PIDAMOS SACERDOTES


Nuestro Señor decía a sus Apóstoles: «Ved cómo las mieses se extienden y blanquean a lo lejos; pedid, pues, al Amo que envíe obreros a su mies.»

Que sea nuestra oración ardiente y apremiante al terminar la Adoración. Si el sacerdocio es tan magnífico, tan poderoso y tan benéfico; si es el medio necesario de su mediación y, por consiguiente, de la Redención del mundo, pidamos para innumerables almas la gracia y el honor de participar al sacerdocio de Jesucristo, de extenderlo, de multiplicarlo según las exigencias de la gloria de Dios, del servicio de la Iglesia y de la santificación de los hombres.

Pidamos sacerdotes a Aquel que sólo los discierne, los escoge y los llama.

Ayudemos a las vocaciones sacerdotales, tan contrariadas en nuestros días por la debilidad de la fe en las familias y por el espíritu del mal que anima a los poderes contra Cristo y contra su Iglesia.

Sobre todo, no cesemos de pedir para todos los sacerdotes una abundante y nueva efusión del espíritu sacerdotal del Sacerdote por excelencia: la santidad de Jesús; es decir, la separación del mundo y de su espíritu; el afecto cordial y profundo al Dios que está en el Tabernáculo, el único a quien deben aspirar; pidamos para los sacerdotes el celo por las almas, y el amor que no retrocede ante el sufrimiento, para completar en ellos el sacrificio incruento que ofrecen cada día, y cooperar así a la Redención del mundo. 


(Manual de Adoración al Santísimo Sacramento, P. Tesniére)

SAN JOSÉ SIGUE TRABAJANDO POR JESÚS


¡Qué sabroso era el pan de Nazaret! Se amasaba con el sudor abnegado de San José. ¿Para qué tanto esfuerzo? Para que Jesús creciese, se desarrollase pujante de vida.

En la teología de San Pablo hay un dogma central: el del Cuerpo Místico de Jesucristo. Piensa en él. El Cuerpo de Cristo tiene miembros. Y éstos han de crecer: crecimiento interior, intensivo. Tú eres miembro de Cristo, debes crecer en santidad, humildad, mortificación, unión con Dios, caridad…

San José trabajó para Jesús y María.

Pídele a San José: Sigue trabajando, santísimo José. Sigue procurando el crecimiento de Cristo y de su Cuerpo, el crecimiento de su Santa Iglesia. Hazme miembro suyo, robusto, con santidad heroica… Y haz que tantas almas formen un Cuerpo con Él. No permitas que ninguna de las almas vinculadas por Cristo a mi correspondencia se pierda para siempre por mi desidia y negligencia.

San José, Padre nutricio del Hijo de Dios, ruega por nosotros.


Fuente: Mes de San José

GRACIAS, SEÑOR, POR VUESTRO AMOR



Si tú quieres conocer y contemplar mi divinidad, has de empezar por conocerme y amarme en los sufrimientos y tormentos de mi humanidad atribulada. Éste es para ti el camino más breve de la bienaventuranza. 
Cuanto tuvo de fuerte el amor que me venció, tanto tuvo de afrentosa la muerte que padecí; y el uno y la otra son la justa medida de lo que me deben amar las almas rectas y puras. 
La intensidad y el poder de mi amor resplandecen más que nada en los horrores de mi Pasión. 
El sol se conoce por sus resplandores, las rosas por su perfume, el fuego por el calor. 
Atiende, pues, y escucha con qué amor y con qué angustias he sufrido por amor de tí. 

Oración:
¡Gracias, Señor! Por el amor que os hizo bajar a este destierro, dejando el trono de vuestro Padre; 
por el amor que os puso en las angustias de una muerte 
horrible, mostrad a mi alma las formas admirables de 
que vuestro amor quiso revestirse en el árbol sangriento 
de la Cruz. 
Fuente: "Tratado de la Eterna Sabiduría" por el Beato Enrique Susón.

ES NECESARIO LIMPIAR NUESTRAS ALMAS

Lo primero que ha de hacer quien quiera salvarse y alcanzar el verdadero espíritu con perfección, es limpiar y purificar su alma de todo pecado mortal, y en cuanto le sea posible , del venial, porque mientras más limpia esté de pecados veniales e imperfecciones, más aparejada estará para recibir los rayos de luz del sol de la divina Justicia » que nacen en los que temen a Dios, que, según dice San Basilio, así como el cristal cuando está limpio y transparente recibe los rayos del sol, asi la conciencia limpia del alma pura recibe las riquezas del verdadero espiritu : " Bienaventurados , dijo el Señor, los limpios de corazón, porque ellos verán a  Dios» Este ver a Dios en la otra vida por gloria y en ésta por gracia y por espíritu, no se concede sino a los limpios de conciencia y corazón . Y así como la fuente clara y cristalina, en tiempo de gran calor, cansancio y sed, convida y atrae a los que la miran, así también , dice el glorioso San Ignacio, escribiendo una carta a la sacratísima Virgen, las almas de limpia conciencia agradan a Dios y llevan tras sí, su divino corazón .

Esta limpieza se alcanza con la penitencia , mortificación , recato, examen de conciencia, frecuencia de Sacramentos , oración y meditación de Cristo y de la gravedad del pecado, miserias del mundo, beneficios recibidos, memoria de la muerte etc...

Quien está en pecado mortal , haga penitencia con la contrición y dolor del corazón , confesión entera y satisfacción verdadera, si quiere alcanzar gracia y perdón. Y para perseverar, medite la vida y pasión de Cristo.


-Dilucidario del verdadero espíritu, Fr. Jerónimo Gracián de la Madre de Dios, O.C.D.-




HAY QUE HACER LO QUE ESTÉ EN NUESTRAS MANOS -Consejos del Padre Pío-



Te he dicho muchas veces que, en la vida espiritual, es necesario caminar de buena fe, sin prejuicios y sin soberbias. Haz de este modo: aplícate, en la medida en que lo permitan tu capacidad y tu debilidad, a querer hacer siempre el bien. Si lo consigues, alaba y da gracias al Señor por ello; si, a pesar de toda tu atención y buena voluntad, no consigues hacerlo totalmente o en parte, humíllate profundamente ante Dios, pero sin desanimarte; proponte estar más atento en el futuro, pide el auxilio divino, y continúa adelante.

Sé bien que tú no quieres hacer el mal intencionadamente. Y los otros males que el Señor permite y que tú cometes sin que lo desees, que te sirvan para humillarte, para mantenerte lejos de la vanagloria. 

Por tanto, no temas y no te angusties en adelante por las dudas de tu conciencia; porque sabes bien que, después de esforzarte y de hacer cuanto está en tus manos, no hay motivo para temer y angustiarse.


(30 de enero de 1919,carta del Padre Pío a fray Marcellino Diconsole, Ep. IV, 396)

DIOS SE HACE PRESENTE EN LO COTIDIANO


El ejercicio de la presencia de Dios no está reservado a las almas contemplativas solamente, pues la gracia del bautismo pone en cada uno de nosotros a la Trinidad en el alma.

Basta unirse con Dios por la fe, la caridad y la práctica de las virtudes cristianas. 

Ciertas personas creen que vivir en la presencia de Dios exige adoptar una actitud fría, y tener los ojos cerrados, nada más lejos de la realidad.

Don Bosco jugaba con sus niños y no por eso perdía la presencia de Dios. Lo esencial está en la intención y muchas almas cristianas no saben ya encontrar a Dios, aun en la oración, porque se imaginan que la vida espiritual es una cosa inaccesible, reservada a un reducidísimo número de almas privilegiadas, llamadas «místicas».

Sor Isabel de la Trinidad sabía insistir sobre ese punto ante las almas que la frecuentaban y a las que Dios retenía en el mundo: «Quisierais ser toda de Él aunque en el mundo: ¡es tan sencillo! Él está siempre con nosotros, estad vos siempre con Él. A través de todas vuestras acciones, en vuestros sufrimientos, cuando vuestro cuerpo está quebrantado, permaneced bajo su mirada. Vedlo viviente en vuestra alma.»

"Nada puede impedirnos que nos unamos con Él por el amor, ni las alegrías, ni las tristezas de la tierra, ni la salud, ni la enfermedad, ni las lisonjas o la malicia de los hombres, nada, ni siquiera nuestras faltas".


Fuente: La doctrina espiritual de sor Isabel de la Trinidad, M.M. Philipon, O.P.

MADRE DEL ROSARIO



Salve, María, Madre del Rosario
salve, princesa de la humanidad,
Tiende tu mano a los que imploramos,
siempre nos proteja tu bondad.

Los que peregrinos en tierra de paso,
buscamos alivio a nuestros dolores,
te invocamos Madre, Reina de los Cielos,
sabiendo que tú estás siempre atenta,
nos cuidas con mimo, nos colmas de amores.

El Rosario, Señora, es nuestro homenaje
de amor encendido en tu devoción.
Son sus misterios preciosos hogares
en donde encontramos retazos de tu corazón.

No nos olvides, Madre amorosa,
en el momento de nuestra partida.
Por tu Rosario, divina Señora,
nos lleves a Cristo y hallemos la vida.

Fuente: Ángel Ramos Sánchez, Apostolado de la oración.

MEDITACIÓN DEL PADRE NUESTRO POR SAN FRANCISCO DE ASÍS

 Luego de orar con todas sus fuerzas el Padre Nuestro, San Francisco de Asís decidió reflexionar en cada uno de los versos de esta magnífica plegaria, agregando sus propias meditaciones para rogar a Dios, entonces dijo: 

¡Oh santísimo Padre nuestro: creador, redentor, consolador y salvador nuestro! 

Que estás en los cielos: en los ángeles y en los santos; iluminándolos para conocer, porque tú. Señor, eres la luz; inflamándolos para amar, porque tú, Señor, eres el amor; habitando en ellos y colmándolos para gozar de la eterna bienaventuranza, porque tú. Señor, eres el bien sumo, eterno, de quien todo bien procede, sin quien no hay bien alguno.

Santificado sea tu nombre: clarificada sea en nosotros tu noticia, para que conozcamos cuál es la anchura de tus beneficios, la largura de tus promesas, la sublimidad de tu majestad y la hondura de tus juicios.

Venga tu reino: para que reines en nosotros por la gracia, y nos hagas llegar a tu reino, donde está la visión manifiesta de ti, el amor perfecto a ti, la unión bienaventurada contigo, la fruición de ti por siempre.

Hágase tu voluntad, en la tierra como en el cielo: para que te amemos con todo el corazón, pensando siempre en ti; con toda el alma, deseándote siempre a ti; con toda la mente, dirigiendo todas nuestras intenciones a ti, buscando en todo tu honor; y con todas nuestras fuerzas, destinando todas nuestras fuerzas y los sentidos del alma y del cuerpo al servicio de tu amor y no a otra cosa; y para que amemos a nuestros prójimos como a nosotros mismos, atrayendo a todos, según nuestras fuerzas, a tu amor, alegrándonos de los bienes ajenos como de los nuestros y compadeciéndolos en los males, y no siendo causa de tropiezo para nadie.

El pan nuestro de cada día: tu amado Hijo, nuestro Señor Jesucristo, dánosle hoy: para que recordemos, comprendamos y veneremos el amor que nos tuvo y cuanto por nosotros dijo, hizo y padeció.

Y perdónanos nuestras deudas: por tu inefable misericordia, por el poder de la pasión de tu amado Hijo y por los méritos e intercesión de la beatísima Virgen y de todos tus elegidos.

Así como nosotros perdonamos a nuestros deudores: y lo que no perdonamos plenamente, haz tú, Señor, que plenamente lo perdonemos; para que por ti amemos de verdad a los enemigos y por ellos intercedamos devotamente ante ti, no devolviendo a nadie mal por mal, y para que nos esforcemos por ser en ti útiles en todo.

Y no nos dejes caer en la tentación: oculta o manifiesta, imprevista o insistente.

Mas líbranos del mal: pasado, presente y futuro.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre y por los siglos de los siglos. Amén.



LA EUCARISTÍA NOS AUMENTA LAS VIRTUDES TEOLOGALES



La eucaristía nos aumenta las virtudes teologales, sobre todo la caridad. Y con ellas todas las demás virtudes infusas y los dones del Espíritu Santo.

FE:

Es evidente que aumenta la fe por el acto de fe intensísimo que hacemos al recibir un sacramento en el que «se engaña la vista, el gusto y el tacto», Es la fe la que nos dice con seguridad inquebrantable que allí no hay pan ni vino, aunque los sentidos corporales lo vean y sientan.

ESPERANZA:

Aumenta la esperanza, porque precisamente la eucaristía es prenda y garantía de la gloria según la promesa clara y explícita de Cristo: «El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene la vida eterna, y yo le resucitaré el último día... El que come este pan vivirá para siempre» (lo 6,54 y 58).

CARIDAD:

Aumenta, sobre todo, la caridad. Escuchemos a Santo Tomás explicando este misterio: «Este sacramento confiere espiritualmente la gracia junto con la virtud de la caridad; por eso el Damasceno lo compara con el carbón encendido que vio Isaías: ‘Como el carbón no es simple leña, sino leña con fuego, así el pan de la comunión no es pan corriente, sino pan unido a la divinidad’.

Aumenta, finalmente, todas las demás virtudes infusas y los dones del Espíritu Santo, porque, como explica Santo Tomás, están en conexión íntima con la gracia y la caridad, y el crecimiento de éstas arrastra a todos los demás elementos del organismo sobrenatural.


-Teología moral para seglares, P. Antonio Royo Marín-


PRESENCIA AMOROSA DE DIOS



Señor Jesucristo, quisiera ofrecerte 
una casa bien limpia y barrida 
para que la habites, pero no puedo. 
Ahora sí que puedo exclamar 
sabiendo lo que quiere decir: 
“Señor, no soy digno de que entres en mi casa”. 
¡Pero Tú ya estás aquí! 
Viviendo entre los ídolos 
que antes aquí reinaron. 
El suelo está sucio y, a veces, 
la habitación mal ventilada, 
¡incluso para mí! 
Tu presencia aquí me avergüenza, 
Sin embargo tú dormiste en una cueva, 
Tú pasaste noches enteras 
bajo el manto de las estrellas. 
Pero, aunque no pueda acomodarte mejor, 
sentiré de igual manera la alegría 
de que Tú estás presente. 
Tengo que creer firmemente, Señor, 
y no puedo tener la menor duda 
de que Tú te sientes como en casa 
con los pecadores. 
Y mi pecado, Señor Jesús, 
¡es que no quiero contarme entre los pecadores! 
Me cuesta mucho aceptar esto, 
aunque es absolutamente evidente. 
Pero la esperanza es como un rayo verde 
en medio de un mundo ahogado y en desorden. 
Y esta esperanza viene de tu Espíritu. 
Ahora puedo descansar, Señor, 
en esta esperanza. 

P. William Breault

LAS ALMAS DEVOTAS DE MARÍA SUFREN MENOS EN EL PURGATORIO


La pena de la privación de Dios en el Purgatorio, es extraordinariamente atenuada en las almas que fueron particularmente devotas de María. 

Esta dulcísima Madre las va a consolar y siendo ella candor de la eterna luz y espejo sin mancha nos muestra el esplendor de la gloria de Dios. 

El día de todos los Santos una joven de excepcional virtud y modestia, ve aparecer el alma de una joven que conocía, y que había muerto hacía poco, la cual le da a conocer como sufría por la sola privación de Dios, pero esta privación era para ella tan intensa, que le proporcionaba un tormento indecible. La vio todavía varias veces y casi siempre en la Iglesia, porque esta alma no pudiendo todavía contemplar cara a cara a Dios en el cielo, buscaba encontrar alivio a su pena, contemplándolo al menos bajo las Especies Eucarísticas. Sería imposible referir en palabras con qué adoración, con qué humildad y respeto, permanecía aquella alma frente a la Sagrada Hostia. Cuando asistía al Divino Sacrificio en el momento de la elevación su rostro se iluminaba de tal manera que parecía un serafín. La jovencita declaraba no haber visto nunca un espectáculo más bello.

Es así que esta misma alma que encontraba consuelo en la adoración de Jesús Eucaristía, buscaba también alivio ante la imagen de la Virgen y se mostraba siempre vestida de blanco con un rosario en la mano, en señal de su devoción a María Santísima. 

Un día, la piadosa joven, junto a otras amigas después de haber adornado piadosamente al altar de la Virgen, se arrodilló con ellas, y les propone besar los pies de la estatua y abrazarla dos veces, una por ella y otra por la amiga fallecida. 

Después de haberlo hecho vino esa alma, feliz para darle las gracias con indescriptible afecto. 


Fuente: EL PURGATORIO - La última de las misericordias de Dios - R.P Dolindo Ruotolo

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