TE SALUDAMOS, OH MARÍA, MADRE DE DIOS


Te saludamos, oh María, Madre de Dios,
verdadero tesoro de todo el universo,
Antorcha que jamás se apagará,
Templo que nunca será destruido,
sitio de Refugio para todos los desamparados,
por Quién ha venido al mundo,
el que es Bendito por los siglos.
Por ti la Trinidad ha recibido más gloria en la tierra,
por ti la Cruz nos ha salvado;
por ti los Cielos se estremecen de alegría,
y los demonios son puestos en fuga;
el enemigo del Alma es lanzado al abismo
y nosotros débiles Criaturas
somos elevados al Puesto de Honor».
Amén.

(Oración de San Cirilo de Alejandría, en ocasión solemnísima, cuando el concilio de Efeso confesó a María como Madre de Dios)

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