APRENDAMOS DE MARÍA


Debemos ser unos con Cristo. Tenemos que acoger a Cristo en nuestros corazones como lo hizo María, la cual se entregó completamente a Dios desde sus primeros años. Desde la subida al templo, toda su vida no fue otra cosa que un continuo servicio, una oferta constante a él, y, por eso, su corazón siempre permaneció abierto a él.

De María tenemos que aprender a alejar del corazón cuanto no pertenece a Dios y cómo abrirlo, para que sea llenado de su gracia. Entonces Jesús entrará en nuestro interior, crecerá en nosotros, nacerá de nuevo de nosotros, se hará visible en nuestras acciones y vivirá en nuestra vida. Estamos demasiado poco llenos de Dios. Con María, llenos como ella de la gracia de Dios, debemos vivir la vida de Dios y buscar nuestra gloria y nuestra salvación en la unión con él.

Pensemos, sobre todo, en María.  He aquí el fin de nuestra devoción a María: tenemos que ser otra Madre de Dios, Dios ha de ser concebido también en nosotros, dado a luz también por nosotros. El misterio de la encarnación nos ha hecho ver la extraordinaria importancia del hombre para Dios, cómo Dios quiere unirse íntimamente al hombre.

Si queremos conformarnos a María para gozar plenamente del trato con Dios, según su ejemplo, naturalmente se necesita ser otras Marías. Debemos dejar que María viva en nosotros, que viva con, en, mediante y por María.

 -Tito Brandsma, santo Carmelita-

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