ¿es que no he de ver tu rostro? Al menos no permitas que yo

vaya a blasfemar y maldecirte en el infierno”. 

Estos eran los tiernos sentimientos de aquel corazón afligido y enamorado de Dios y de la Virgen.

La tentación duró un mes, pero al fin el Señor se dignó librarlo por medio de María santísima, la consoladora del mundo, a la que el santo había consagrado su

virginidad y en la que afirmaba tener puesta toda su confianza.

Una tarde, yendo hacia casa, vio una tablilla pegada al muro. La leyó, y era la siguiente oración: 

“Acordaos, piadosísima María, que jamás se ha oído

decir que ninguno de los que han acudido a ti se haya visto por ti desamparado”.

Postrado junto al altar de la Madre de Dios rezó con afecto aquella oración, le renovó su voto de castidad y prometió rezarle todos los días un rosario. Y luego añadió: “Reina mía, sé mi abogada ante tu divino Hijo, al que no me atrevo a recurrir. Madre mía, si yo, infeliz, en la otra vida no puedo amar a mi Señor que es tan digno de ser amado, al menos consígueme que te ame en este mundo inmensamente. Esta es la gracia que te pido y de ti la espero”. 

Así rezó a la Virgen y se abandonó por completo en brazos de la divina misericordia, resignado completamente a la voluntad de Dios. Pero apenas había concluido su oración, en un instante la Virgen le libró de la tentación. Recuperó del todo la paz del alma y la salud corporal y siguió viviendo devotísimo de María, cuyas alabanzas y misericordias no cesó de anunciar en predicaciones y libros toda la vida.

(Las Glorias de María, San Alfonso Mª de Ligorio)

POR LO SUCEDIDO EN CHILE


 
Escuché por ahí: ¡Hemos quemado la Iglesia! ¡Muera la Iglesia!

¡No mi hermano! tú no has quemado a la Iglesia, has quemado un templo.

Mientras tú quemabas los templos, la Iglesia estaba repartiendo despensas para los más pobres.

Mientras tú destruías vitrales y bancas, la Iglesia estaba cuidando a los ancianos sin techo y sin hogar.

Mientras tú destruías imágenes y lanzabas gritos por doquier, la Iglesia estaba muy ocupada dando de comer a la gente de la calle.

Mientras tu irrumpías cual malhechor en los templos y rayabas las paredes, la Iglesia estaba acompañando a los que se sienten solos, a los que estorban en este mundo.

Mientras tú celebrabas la caída de las torres, la Iglesia estaba abriendo las puertas de sus hospitales.

Mientras tú destruías las aulas y los adornos en las paredes, la Iglesia madrugaba para ofrecer educación a millones de niños y jóvenes en los colegios alrededor del mundo.

Mientras tu gritabas: ¡muerte al Nazareno!, la Iglesia seguía más viva que nunca, porque tu fuego no me mata, tu fuego alimenta mi fe y la fortalece, soy una contradicción en medio de este mundo que amo bastante.

Como te podrás dar cuenta, tu no quemaste a la Iglesia, la encendiste en caridad y pasión; caridad por ti, porque nuestro fundador nos dijo un día: “bendigan a quienes los maldicen”; pasión por todos, porque lo que haces no nos apaga, nos enciende de más ganas de extender la mano a quien más lo necesita. Porque tus actos hoy, me hacen tener la certeza de que este mundo no cambiará con violencia sino con amor, comprensión y dialogo.

Yo no soy tu enemigo y yo no estoy enojado contigo, eso iría en contra de mis valores. Oro y pido por ti, porque algún día, tú y yo podamos sentarnos como hermanos en una misma mesa. Todo es posible cuando hay amor.

No has quemado a la Iglesia, la has encendido en amor por ti, sí, soy contradicción en medio de este mundo.

Déjame decirte que lo que has quemado, es un montón de piedras inertes que no tienen vida, muy preciadas por nosotros porque es nuestra casa común, pero al final, solo eso, piedras sin vida.

Las PIEDRAS VIVAS seguimos de pie, luchando, trabajando y amando. Porque una Iglesia no está constituida por ladrillos, sino por personas, los templos caen pero la Iglesia sigue en pie, más fuerte que nunca.

Te presento a mi Iglesia: niños, jóvenes, adultos y ancianos que queremos caminar en amor, miembros de un mismo Cuerpo, donde la Cabeza es Jesús.

MI FE NO SE QUEMA, se enciende con tu fuego. NO HAS QUEMADO UNA IGLESIA, nos has dado combustible, combustible para no caer y poder perdonar, combustible para construir y no quemar.

La humanidad se ha equivocado, algunos miembros de la Iglesia también, miembros de nuestra familia nuclear también se han equivocado, incluso yo me he equivocado, tú también, somos humanos y en nuestro corazón hay mancha. Aquí no estamos buscando culpables, no buscamos castigos o muerte a quienes destruyen, buscamos soluciones, construir una nueva civilización. Como lo dice el Papa Francisco inspirado en el gran San Francisco de Asís: “TODOS SOMOS HERMANOS”.

Como te podrás dar cuenta, la Iglesia es difícil de quemar.

P David Beltrán

ORACIÓN DEL PERDÓN

 Señor, tú has dicho: "vende lo que tienes y dalo a

los pobres".

Perdónanos, por nuestros caprichos, por nuestros

gastos innecesarios, por nuestras exigencias.

Confiamos en tu misericordia.

Señor, tú nos has dicho: "que vuestro amor sea

sincero..." (Rom 12, 9).

Perdónanos por no amar de veras, por nuestras

incomprensiones. Por negar servicios y favores. Por

mandar sin dialogar; por obedecer sin sonreír.

Confiamos en tu misericordia.

Señor, tú nos has dicho: "alegraos con los que se

alegran y llorad con los que lloran" (Rom 12,15).

Perdónanos por no alegrarnos con los que triunfan,

con los que siempre sonríen, con los felices, con los

que tienen suerte. Perdónanos por no

comprometernos con los que sufren. 

Confiamos en tu misericordia.

Señor, tú nos has dicho: "bendecid a los que os

persiguen; bendecid, no maldigáis" (Rom 12, 14).

Perdónanos por ser rencorosos, vengativos.

Perdónanos por no comprender a quienes no piensan

como nosotros. Por nuestra indiferencia ante los

demás. Confiamos en tu misericordia.

Señor, tú nos has dicho: "esforzaos por llevar una

vida laboriosa" (Tes 4,11). 

Perdónanos por nuestra falta de entrega y lealtad en el trabajo personal y comunitario. Por no ser fermento en la masa.

Confiamos en tu misericordia.

Señor, tú nos has dicho: "ofreced vuestros

cuerpos como ofrenda grata" (Rom 12,1).

Perdónanos por buscar compensaciones que nos han

apartado del amor absoluto de nuestra vida, 

que eres Tú. 

Confiamos en tu misericordia.

Señor, tú nos has dicho: "Vivid alegres en la

esperanza, pacientes en la tribulación, constantes en

la oración" (Rom 12, 12). 

Perdónanos, por no aceptarnos como somos, por no ser fuertes en la prueba. 

Confiamos en tu misericordia.

Señor, tú nos has dicho: "Esta es la vida eterna:

que te conozcan a ti, único Dios verdadero, y a tu

enviado Jesucristo" (Jn 17, 3). 

Perdónanos, por nuestra falta de fe comprometida. Por refugiarnos en una fe que es evasión, o superficialidad. 

Perdónanos por callar tus maravillas. 

Confiamos en tu misericordia.

(Oraciones y plegarias católicas)




SAN JOSÉ, PROTEGE A LA IGLESIA



Solícito Custodio y Protector de la Iglesia, 

San José, 

a ti acudimos en busca de refugio y protección,

nuestros corazones están rotos al ver cómo

se están destruyendo e incendiando templos, 

destruyendo imágenes que debieran ser veneradas,

y sin embargo están siendo profanadas, decapitadas,

pisoteadas...ten compasión de la Iglesia Católica,

la más perseguida por ser la verdadera. 

Así como un día Jesús fue perseguido y odiado, 

así también su santa Iglesia está siendo ahora

perseguida también, odiada y atormentada.

Danos paciencia a ejemplo de Jesús, 

que no se endurezcan nuestros corazones a causa

de ver tanto mal y tanto odio.

Danos, san José, espíritu de paciencia y amor,

danos fortaleza ahora más que nunca para 

estar todos los católicos unidos en una misma

fe y un mismo espíritu de concordia, 

animándonos y ayudándonos unos a otros,

como lo hacían los mártires y los primeros cristianos.

Danos la esperanza y haznos recordar las palabras

de Cristo: y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella (Mt 16).

Te pedimos en estos momentos tu especial 

protección y te pedimos por los perseguidores

para que puedan arrepentirse de tanto mal.

Que María, tu esposa, interceda también por 

la Santa Iglesia que fundó Jesucristo.

Amén

𝐀𝐋𝐀𝐁𝐀𝐍𝐙𝐀 𝐀𝐋 𝐒𝐀𝐆𝐑𝐀𝐃𝐎 𝐂𝐎𝐑𝐀𝐙Ó𝐍 𝐃𝐄 𝐉𝐄𝐒Ú𝐒



¡Alabado sea el sagrado Corazón de Jesús

en el santísimo sacramento del Altar!

¡Sea por siempre bendito y alabado!

¡Sagrado Corazón de Jesús, en Tí confío!

Confío el pasado a tu Misericordia,

Confío el presente a tu Amor, y

Confío el futuro a tu Providencia.

¡Amén!

𝕆ℝ𝔸ℂ𝕀Óℕ 𝔸 𝕊𝔸ℕ𝕋𝔸 𝕄𝔸ℝ𝔾𝔸ℝ𝕀𝕋𝔸 𝕄𝔸ℝÍ𝔸 𝔻𝔼 𝔸𝕃𝔸ℂ𝕆ℚ𝕌𝔼


 

¡ᴏʜ ʙɪᴇɴᴀᴠᴇɴᴛᴜʀᴀᴅᴀ ᴍᴀʀɢᴀʀɪᴛᴀ ᴍᴀʀíᴀ! ᴅᴇᴩᴏꜱɪᴛᴀʀɪᴀ ᴠᴇɴᴛᴜʀᴏꜱᴀ ᴅᴇʟ ᴛᴇꜱᴏʀᴏ ᴅᴇ ʟᴏꜱ ᴄɪᴇʟᴏꜱ, ᴇʟ ᴄᴏʀᴀᴢóɴ ᴅɪᴠɪɴᴏ ᴅᴇ ᴊᴇꜱúꜱ, 

ᴩᴇʀᴍɪᴛᴇ qᴜᴇ, ᴄᴏɴꜱɪᴅᴇʀáɴᴅᴏᴛᴇ ᴍɪ ʜᴇʀᴍᴀɴᴀ, ᴇɴ ᴇꜱᴛᴇ ɪɴᴄᴏᴍᴩᴀʀᴀʙʟᴇ ᴀᴍᴏʀ, ᴛᴇ ʀᴜᴇɢᴜᴇ ᴍᴇ ᴅᴇꜱ ᴄᴏɴ ɢᴇɴᴇʀᴏꜱɪᴅᴀᴅ, ʟᴀ ᴩᴀʀᴛᴇ qᴜᴇ ᴍᴇ ᴄᴏʀʀᴇꜱᴩᴏɴᴅᴇ ᴇɴ ᴇꜱᴀ ᴍᴀɴꜱɪóɴ ᴅᴇ ɪɴꜰɪɴɪᴛᴀ ᴄᴀʀɪᴅᴀᴅ. 


ᴄᴏɴꜰɪᴅᴇɴᴛᴇ ᴅᴇ ᴊᴇꜱúꜱ, ᴀᴄéʀᴄᴀᴍᴇ ᴛú ᴀʟ ꜱᴀɢʀᴀʀɪᴏ ᴅᴇ ꜱᴜ ᴩᴇᴄʜᴏ ʜᴇʀɪᴅᴏ; ᴇꜱᴩᴏꜱᴀ ᴅᴇ ᴩʀᴇᴅɪʟᴇᴄᴄɪóɴ, ᴇɴꜱéñᴀᴍᴇ ᴀ ꜱᴜꜰʀɪʀ ᴩᴏʀ ʟᴀ ᴅɪʟᴀᴛᴀᴄɪóɴ ᴅᴇ ᴀqᴜᴇʟ ʀᴇɪɴᴀᴅᴏ ᴄᴜyᴀ ᴄᴀᴜꜱᴀ ᴛᴇ ᴄᴏɴꜰɪó ᴇʟ ᴍᴀᴇꜱᴛʀᴏ. ᴀᴩóꜱᴛᴏʟ ᴅᴇʟ ꜱᴀɢʀᴀᴅᴏ ᴄᴏʀᴀᴢóɴ, ᴄᴏɴꜱíɢᴜᴇᴍᴇ qᴜᴇ ꜱᴇ ʀᴇᴀʟɪᴄᴇɴ ᴄᴏɴᴍɪɢᴏ ʟᴀꜱ ᴩʀᴏᴍᴇꜱᴀꜱ qᴜᴇ ᴇɴ ʙᴇɴᴇꜰɪᴄɪᴏ ᴅᴇ ꜱᴜ ɢʟᴏʀɪᴀ, ᴛᴇ ʜɪᴢᴏ ᴏᴄʜᴇɴᴛᴀ y ꜱɪᴇᴛᴇ ᴠᴇᴄᴇꜱ ᴇʟ ᴀᴍᴀᴅᴏ; ᴅɪꜱᴄíᴩᴜʟᴀ ʀᴇɢᴀʟᴀᴅᴀ ᴅᴇʟ ᴅɪᴠɪɴᴏ ᴄᴏʀᴀᴢóɴ, ᴇɴꜱéñᴀᴍᴇ ʟᴀ ᴄɪᴇɴᴄɪᴀ ᴅᴇ ᴄᴏɴᴏᴄᴇʀʟᴏ ᴄᴏᴍᴏ ʟᴏ ᴄᴏɴᴏᴄɪꜱᴛᴇ ᴛú, ᴇɴ ᴇʟ ᴩᴇʀꜰᴇᴄᴛᴏ ᴏʟᴠɪᴅᴏ ᴅᴇ ᴍí ᴍɪꜱᴍᴏ y ᴅᴇ ʟᴀ ᴛɪᴇʀʀᴀ. 


ᴠíᴄᴛɪᴍᴀ ᴅᴇʟ ᴄᴏʀᴀᴢóɴ ᴅᴇ ᴊᴇꜱúꜱ ꜱᴀᴄʀᴀᴍᴇɴᴛᴀᴅᴏ, ᴛᴏᴍᴀ ᴇʟ ᴍíᴏ, y ᴏᴄúʟᴛᴀʟᴏ ᴇɴ ʟᴀ ʟʟᴀɢᴀ ᴅᴏɴᴅᴇ ᴛú ᴠɪᴠɪꜱᴛᴇ, ᴄᴏᴍᴩᴀʀᴛɪᴇɴᴅᴏ ᴀʜí ʟᴀꜱ ᴀɢᴏɴíᴀꜱ ᴅᴇʟ ᴄᴀᴜᴛɪᴠᴏ ᴅᴇʟ ᴀᴍᴏʀ, ᴅᴇ ᴊᴇꜱúꜱ-ᴇᴜᴄᴀʀɪꜱᴛíᴀ. ᴇʟ, ᴛᴇ ᴅɪᴊᴏ, ʜᴇʀᴍᴀɴᴀ ᴍᴜy ᴀᴍᴀᴅᴀ, qᴜᴇ ᴅɪꜱᴩᴜꜱɪᴇʀᴀꜱ ᴇɴ ʟᴀ ᴇᴛᴇʀɴɪᴅᴀᴅ ᴅᴇʟ ᴄɪᴇʟᴏ, ᴅᴇ ᴇꜱᴛᴇ ᴏᴛʀᴏ ᴄɪᴇʟᴏ, ᴇʟ ᴅᴇ ꜱᴜ ᴄᴏʀᴀᴢóɴ ꜱᴀᴄʀᴀᴍᴇɴᴛᴀᴅᴏ; ¡ᴏʜ ᴍᴀʀɢᴀʀɪᴛᴀ ᴍᴀʀíᴀ! ᴇɴᴛʀéɢᴀᴍᴇʟᴏ, ᴩᴜᴇꜱ, ᴩᴀʀᴀ ᴄᴏɴꜱᴜᴍɪʀᴍᴇ ᴇɴ ᴇꜱᴇ ɪɴᴄᴇɴᴅɪᴏ, ᴅáᴍᴇʟᴏ ᴩᴀʀᴀ ʟʟᴇᴠᴀʀʟᴏ ᴄᴏᴍᴏ ᴠɪᴅᴀ ʀᴇᴅᴇɴᴛᴏʀᴀ ᴀ ʟᴏꜱ ᴩᴏʙʀᴇꜱ ᴩᴇᴄᴀᴅᴏʀᴇꜱ y ᴄᴏᴍᴏ ɢʟᴏʀɪꜰɪᴄᴀᴄɪóɴ ᴅᴇ ᴇꜱᴇ ᴍɪꜱᴍᴏ ᴄᴏʀᴀᴢóɴ ᴅɪᴠɪɴᴏ ᴀ ʟᴀꜱ ᴀʟᴍᴀꜱ ᴅᴇ ʟᴏꜱ ᴊᴜꜱᴛᴏꜱ. ¡ᴀʜ, ꜱí! ᴄᴏᴍᴩᴀʀᴛᴀᴍᴏꜱ, ʜᴇʀᴍᴀɴᴀ ᴍíᴀ ᴇʟ ᴍɪꜱᴍᴏ ꜱᴀᴄʀɪꜰɪᴄɪᴏ, ᴇʟ ᴍɪꜱᴍᴏ ᴀᴩᴏꜱᴛᴏʟᴀᴅᴏ, ᴇʟ ᴍɪꜱᴍᴏ ᴩᴀʀᴀíꜱᴏ ᴅᴇʟ ᴄᴏʀᴀᴢóɴ ᴅɪᴠɪɴᴏ ᴅᴇ ᴊᴇꜱúꜱ: ᴠᴇɴɢᴀ ᴀ ɴᴏꜱ ꜱᴜ ʀᴇɪɴᴏ. (ᴀᴄɪᴩʀᴇɴꜱᴀ)

¡OH DIOS MÍO! TÚ ESTÁS EN MÍ Y YO EN TÍ (Santa Isabel de la Trinidad)

 ¡Oh Dios mío! Tú estás en mí 

y yo en ti.

He hallado mi cielo en la tierra, 

porque el cielo eres Tú que te encuentras 

dentro de mí. 

Aquí te encuentro y poseo, 

aunque no sienta tu presencia. 

Tú siempre estás ahí, en mi interior. 

¡Cómo me gusta buscarte en mí! 

Haz, Señor, que no te deje nunca solo” 

(Santa Isabel de la Trinidad, Cartas. Obras, cfr. Div., 479).



 

TU NOMBRE SANTÍSIMO: JOSÉ


Patriarca felicísimo San José, 

abogado fidelísimo de los mortales. 

José santo, José justo, José inocente, 

José bienaventurado. ¿Quién pudiera

tener siempre en la boca tu nombre, 

y no despedir un solo aliento, una sola respiración, sino acompañada de tu nombre santísimo?.

¡Quién pudiera nombrar a José con aquel respeto, con aquel puro amor, y con aquella gracia con que lo pronunciaba María Santísima tu Esposa! 

Acuérdate, José mío, de aquella prontitud con que acudías a ver a tu Esposa cuando te llamaba, y date prisa en acudir en la mayor necesidad en la hora de mi muerte; que ahuyentado el demonio, despida yo el último aliento envuelto en tu nombre,

y en nombre de Jesús y María. Amen. 

(Devocionario Josefino)


TODOS PODEMOS SALVAR ALMAS



¿Cuándo amanecerá para el mundo el día de luz en que las almas escogidas, favorecidas de Dios en alto grado, entiendan su vocación sublime? 

Desarrollarán una actividad cada día mayor en servicio de Dios, que las hizo Instrumentos de su gloria, atraerán a sí cuanto las rodea, transformando por el calor de su celo a las almas más resistentes, y rompiendo el hielo del egoísmo y esterilidad de un largo invierno con el ardor de la caridad. 

Es cierto que no todos poseen el arte de hablar bien y de persuadir, ni todos tienen fuerzas para el trabajo; pero todos pueden desear la gracia de salvar a las almas, todos pueden pedirla, y por el fervor de

sus súplicas y la constancia en la oración, pueden obtener la conversión del mundo, y prestar ayuda eficaz al Amor divino, que no cesa de trabajar en la salvación de los hombres ...

¿Qué respondes? ¿ Rehusas seguir tan alta vocación?

¿ Apagarás la luz que a tus ojos brilla? ¿ Consentirás en que se pierdan esas almas que esperan de ti la salvación?.

La oración es el medio seguro concedido al hombre de hacer bajar a su corazón débil la gracia omnipotente de Dios. Es la condición esencial de la vida sobrenatural y el medio más fácil, más indispensable, más universal  y más eficaz de salvación eterna. 

(Diálogos teológicos, Fr. Luis Alonso Getino)

OFRECIMIENTO DE OBRAS


 

Señor, Dios del cielo y de la tierra, 

Creador Padre, Redentor Hijo, Santificador Espíritu Santo: 

Te ofrecemos las obras de este día, nuestro

trabajo y nuestra oración, nuestras alegrías 

y nuestro cansancio. 

Te ofrecemos Señor, todas las cosas.

Danos firmeza para vivir con autenticidad 

nuestra vocación cristiana y de apóstoles. 

Danos paciencia para resistir y superar 

las cosas que nos hacen sufrir. 

Danos audacia para confesar tu santo Nombre 

y sabiduría para saber encontrar siempre dónde está la Verdad.

Nos consagramos a tu ley santa de caridad, 

nosotros que hoy queremos estar cerca de Ti. Amén

UN LIRIO ENTRE ESPINAS (Poesía de Santa Teresita del Niño Jesús)


 
Señor, me has elegido 

desde mi tierna infancia; 

puedo en verdad llamarme 

la obra de tu amor. 

¡Cómo quisiera yo poder, 

Dios mío, pagarte, agradecida, 

devolviéndote amor. 

Jesús, Amado mío, 

¿qué privilegio es éste? 

Yo, pobrecita nada, 

¿qué había hecho por ti? 

¡Y me veo en el blanco 

cortejo de las vírgenes 

que componen tu corte, 

dulce y divino Rey!


Sabes que soy, Dios mío, 

pura debilidad, 

sabes también, Señor, 

que no tengo virtud. 

Pero igualmente sabes 

que mi único amigo,  

el único a quien yo amo, 

el que me ha cautivado, 

eres tú, mi Jesús. 

Cuando en mi joven corazón 

la llama se encendió del amor, 

tú viniste, Jesús, 

a quemarte en tu fuego. 

¡Y sólo tú pudiste 

saciarme el alma entera,  

pues mi urgencia de amar 

era infinita!


Cual tierno corderillo 

lejos de la majada, 

jugueteaba alegre 

ignorando el peligro. 

Mas ¡oh Reina del cielo, 

mis pastora querida!, 

tu blanca, tu invisible, 

dulce mano sabía protegerme. 

Y así, aunque yo jugaba 

al borde de los hondos precipicios, 

ya tú me señalabas 

la cumbre del Carmelo, 

y ya yo comprendía 

las austeras delicias 

que habría de abrazar 

para volar al cielo.


Si amas, mi Señor, 

la pureza del ángel 

-de ese brillante espíritu 

que nada en el azul-, 

¿no amarás la blancura 

del lirio que se eleva 

sobre el fango, del lirio 

que tu amor 

supo conservar limpio? 

Si el ángel de alas rojas 

goza de presentarse 

ante tus ojos radiante de pureza, 

yo me gozo también, 

porque ya en este mundo 

el ropaje que visto 

al suyo se parece, 

pues poseo el tesoro 

de la virginidad...

(Poesía de Santa Teresita del Niño Jesús)


𝐏Í𝐃𝐄𝐌𝐄 𝐋𝐎 𝐐𝐔𝐄 𝐐𝐔𝐈𝐄𝐑𝐀𝐒, 𝐐𝐔𝐄 𝐍𝐀𝐃𝐀 𝐓𝐄 𝐍𝐄𝐆𝐀𝐑É


Qué dulce promesa le hizo el Señor a santa Brígida. 

Se lee en el libro primero de sus Revelaciones, capítulo 50, que un día oyó la santa que hablando Jesús con su Madre le decía: 

“𝑴𝒂𝒅𝒓𝒆 𝒒𝒖𝒆𝒓𝒊𝒅𝒂, 𝒑í𝒅𝒆𝒎𝒆 𝒍𝒐 𝒒𝒖𝒆 𝒒𝒖𝒊𝒆𝒓𝒂𝒔 𝒒𝒖𝒆 𝒏𝒂𝒅𝒂 𝒕𝒆 𝒏𝒆𝒈𝒂𝒓é; 𝒚 𝒃𝒊𝒆𝒏 𝒔𝒂𝒃𝒆𝒔 𝒒𝒖𝒆 𝒂 𝒕𝒐𝒅𝒐𝒔 𝒍𝒐𝒔 𝒒𝒖𝒆 𝒎𝒆 𝒃𝒖𝒔𝒄𝒂𝒏 𝒑𝒐𝒓 𝒂𝒎𝒐𝒓 𝒂 𝒕𝒊, 𝒂𝒖𝒏𝒒𝒖𝒆 𝒔𝒆𝒂𝒏 𝒑𝒆𝒄𝒂𝒅𝒐𝒓𝒆𝒔, 𝒄𝒐𝒏 𝒕𝒂𝒍 𝒒𝒖𝒆 𝒅𝒆𝒔𝒆𝒆𝒏 𝒆𝒏𝒎𝒆𝒏𝒅𝒂𝒓𝒔𝒆, 𝒚𝒐 𝒑𝒓𝒐𝒎𝒆𝒕𝒐 𝒆𝒔𝒄𝒖𝒄𝒉𝒂𝒓𝒍𝒐𝒔”. 

Lo mismo fue revelado a santa Gertrudis cuando oyó que nuestro Redentor decía a María que Él,

con su omnipotencia, le había concedido tener misericordia con los pecadores que la invocaban y tenía licencia para usar de esa misericordia como le pareciere.

(Las Glorias de María, san Alfonso Mª de Ligorio)

𝐒𝐀𝐍𝐓𝐀 𝐆𝐄𝐌𝐀 𝐒𝐄 𝐎𝐅𝐑𝐄𝐂𝐄 𝐂𝐎𝐌𝐎 𝐕Í𝐂𝐓𝐈𝐌𝐀 𝐏𝐎𝐑 𝐋𝐎𝐒 𝐏𝐄𝐂𝐀𝐃𝐎𝐑𝐄𝐒



El deseo de Santa Gema de reparar tantas ofensas que Jesús recibe por medio de los pecadores era tan grande como su deseo de amar a Jesús y de que todos lo amen.

Ella decía:

Daría gota a gota toda mi sangre de muy buena gana sólo por contentar a Jesús y por impedir que tantos pobres pecadores lo ofendieran. Dios mío, ¿qué es lo que digo? ¡Oh, quisiera en estos momentos que mi débil voz llegase hasta los últimos confines de la tierra, quisiera hacerme oír por todos los pecadores y

quisiera gritarles: “Pecadores, ¿preferís maltratar e insultar a Jesús, antes que veros maltratados vosotros mismos?

¡Si supiera usted qué que afligido está Jesús en ciertos momentos y a ciertas horas! Es imposible, verdaderamente imposible, casi detenerse a mirarlo.

Para colmo ¿cuántos son los que le compadecen? Muy pocos. 

Jesús se encuentra casi siempre solo. ¡Y da tanta pena ver a Jesús en medio de tantos dolores!

¿Cómo contemplarle en ese estado y no ayudarle?

Y Jesús le dijo: 

"𝑵𝒂𝒅𝒊𝒆 𝒔𝒆 𝒄𝒖𝒊𝒅𝒂 𝒚𝒂 𝒅𝒆 𝒎𝒊 𝒂𝒎𝒐𝒓. 𝑴𝒊 𝒄𝒐𝒓𝒂𝒛ó𝒏 𝒆𝒔𝒕á 𝒐𝒍𝒗𝒊𝒅𝒂𝒅𝒐 𝒄𝒐𝒎𝒐 𝒔𝒊 𝒏𝒂𝒅𝒂 𝒉𝒖𝒃𝒊𝒆𝒓𝒂 𝒉𝒆𝒄𝒉𝒐, 𝒄𝒐𝒎𝒐 𝒔𝒊 𝒏𝒂𝒅𝒂 𝒉𝒖𝒃𝒊𝒆𝒓𝒂 𝒑𝒂𝒅𝒆𝒄𝒊𝒅𝒐 𝒑𝒐𝒓 𝒆𝒍𝒍𝒐𝒔. 

𝑴𝒆 𝒉𝒂𝒍𝒍𝒐 𝒔𝒐𝒍𝒐 𝒄𝒂𝒔𝒊 𝒔𝒊𝒆𝒎𝒑𝒓𝒆 𝒆𝒏 𝒍𝒂𝒔 𝒊𝒈𝒍𝒆𝒔𝒊𝒂𝒔 𝒚, 𝒔𝒊 𝒎𝒖𝒄𝒉𝒐𝒔 𝒔𝒆 𝒓𝒆ú𝒏𝒆𝒏, 𝒍𝒐 𝒉𝒂𝒄𝒆𝒏 𝒑𝒐𝒓 𝒎ó𝒗𝒊𝒍𝒆𝒔 𝒃𝒊𝒆𝒏 𝒅𝒊𝒔𝒕𝒊𝒏𝒕𝒐𝒔 𝒅𝒆 𝒍𝒐𝒔 𝒒𝒖𝒆 𝒚𝒐 𝒒𝒖𝒊𝒔𝒊𝒆𝒓𝒂. 𝒀 𝒂𝒔í 𝒕𝒆𝒏𝒈𝒐 𝒒𝒖𝒆 𝒔𝒖𝒇𝒓𝒊𝒓, 𝒗𝒊𝒆𝒏𝒅𝒐 𝒂 𝒎𝒊 𝑰𝒈𝒍𝒆𝒔𝒊𝒂 𝒄𝒐𝒏𝒗𝒆𝒓𝒕𝒊𝒅𝒂 𝒆𝒏 𝒕𝒆𝒂𝒕𝒓𝒐 𝒅𝒆 𝒅𝒊𝒗𝒆𝒓𝒔𝒊𝒐𝒏𝒆𝒔. 

𝑽𝒆𝒐 𝒒𝒖𝒆 𝒎𝒖𝒄𝒉𝒐𝒔, 𝒄𝒐𝒏 𝒔𝒆𝒎𝒃𝒍𝒂𝒏𝒕𝒆 𝒉𝒊𝒑ó𝒄𝒓𝒊𝒕𝒂, 𝒎𝒆 𝒕𝒓𝒂𝒊𝒄𝒊𝒐𝒏𝒂𝒏 𝒄𝒐𝒏 𝒄𝒐𝒎𝒖𝒏𝒊𝒐𝒏𝒆𝒔 𝒔𝒂𝒄𝒓í𝒍𝒆𝒈𝒂𝒔...

𝑻𝒆𝒏𝒈𝒐 𝒏𝒆𝒄𝒆𝒔𝒊𝒅𝒂𝒅 𝒅𝒆 𝒗í𝒄𝒕𝒊𝒎𝒂𝒔, 𝒑𝒆𝒓𝒐 𝒗í𝒄𝒕𝒊𝒎𝒂𝒔 𝒅𝒆 𝒗𝒆𝒓𝒅𝒂𝒅. 𝑷𝒂𝒓𝒂 𝒄𝒂𝒍𝒎𝒂𝒓 𝒍𝒂 𝒊𝒓𝒂 𝒅𝒊𝒗𝒊𝒏𝒂 𝒚 𝒋𝒖𝒔𝒕𝒂 𝒅𝒆 𝒎𝒊 𝑷𝒂𝒅𝒓𝒆 𝒄𝒆𝒍𝒆𝒔𝒕𝒊𝒂𝒍, 𝒏𝒆𝒄𝒆𝒔𝒊𝒕𝒐 𝒂𝒍𝒎𝒂𝒔 𝒒𝒖𝒆 𝒄𝒐𝒏 𝒔𝒖𝒔 𝒑𝒂𝒅𝒆𝒄𝒊𝒎𝒊𝒆𝒏𝒕𝒐𝒔 𝒚 𝒕𝒓𝒊𝒃𝒖𝒍𝒂𝒄𝒊𝒐𝒏𝒆𝒔 𝒚 𝒂𝒔𝒑𝒆𝒓𝒆𝒛𝒂𝒔 𝒔𝒂𝒕𝒊𝒔𝒇𝒂𝒈𝒂𝒏 𝒑𝒐𝒓 𝒍𝒐𝒔 𝒑𝒆𝒄𝒂𝒅𝒐𝒓𝒆𝒔 𝒚 𝒍𝒐𝒔 𝒊𝒏𝒈𝒓𝒂𝒕𝒐𝒔. 

¡𝑶𝒉, 𝒔𝒊 𝒑𝒖𝒅𝒊𝒆𝒓𝒂 𝒉𝒂𝒄𝒆𝒓 𝒄𝒐𝒎𝒑𝒓𝒆𝒏𝒅𝒆𝒓 𝒂 𝒕𝒐𝒅𝒐𝒔 𝒄𝒖á𝒏 𝒊𝒓𝒓𝒊𝒕𝒂𝒅𝒐 𝒆𝒔𝒕á 𝒎𝒊 𝒅𝒊𝒗𝒊𝒏𝒐 𝑷𝒂𝒅𝒓𝒆 𝒄𝒐𝒏𝒕𝒓𝒂 𝒆𝒍 𝒎𝒖𝒏𝒅𝒐!"

Y ella se ofreció generosamente a Jesús como víctima por los pecadores.

En un éxtasis decía: Quiero ser toda víctima de los pecadores. Quiero vivir

víctima y quiero morir víctima.

Y Jesús aceptó su ofrecimiento. Por eso, en una carta al padre Germán le dice: Ayer en la misa de medianoche, al momento del ofertorio, vi que Jesús me ofrecía a mí como víctima al eterno Padre.

(Santa Gema Galgani, Amor total, P. Ángel Peña O.A.R.)


LOS BRAZOS DE SAN JOSÉ


Ahora sí, dulcísimo Jesús, ahora sí que llegaré  a Ti sin sustos ni temores porque te veo en los brazos de tu venerado Padre y Protector mío, el Santísimo Patriarca San José.

Te veo en brazos de José, y no es tribunal ése de donde salen condenados los reos.

De los brazos de san José no salen condenados los reos.

(Devocionario de San José)


 

𝐌𝐀𝐑Í𝐀 𝐄𝐒 𝐋𝐀 𝐌Á𝐒 𝐁𝐄𝐋𝐋𝐀 𝐑𝐄𝐋𝐈𝐐𝐔𝐈𝐀 (𝐇𝐈𝐒𝐓𝐎𝐑𝐈𝐀 𝐃𝐄 𝐔𝐍 𝐌𝐈𝐋𝐀𝐆𝐑𝐎)



Carlos tenía muchas ganas de ir a casa de sus vecinos protestantes, ellos habían ido a Tierra Santa y le habían dicho que les traerían algún obsequio, aunque en realidad, el obsequio más agradable para Carlos sería el de la vuelta de sus vecinos al catolicismo, ya que Carlos era Católico y sabía que la verdadera religión, la que contenía la verdad en toda su plenitud era la religión Católica, la de la Eucaristía, la de la Virgen, la que tiene la sucesión apostólica y al mismo san Pedro en el Vaticano.

Esa tarde recibió la esperada llamada, era Enrique, su vecino, ya habían regresado y lo esperaban.

Carlos salió de su casa, con su Rosario oculto en el bolsillo, como siempre.

Cuando llegó, se encontró a la familia pletórica, le contaron lo que habían hecho, los sitios que habían visitado...y empezaron a mostrarle sus valiosas reliquias:

"Mira Carlos, esta astilla es de uno de los olivos donde rezó Jesús, está cogido del Monte de los Olivos"

"Mira, contempla esta ramita seca, es del mismo Jardín de Getsemaní"

"Y el agua de esta botellita está cogida del mismo río Jordán donde Jesús se bañó"

" Y estas piedritas son del Monte Sión, del mismo suelo que pisó Jesús"...

Carlos de repente se sintió entre triste y enfadado y les dijo:

Vosotros valoráis todos estos objetos y los veneráis porque han estado en contacto con Jesús, pero despreciáis lo mas Sagrado y lo que más en contacto ha estado con Jesús: María, su madre.

La Virgen María ha tenido a Jesús nueve meses en su vientre, lo ha alimentado con su propia sangre, como todas las madres, Jesús ha crecido dentro de ella, recibiendo de su calor y su amor todo ese tiempo. Jesús ha nacido de ella, ella ha sido la primera en abrazarlo, de ella se ha nutrido con su leche maternal...NADIE NI NADA ha estado nunca en tan estrecho contacto con Jesús, y vosotros os atrevéis a despreciarla y a decir que ella solo fue un simple "objeto" para que Jesús viniera al mundo, sin daros cuenta de la VENERACIÓN que merece María.

Carlos se fue de la casa apretando fuertemente el rosario entre sus dedos, el rosario oculto en su bolsillo,  Carlos empezó a rezar un Avemaría de camino a casa, pero el milagro ya estaba hecho...la familia protestante ya estaba tocada, la aplastante realidad se había manifestado en esa familia, las tinieblas habían dejado paso a la Luz de la verdad...María es la más bella reliquia.

(Corazones Católicos, blog)


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