Dios quiere que le amemos con todo nuestro corazón: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón.
Quien ama a Dios con todo su corazón, repite sinceramente con el Apóstol: Señor, ¿qué quieres que yo haga?. Señor, dadme a conocer qué queréis de mí, que dispuesto estoy a hacerlo todo.
Y entendamos esto bien, que cuando queremos lo que Dios quiere, entonces queremos nuestro mayor bien, pues Dios solo quiere nuestro verdadero bien.
Decía San Vicente de Paúl: «La conformidad con el divino querer es el tesoro del cristiano y el remedio de todos nuestros males, porque implica la abnegación de sí mismo y la unión con Dios y todas las virtudes». La suma de toda la perfección está encerrada en estas palabras: Señor, ¿qué queréis que yo haga? Nos promete Jesucristo que no perecerá un cabello de vuestra cabeza ; es decir, que el Señor nos recompensa cualquier buen pensamiento que por darle gusto hayamos tenido y no deja sin premio cualquier tribulación que con paz y alegría hayamos sobrellevado para conformarnos con su santa voluntad.
(Práctica de amor a Jesucristo, san Alfonso Mª de Ligorio)
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