María,
Dame tus ojos, para mirarlo.
Dame tus brazos, para abrazarlo.
Dame tus manos, para acariciarlo y tus labios para besarlo.
Dame tu rostro, para que Él voltee a verme.
Dame tus pies, para sostenerme.
Dame tu cielo, para llevarle alegría.
Dame tu sonrisa, para aliviar su agonía.
Dame tu paz, para encontrarlo a Él, y tu alma,
para permanecer en Él.
Dame tu belleza, para enamorarlo.
Dame tus oídos, para escucharlo.
Dame tu voz, para llamarlo, y tus palabras, para consolarlo.
Dame tu amor, para amarlo, y tu corazón, para adorarlo.
Dame tu dolor, para sufrirlo, y tu sufrimiento, para vivirlo.
Dame tus lágrimas, para llorar, y tu silencio, para callar.
Dámelo todo, Madre mía, para a tu Hijo al extremo amar,
para entregarle mi vida y mi voluntad.
Dame la luz que me guíe, para encontrar a Jesús,
en el camino al Calvario, y cargar yo su Cruz.
Para subirme con Él, y ser clavado y crucificado,
para llegar a la gloria con mi Dios resucitado.
Amén
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