De vuestro Corazón salieron todas las palabras de luz,
de perdón y de consuelo que llenan el Evangelio;
es él quien decía a la Samaritana: «¡ Si tú supieras el don de Dios!»;
a la Magdalena: «Vete en paz, tus pecados te son
perdonados»; al Buen Ladrón: «Hoy estarás conmigo en el Paraíso»;
a todos los pecadores,
a todos los que sufren, a todos los que lloran,
a todos los que están cargados y que sucumben:
«Venid a mí, y yo os aliviaré.»
Es vuestro Corazón quien hizo vuestra Pasión y vuestra muerte ;
es él quien os entregó silencioso y dulce al beso de Judas,
a los sufrimientos y a los látigos de los soldados, a las
sentencias de Pilato, a la ignominia y al suplicio de la Cruz ;
y es él también quien antes de
morir nos inspiró a orar por nuestros enemigos y
nos dió a María para Madre nuestra.
Y en todas las obras fundadas por el Verbo
encarnado, el amor es el fin y el Corazón de
Jesús nos ama.
Corazón misericordiosísimo de Jesús,
cuya activa y paciente solicitud me conduce,
me sostiene y me dirige siempre.
Tu amor me satisface plenamente y se desborda sin medida.
(La Persona del Cristo Eucarístico)
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