Creed con todas vuestras fuerzas en la presencia de Jesucristo en la Hostia consagrada, porque no es un símbolo, ni un recuerdo; sino el verdadero Cuerpo y la verdadera Carne de Jesús. Cierto es que es invisible e imperceptible. Sin embargo, está allí todo entero en la plenitud de su ser, de su vida, con todos sus miembros, con todos sus órganos, con todos sus músculos y huesos.
Él obra: nosotros no vemos su acción; pero es muy real y muy poderosa. Los ojos de Jesús nos ven a través de las Santas Especies; sus oídos oyen nuestras oraciones; su cabeza tiene la impresión de la corona de espinas, brillante como una corona de diamantes; en sus manos, pies y costado brillan como rubíes las señales de los clavos y de la lanza.
Adorad cada uno de los miembros sagrados del Santo Cuerpo de Jesús. Contempladlos y besadlos uno tras otro, en espíritu. Estando el Corazón de Jesús vivo en el Santísimo Sacramento, es sensible a vuestro amor, a vuestras atenciones ; como también vuestras frialdades, vuestras irreverencias en su presencia le afligen y le apenan ; las resiente dolorosamente.
Creed, adorad, reverenciad, haceos una profunda impresión de esta presencia, una impresión viva y duradera; no una impresión de imaginación, pues no podríais encontrar el modo con que Jesús está en el Santísimo Sacramento, sino una impresión de fe. ¡ Él está allí! ¡Yo lo creo!
(La persona del Cristo Eucarístico, R. P. A. TESNIERE)
No hay comentarios:
Publicar un comentario