MARÍA, MODELO DE AMOR PARA LA COMUNIÓN EUCARÍSTICA



María nos guía a su Hijo Jesús, presente en la Eucaristía. Como decía el Papa Juan Pablo II: María guía a los fieles a la Eucaristía. Ella está siempre presente junto a Jesús Eucaristía y siempre está presente durante la misa como madre que nos lleva a Jesús.

Así como la Iglesia y la Eucaristía son un binomio inseparable, lo mismo se puede decir del binomio María y la Eucaristía.

Por eso, el recuerdo de María en la celebración eucarística es unánime ya desde la antigüedad en las Iglesias de Oriente y Occidente.

Y la mirada embelesada de María, al contemplar el rostro de Cristo recién nacido y al estrecharlo en sus brazos, ¿no es acaso el inigualable modelo de amor en el que ha de inspirarse cada comunión eucarística?. 


Fuente:

Experiencias de Dios, Ángel Peña O.A.R.

ACERQUÉMONOS TODOS AL ALTAR (Francisco Palazón)

 Acerquémonos todos al altar
que es la mesa fraterna del amor,

pues siempre que comemos de este pan,
recordamos la pascua del Señor. 
 
Los hebreos en medio del desierto 
comieron el maná; 
nosotros peregrinos de la vida, 
comemos este pan. 

Acerquémonos todos al altar
que es la mesa fraterna del amor,
pues siempre que comemos de este pan,
recordamos la pascua del Señor. 

Los primeros cristianos ofrecieron 
su cuerpo como trigo;
nosotros, acosados por la muerte,
bebemos este vino.

Acerquémonos todos al altar
que es la mesa fraterna del amor,
pues siempre que comemos de este pan,
recordamos la pascua del Señor. 

Como Cristo hecho pan de cada día 
se ofrece en el altar, 
nosotros, entregados al hermano, 
comemos de este pan. 

Acerquémonos todos al altar
que es la mesa fraterna del amor,
pues siempre que comemos de este pan,
recordamos la pascua del Señor. 

Como el cuerpo de Cristo es uno solo 
por todos ofrecido, 
nosotros, olvidando divisiones,
bebemos este vino.

Acerquémonos todos al altar
que es la mesa fraterna del amor,
pues siempre que comemos de este pan,
recordamos la pascua del Señor. 

Como ciegos en busca de la aurora, 
dolientes tras la paz, 
buscando tierra nueva y cielos nuevos, 
comamos este pan. 

Acerquémonos todos los cansados, 
porque él es nuestro alivio, 
y, siempre que el desierto nos agobie, 
bebamos este vino.

(Cantos Católicos)

ES MUY MPORTANTE CULTIVAR LA VIDA NTERIOR


La vida interior a veces es menospreciada y hasta ridiculizada. No debemos poner toda la confianza en la acción, olvidando el cultivo de la vida interior. 

Hoy en día hay muchos admiradores del activismo apostólico que relegan lo esencial a un segundo plano y aunque crean teóricamente en la presencia real de Jesucristo en la Eucaristía, estiman como una pérdida de tiempo la adoración ante el Santísimo expuesto.

Muchos no tienen ninguna intimidad ni familiaridad con Jesús-Eucaristía, y la vida interior se les antoja uno de tantos recuerdos de la Edad Media.

Al oírles hablar de cómo desarrollan su apostolado, podría creerse que el Todopoderoso —el que con solo su palabra creó los mundos de la nada—, no puede prescindir de su actividad. Llevados de un culto exagerado por la acción se entregan a rienda suelta al trabajo exterior, viviendo fuera de sí mismos.  Están convencidos de que la Iglesia, la diócesis, la parroquia, la congregación religiosa, etc., necesitan de ellos.  En el fondo del corazón impera la presunción y la falta de fe.

Tienen gran estima por las obras sociales de la Iglesia (escuelas, universidades, dispensarios, hospitales, etc.), con desprecio de la vida contemplativa, basada en la oración y la penitencia, las cuales apenas valoran. 

Se desprecia la inmolación oculta, y se califica de gente perezosa y rara a los que viven ocultos en la soledad de los claustros, aunque tengan más ardor por la salvación de las almas que los más incansables misioneros. Y se llega incluso a ridiculizar a los apóstoles que consideran indispensable robar algunos instantes a su tiempo, por muy ocupados que estén, para ir a purificar e inflamar su celo apostólico ante el Sagrario, implorando al Huésped divino que bendiga su apostolado. 


(El alma de todo apostolado, J.B. Chautard)

LA CRUZ, SALVACIÓN DEL GÉNERO HUMANO

Nuestro Señor se sometió a la muerte y la aceptó voluntariamente, para vencer así la resistencia de la muerte. Salió nuestro Señor llevando la cruz, sometiéndose a las exigencias de la muerte; pero luego clamó en la cruz y sacó a los muertos de la región de las sombras, contra la voluntad de la muerte y trasladó al género humano a la mansión de la vida. 

Y la humanidad entera, que a causa de un árbol había sido precipitada en el abismo inferior, alcanzó la mansión de la vida por otro árbol, el de la cruz. Y, así, en el mismo árbol que contenía el fruto amargo fue aplicado un injerto dulce, para que reconozcamos el poder de aquel a quien ninguna creatura puede resistir.

A ti sea la gloria, que colocaste tu cruz como un puente sobre la muerte, para que, a través de él pasasen las almas desde la región de los muertos a la región de la vida.

A ti sea la gloria, que te revestiste de un cuerpo humano y mortal, y lo convertiste en fuente de vida para todos los mortales.


(San Efrén)

JUICIO Y CORRECCIÓN FRATERNA

 Hoy en día, cuando alguien está en pecado y se le pone su pecado de manifiesto para que se corrija, está de moda responder: "No hay que jusgar". Este tipo de personas “educadas” prefieren distinguirse orgullosamente por la ausencia de opiniones y valores morales ‘rígidos’, por ser alguien ‘tolerante’ y ‘abierto’.

Esta persona generalmente profesará alguna variante del relativismo, o de ‘tu a lo tuyo y yo a lo mío’, como una filosofía personal. 

“Hay ciertos juicios que están prohibidos. Por ejemplo, no podemos valorar si somos mejores o peores que los demás ante Dios. Tampoco podemos comprender ni juzgar la culpabilidad última o las intenciones culpables de otra persona como si fuéramos Dios.

Con todo, “no todo juicio está prohibido, algunos juicios son obligados. La corrección al pecador es tan caritativa como virtuosa".

La corrección fraterna es una advertencia que el cristiano dirige a su prójimo para ayudarle en el camino de la santidad. Es un instrumento de progreso espiritual que contribuye al conocimiento de los defectos personales –con frecuencia inadvertidos por las propias limitaciones o enmascarados por el amor propio.

Juzgar sin caridad, es lo que no debemos hacer nunca, el que juzga sin amor, frecuentemente cotillea y murmura contra el hermano, no quiere su bien ni busca su santidad. 

 Hay una gran diferencia entre el juicio y la corrección fraterna.

«No podemos permanecer en silencio ante el mal», afirma  Benedicto XVI. "Pienso aquí en la actitud de aquellos cristianos que, por respeto humano o por simple comodidad, se adecúan a la mentalidad común, en lugar de poner en guardia a sus hermanos acerca de los modos de pensar y de actuar que contradicen la verdad y no siguen el camino del bien".

El pasaje de Mateo 18, 15-17 no sólo exhorta a la corrección fraterna, sino que incluso indica el procedimiento a seguir para corregir al hermano.

Cristo dice:

«Si tu hermano peca, ve y corrígelo en privado. Si te escucha, habrás ganado a tu hermano....”




EXHORTACIÓN Y SÚPLICA POR LA PERSEVERANCIA (Santa Clara de Asís)

Angostos son el camino y la senda, y estrecha la puerta por la que se va y se entra en la vida, y son pocos los que caminan y entran por ella y, si hay algunos que por un cierto tiempo van por ellos, son poquísimos los que perseveran. 

Bienaventurados, pues, aquellos a los que se les ha dado caminar por ella y perseverar hasta el fin.

Estemos atentos, por tanto, para que, si hemos entrado por el camino del Señor, de ningún modo nos apartemos jamás de él por nuestra culpa e ignorancia, no sea que injuriemos a tan gran Señor y a su Madre la Virgen y a nuestro bienaventurado padre Francisco, a la Iglesia triunfante y también a la militante.  

Pues escrito está: Malditos los que se apartan de tus mandatos (Sal 118,21).  Por eso, doblo mis rodillas ante el Padre de nuestro Señor Jesucristo para que, por los méritos de la gloriosa Virgen santa María, su Madre, y de nuestro beatísimo padre Francisco y de todos los  santos,  el mismo Señor que inició en nosotros la obra buena, nos dé también el incremento y la perseverancia final. Amén.



INMACULADA CONCEPCIÓN DE MARÍA

Por gracia y privilegio singularísimo de Dios omnipotente, en atención a los méritos previstos de Jesucristo Redentor, la Santísima Virgen María fue preservada inmune de toda mancha de culpa original en el primer instante de su concepción (Dogma de fe, expresamente definido por la Iglesia.)
Santo Tomás de Aquino expone hermosamente la razón teológica de este privilegio de María: 

«A los que Dios elige para una misión determinada, les prepara y dispone de suerte que la desempeñen idónea y convenientemente. Ahora bien: la Santísima Virgen María fue elegida por Dios para ser Madre del Verbo encarnado y no puede dudarse de que la hizo por su gracia perfectamente idónea para semejante altísima misión. 



Pero no sería idónea Madre de Dios si alguna vez hubiera pecado, aunque fuera levemente, y ello por tres razones:

a) Porque el honor de los padres redunda en los hijos, según se dice en los Proverbios: Gloria de los hijos son sus padres (Prov 17,6).

b) Por su especialísima afinidad con Cristo, que de ella recibió la carne. Pero dice San Pablo a los Corintios: ¿Qué concordia puede haber entre Cristo y Belial? (I Cor 1,24).

c) Porque el Hijo de Dios, que es la Sabiduría divina, habitó  de un modo singular en el alma de María y en sus mismas entrañas  virginales. Pero en el libro de la Sabiduría se nos dice: En el alma maliciosa no entrará la sabiduría, ni morará en cuerpo esclavo del pecado (Sab 1,4).

Hay que concluir, por consiguiente, de una manera absoluta, que la bienaventurada Virgen no cometió jamás ningún pecado, ni mortal ni venial, para que en ella se cumpla lo que se lee en el Cantar de 
los Cantares: "Toda hermosa eres, amada mía, y no hay en ti mancha ninguna" (Cant 4,7).

(Teología y espiritualidad marianas, Antonio Royo Marín)

PATERNIDAD DE SAN JOSÉ SOBRE JESÚS


Siempre pensamos en la maternidad de la Virgen sobre nosotros, pero no siempre hemos caído en la cuenta de esa paternidad espiritual de san José sobre toda la Iglesia y sobre cada uno de nosotros. 

La paternidad de san José sobre Jesús, aunque no fue física, tuvo  todas las características de una verdadera paternidad. Su relación paternal con Jesús fue personal, afectuosa, y se prolongó durante muchos más años de los que pasó con sus mismos apóstoles. 

Como hombre, Jesús tuvo en José un modelo de masculinidad. Fue testigo del ejemplo diario de su padre, aprendió de Él las virtudes del trabajo, y podemos reconocer en su humanidad trazos de la humanidad de José. “En verdad, en verdad os digo: El Hijo no puede hacer nada por su cuenta sino lo que viere hacer al Padre” (Jn. 5, 19). Y José, fue, en lo humano determinante en su paternidad. 

“José cumplió plenamente su papel paterno, en todo sentido.  Seguramente educó a Jesús en la oración, juntamente con María. Él, en particular, lo habrá llevado consigo a la sinagoga, a los ritos del sábado, como también a Jerusalén, para las grandes fiestas del pueblo de Israel. José, según la tradición judía, habrá dirigido la oración doméstica tanto en la cotidianidad —por la mañana, por la tarde, en las comidas—, como en las principales celebraciones religiosas. 

Así, en el ritmo de las jornadas transcurridas en Nazaret, entre la casa sencilla y el taller de José, Jesús aprendió a alternar oración y trabajo, y a ofrecer a Dios también la fatiga para ganar el pan necesario para la familia”  -Benedicto XVI, Audiencia general del 28 de diciembre de 2011-


(San José del Evangelio, Monseñor Francisco Cerro Chaves)

LOS JUSTOS SOLO PROGRESAN POR LAS PRUEBAS (Palabras de la Virgen María a Santa Brígida)


Considera que a los malvados se les permite continuar viviendo como prueba para los buenos, para que ellos, exasperados por lo hábitos de los perversos, puedan conseguir su remuneración como fruto de paciencia. 

Esto lo podrás entender mejor por medio de un ejemplo. Una rosa desprende un agradable roma, es bella para la vista y suave para el tacto, pero crece entre espinas que pinchan si las tocas, son feas a la vista y no desprenden ningún buen olor. 

Igualmente, las personas buenas y rectas, pese a que pueden ser agradables por su paciencia, bellas por su carácter y suaves por su buen ejemplo, aún no pueden progresar ni ser puestas a prueba a menos que estén entre los malvados.

La espina es, a veces, la protección de la rosa, de forma que nadie la arranque en plena floración. Igualmente, los malvados ofrecen a los buenos la ocasión de no seguirles en el pecado.

El vino no mantiene su calidad excepto entre excrementos y tampoco las personas buenas y Justas pueden mantenerse firmes en el avance hacia la virtud sin ser puestas a prueba mediante tribulaciones y siendo perseguidas por los injustos. 

Por ello, soporta con alegría a los enemigos de mi Hijo. Recuerda que Él es su Juez y, si la justicia demandara que Él los destruyera por completo, acabaría con ellos en un instante. ¡Toléralos, pues, tanto como Él los toleró!”.


(Santa Brígida, profecías y revelaciones)

LA PERLA Y EL ACEITE


Dice Nuestro Señor Jesucristo que el reino de los cielos es semejante al mercader que trata en perlas , y cuando halla una preciosa , vende todo su caudal y la compra, y las prudentes vírgenes aconsejan ir por aceite a los mercaderes.

No hay cosa más parecida al verdadero espíritu que el aceite y la perla . Porque el aceite sube y nada sobre todos los licores, sana , ablanda, purifica y acicala ; arde y sustenta la luz .

La perla es preciosa cuando es fina ; y nace del rocío, cuando abriéndose por la mañana el nácar le recibe , y cerrándose , le guarda y congela con su calor, hasta que viene a hacerse perla del color del cielo de donde el rocío bajó.

El verdadero espíritu sube y se levanta sobre todos los licores de los buenos deseos; cunde y penetra con paz, quietud silencio inefable todo el corazón en quien es derramado; sana el alma, ablanda la condición por áspera que sea; acicala lo interior, purifica la conciencia, enciende el fuego de la caridad, hace unión con Cristo , la caridad es la más preciosa joya de las virtudes ; y engéndrase del rocío de las divinas inspiraciones, cuando abriéndose el corazón por la mañana con los deseos que nacen de la oración , las recibe, y después con el recogimiento y fervor las conserva y pone por obra ; de donde resulta la perla de verdadero espíritu, que vale todo cuanto el alma posee.


(Dilucidario del verdadero espíritu, P. Jerónimo Gracian, Carmelita)

ORACIÓN A SAN JOSÉ


A Ti, oh bendito José, recurrimos en nuestra tribulación e invocamos confiadamente también tu patrocinio.

Por esa caridad con que te uniste a la inmaculada Virgen Madre de Dios, y por ese afecto paternal con que abrazaste al Niño Jesús, te suplicamos y oramos humildemente, que mires con gracia la herencia que Jesucristo ha comprado por Su Sangre, y ayúdanos en nuestras necesidades con Tu poder y fuerza.

Guardián vigilante de la Sagrada Familia, protege al pueblo elegido de Jesucristo; 

Aparta de nosotros, padre amado, toda la plaga del error y la corrupción: ayúdanos misericordiosamente desde el cielo, defensor más poderoso, en nuestras batallas con los poderes de las tinieblas; e incluso como en la antigüedad rescataste al Niño Jesús del supremo peligro de su vida, ahora defiende a la Santa Iglesia de Dios de las trampas del enemigo y de toda adversidad.

Mantennos a todos bajo tu protección continua, para que seamos apoyados por tu ejemplo y tu ayuda, podamos llevar una vida santa, morir felizmente y llegar por fin a la posesión de la bendición eterna en el Cielo. Amén.

REPARACIÓN AL SANTÍSIMO SACRAMENTO DEL ALTAR


Adorable Jesús mío, os hago honrosa reparación por 
todos los pecados que vienen a ultrajar vuestro 
Corazón en la Comunión. 
Allí vuestro Corazón se entrega con tanto amor, 
pero ¡cuántas contrariedades, cuántas humillaciones, 
cuántos malos tratos para vuestro Corazón! 
Perdón por todos aquellos que rehusan este don.
Perdón por todos los que evitan recibirlo frecuentemente, 
cuando es el precio de su santidad. 
Perdón por las comuniones sacrílegas en que vuestro 
purísimo Corazón, condenado al contacto de 
los corazones corruptos, sufre una humillación peor 
que el beso de Judas. 
Perdón por las comuniones tibias, en que el afecto 
del pecado venial, el amor del mundo, la pereza en 
el sacrificio os disputan el amor de nuestros corazones. 
Quiero hacer reparación por el trato
indigno a que se somete tantas veces a la Hostia,
por los que al recibir la Sagrada Hostia,
están llenos de indignidades, 
la odian y la pisotean, la llevan a sus retiros, 
vestíbulos del infierno, y la hacen el juguete 
de sus mofas y víctima de su rabia diabólica; 
y hasta en las hostias profanadas, oh Jesús, 
vuestro Corazón no cesa de vivir, de callarse y 
de amar. Perdón, sobre todo, por nuestra ingratitud, 
que es la madre de todas las frialdades, de todas 
las irreverencias y de todos los 
crímenes cometidos contra el Sacramento de 
vuestro amor: Vos nos amáis, y nosotros no os 
amamos; Vos nos alimentáis, y nosotros os 
despreciamos; Vos nos colmáis de honor y 
nosotros os rebajamos por nuestra conducta: 
Corazón de Jesús, Vos sois el amor y nosotros 
somos la ingratitud. 

(Manual de Adoración al Santísimo Sacramento del Altar, R.P.A. Tesniere)

JOSÉ Y MARÍA, MATRIMONIO VIRGINAL


 Analizando la naturaleza del matrimonio, tanto san Agustín como santo Tomás la ponen siempre en la «indivisible unión espiritual», en la «unión de los corazones», en el «consentimiento», elementos que en aquel matrimonio de María y José se han manifestado de modo ejemplar. 

En el momento culminante de la historia de la salvación, cuando Dios revela su amor a la humanidad mediante el don del Verbo, es precisamente el matrimonio de María y José el que realiza en plena «libertad» el «don esponsal del sí» al acoger y expresar tal amor. «En esta grande obra de renovación de todas las cosas en Cristo, el matrimonio, purificado y renovado, se convierte en una realidad nueva, en un sacramento de la nueva Alianza. 

Y he aquí que en el umbral del Nuevo Testamento, como ya al comienzo del Antiguo, hay una pareja. 

Pero, mientras la de Adán y Eva había sido fuente del mal que ha inundado al mundo, la de José y María constituye el vértice, por medio del cual la santidad se esparce por toda la tierra. 

El Salvador ha iniciado la obra de la salvación con esta unión virginal y santa, en la que se manifiesta su omnipotente voluntad de purificar y santificar la familia, santuario de amor y cuna de la vida»


(Exhortación apostólica Redemtoris Custos, Juan Pablo II)

Entrada destacada

ORACIÓN PARA SER MISERICORDIOSOS

"Oh Señor, deseo transformarme toda en Tu misericordia y ser un vivo reflejo de Ti. Que este supremo atributo de Dios, es decir su inso...

ENTRADAS POPULARES