HAGAMOS DE NUESTRA VIDA UN CAMINO DE AMOR



Sería bueno pedir todos los días a nuestro Padre Dios la gracia de ir directamente al cielo y pedirle también paciencia y resignación para aceptar todos los sufrimientos que quiera enviarnos antes de morir, para pasar nuestro purgatorio aquí en vez de allá. Aprovechemos el tiempo para crecer en el amor. 

Recordemos que nuestro cielo será tan grande como la medida de nuestro amor. Y la medida del amor debe ser el amor sin medida.  No pongamos límites a nuestro amor a Dios y al prójimo. No nos cansemos de mirar a Jesús Eucaristía, pidiéndole que llene nuestro corazón de su amor. 

Pidamos a la “Madre del Amor Hermoso” (Eclo 24,18), a María, que nos enseñe a amar. De esta manera, en la medida en que amemos con toda nuestra alma, con toda nuestra mente y con todo nuestro ser, nos sentiremos realizados como seres humanos que cumplen fielmente su misión en este mundo. 

No olvidemos que el tiempo de amar se agota día a día. Que el tiempo de vida es limitado, que no podemos perder el tiempo. El tiempo se va acabando y hay que aprovecharlo bien. Todavía estamos a tiempo para rectificar errores, después podría ser demasiado tarde. Hagamos de nuestra vida un camino de amor, acumulando un tesoro que nos sirva para la vida eterna. 

Y recordemos siempre lo que decía Santa Isabel de la S. Trinidad: “En la tarde de la vida sólo queda el amor”.

(Más allá de la muerte, P. Ángel Peña O.A.R.)

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