¡El corazón está hecho para amar, y vuestro
Corazón, oh Jesús, ese Corazón que Dios quiso
darse a sí mismo, no ha hecho jamás,
desde su primer latido, más que amar y amarme!
Toda la vida del Verbo encarnado no es más que amor ;
pero un amor que, aunque infinito desde su primer fuego,
parece, sin embargo, crecer siempre; tal es vuestra obra,
¡oh Corazón sagrado de Jesús!.
¡Vos sois, oh Corazón sagrado,
quien derramabais en el misterio de Belén,
donde el amor encarnado apareció por la vez primera, esos encantos tan dulces,
esos atractivos tan poderosos que cautivan nuestros corazones!
¡ Vos, que os dabais en las sonrisas, y los besos, y las miradas
con que el Hijo recompensaba a su madre!
Es vuestro Corazón sagrado quien aceptó,
quien santificó y nos hizo saludables los treinta
años pasados en Nazareth en la obediencia y el trabajo.
Es vuestro Corazón quien venció en el desierto al demonio y nuestras tentaciones,
en un acto de amor y de adoración;
es vuestro Corazón quien multiplicó los panes
para alimentar a la multitud hambrienta;
es él quien, enternecido a la vista de todas las miserias humanas,
multiplicaba los prodigios para socorrerlas ;
es vuestro Corazón quien, conmovido
de las lágrimas de la viuda de Naim, le devolvió a su hijo único;
¡Tanto así vuestro Corazón amaba tan verdadera, tierna y generosamente!
(La persona del Cristo Eucarístico, por el R.P.A. Tesniére, de la congregación del Santísimo Sacramento)
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