DEVOCION DE LOS TREINTA DIAS A SAN JOSE

Una de las devociones más expresivas de la veneración y confianza de los cristianos en el poder y bondad de San José, es la llamada de los Treinta días en reverencia de los treinta años que vivió en la tierra en compañía de Jesús y la Virgen María. 

Es muy eficaz para alcanzar gracias espirituales o temporales, las más difíciles y extraordinarias.

Las razones de esta afirmación son las siguientes:

La materia doctrinal es la más teológica y completa, se honra la memoria de los treinta años que vivió con Jesús y María en la tierra, se le invoca con títulos poderosísimos para mover su corazón, está escrita con fe vivísima, ternura sensible y de urgente e irresistible instancia, con perseverancia durante treinta días, no hay en ella nada de superstición, al contrario, lo que se pide y se confía conseguir es sencillamente algo muy conveniente y necesario, aunque difícil y extraordinario; pero nada de milagros infalibles. Todo está fundado en el dogma católico de la oración e intercesión de los Santos, en este caso en el de San José.

Solo hay que rezar la oración (las doce súplicas) junto con la oración inicial, durante treinta días consecutivos delante de una imagen o altar de San José; pero cuando eso no sea posible, puede rezarse en la casa particular. 

DEVOCION DE LOS TREINTA DIAS DE SAN JOSE:

¡Oh amabilísimo Patriarca San José! Desde el abismo de mi pequeñez y miseria os contemplo con emoción y alegría de mi alma en vuestro trono del cielo, como gloria y gozo de los Bienaventurados, pero también como padre de los huérfanos en la tierra, consolador de los tristes, amparador de los desvalidos, auxiliador de los Ángeles y Santos ante el trono de Dios, de vuestro Jesús y de vuestra santa Esposa.

Por eso yo pobre, desvalido, triste y necesitado. a Vos dirijo hoy y siempre mis lágrimas y penas, mis ruegos y clamores del alma, mis arrepentimientos y mis esperanzas: y hoy especialmente os traigo ante vuestro altar y vuestra imagen una pena que consoléis, un mal que remediéis, una desgracia que impidáis, una necesidad que socorráis, una gracia que obtengáis para mí y para mis seres queridos.

Y para conmoveros y obligaros a oírme y conseguírmelo, os lo pediré y demandaré durante treinta días continuos, en reverencia a los treinta años, que vivisteis en la tierra con Jesús y María: y os lo pediré, urgente, y confiadamente, invocando todos los títulos que tenéis para compadeceros de mí, y todos los motivos que tengo para esperar que no dilataréis el oír mi petición, y remediar mi necesidad; siendo tan cierta mi fe en vuestra bondad y poder, que al sentirla os sentiréis también obligado a obtener y darme más aún de lo que os pido y deseo.

1) Os lo pido por la bondad divina que obligó al Verbo Eterno a encarnarse y nacer en la pobre naturaleza humana, como Hijo de Dios, Dios Hombre y Dios del hombre.

2) Os lo suplico por vuestra ansiedad inmensa al sentiros obligado a abandonar a vuestra santa Esposa.

3) Os lo ruego por vuestra resignación dolorosísima para buscar un establo y un pesebre para palacio y cuna de Dios nacido entre los hombres.

4) Os imploro por la dolorosa y humillante Circuncisión de vuestro Jesús, y por el santo, glorioso y dulcísimo nombre que le impusisteis por orden del Eterno.

5) Os lo demando por vuestro sobresalto al oír del Angel la muerte decretada contra vuestro Hijo Dios, por vuestra obedientísima huida a Egipto, por las penalidades y peligros del camino, por la pobreza extrema del destierro y por vuestras ansiedades al volver de Egipto a Nazaret.

6) Os lo pido por vuestra aflicción dolorosísima de tres días, al perder a Vuestro Hijo, y por vuestra consolación suavísima al encontrarlo en el templo, y por vuestra felicidad inefable de los treinta años que tuvisteis en Nazaret con Jesús y María sujetos a vuestra autoridad y providencia.

7) Os lo ruego y espero por el heroico sacrificio, con que ofrecisteis la víctima de vuestro Jesús al Dios Eterno para la cruz y para la muerte por nuestros pecados y nuestra redención.

8) Os lo demando por la dolorosa previsión que os hacía todos los días contemplar aquellas manos infantiles, taladradas después en la cruz por agudos clavos; aquella cabeza que se reclinaba dulcisimamente sobre vuestro pecho, coronada de espinas; aquel cuerpo divino que estrechabais contra vuestro corazón, desnudo, ensangrentado y extendido sobre los brazos de la Cruz, aquel último momento en que le veíais expirar y morir.

9) Os lo pido por vuestro dulcísimo tránsito de esta vida en los brazos de Jesús y María y vuestra entrada en el Limbo de los Justos y al fin en el cielo.

10) Os lo suplico por vuestro gozo y vuestra gloria, cuando contemplasteis la Resurrección de vuestro Jesús, su subida y entrada en los cielos y su trono de Rey inmortal de los Siglos.

11) Os lo demando por vuestra dicha inefable cuando visteis salir del sepulcro a vuestra santísima esposa resucitada, y ser subida a los cielos por los Ángeles y coronada por el Eterno, y entronizada en un solio junto al vuestro.

12) Os lo pido y ruego y espero confiadamente por vuestros trabajos, penalidades y sacrificios en la tierra, y por vuestros triunfos y glorias y feliz bienaventuranza en el cielo con vuestro Hijo Jesús y vuestra esposa Santa María.

¡Oh mi buen Patriarca San José! Yo, inspirado en las enseñanzas de la Iglesia Santa y de sus Doctores y Teólogos, y en el sentido universal del pueblo cristiano, siento en mí una fuerza misteriosa, que me alienta y obliga a pediros y suplicaros y esperar me obtengáis de Dios la grande y extraordinaria gracia que voy a poner ante vuestra imagen y ante vuestro trono de bondad y poder en el cielo.

LLEGADOS A ESTE MOMENTO, LEVANTANDO EL CORAZÓN, SE LE PEDIRÁ AL SANTO CON CONFIANZA  LA GRACIA QUE SE DESEA ALCANZAR.  

San José rogad por nosotros: Para que seamos dignos de alcanzar las promesas de Nuestro Señor Jesucristo.

Amén




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