CIEN REQUIEMS MEDITANDO LA PASIÓN DE CRISTO



Esta hermosa oración está dirigida especialmente a aliviar el tormento de las Almas del Purgatorio ya que se repite cien veces la oración del Requiem.

Para llevar la cuenta se usa un Rosario y por cada cuenta del Ave María se reza un Requiem, pero como son solo 50 se usa dos veces.

Nos ponemos en presencia del Señor haciendo la señal de la cruz y rezando el acto de contrición.

En las cuentas grandes rezamos:

Padre Eterno os ofrecemos la Sangre, Pasión y Muerte de Nuestro Señor Jesucristo, los dolores de la Santísima Virgen y los de San José por la remisión de nuestros pecados, la libertad de las Almas del Purgatorio y la conversión de los pecadores. Amén


Primer Decena

Te ofrezco, mi adorado Jesús, en ayuda de las Almas del Purgatorio, los méritos de tus padecimientos y dolores sufridos, por nuestra redención. Y comienzo contemplando la Sangre que trasudó de tu cuerpo, por la tristeza y la angustia que te asaltó en Getsemaní.

Rece 10 Requiems:

Concédeles, Señor, el descanso eterno y brille para ellas la luz perpetua. 

Al final de cada decena de Requiems:

Almas santas, almas purgantes, rogad a Dios por nosotros que nosotros oraremos por vosotras para que Dios les de la gloria del paraíso. Amén.


Segunda Decena

Te ofrezco, mi adorable Jesús, por las Almas del Purgatorio, la inmensa aflicción que te oprimió el corazón al ver que Judas, discípulo Tuyo, por Ti amado y favorecido, se hizo perseguidor, y con beso sacrílego te traicionó para entregarte en manos de crueles enemigos.

Rece 10 Requiems:

Concédeles, Señor, el descanso eterno y brille para ellas la luz perpetua. 

Al final de cada decena de Requiems:

Almas santas, almas purgantes, rogad a Dios por nosotros que nosotros oraremos por vosotras para que Dios les de la gloria del paraíso. Amén.


Tercera Decena

Te ofrezco, mi adorado Jesús, por las Almas del Purgatorio, la admirable paciencia con la que soportaste tantos ultrajes de esa vil soldadesca que te condujo de Anás a Caifás, de Pilato a Herodes, el cual para mayor desprecio, te impuso la vestidura de los locos, entre las burlas y los agravios del pueblo, y te envió al gobernador romano.

Rece 10 Requiems:

Concédeles, Señor, el descanso eterno y brille para ellas la luz perpetua. 

Al final de cada decena de Requiems:

Almas santas, almas purgantes, rogad a Dios por nosotros que nosotros oraremos por vosotras para que Dios les de la gloria del paraíso. Amén.


Cuarta Decena

Te ofrezco, mi adorable Jesús, por las Almas del Purgatorio, la amargura que perturbó tu Espíritu, cuando por los judíos fuiste pospuesto por Barrabás, sedicioso y homicida. Luego atado a la columna, Tú, el Inocente y el Justo, fuiste golpeado con innumerables azotes, sin piedad alguna.

Rece 10 Requiems:

Concédeles, Señor, el descanso eterno y brille para ellas la luz perpetua. 

Al final de cada decena de Requiems:

Almas santas, almas purgantes, rogad a Dios por nosotros que nosotros oraremos por vosotras para que Dios les de la gloria del paraíso. Amén.


Quinta Decena

Te ofrezco, mi adorado Jesús, por las Almas del Purgatorio, la humillación que toleraste, cuando, para tratarte como falso rey, pusieron sobre tus hombros un manto de púrpura, te dieron por cetro una caña y ciñeron tu cabeza con la corona de espinas, y así Pilato te presentó al pueblo diciendo: “¡He aquí al Hombre!”

Rece 10 Requiems:

Concédeles, Señor, el descanso eterno y brille para ellas la luz perpetua. 

Al final de cada decena de Requiems:

Almas santas, almas purgantes, rogad a Dios por nosotros que nosotros oraremos por vosotras para que Dios les de la gloria del paraíso. Amén.


Sexta Decena

Te ofrezco, mi adorable Jesús, por las almas del Purgatorio, la piadosa compasión y el dolor profundo que sentiste cuando, con tanta violencia, fuiste separado de tu amadísima madre, que había venido a encontrarte y abrazarte.

Rece 10 Requiems:

Concédeles, Señor, el descanso eterno y brille para ellas la luz perpetua. 

Al final de cada decena de Requiems:

Almas santas, almas purgantes, rogad a Dios por nosotros que nosotros oraremos por vosotras para que Dios les de la gloria del paraíso. Amén.


Séptima Decena

Te ofrezco, adorado Jesús mío, por las almas del Purgatorio, los inauditos tormentos padecidos cuando, extendido sobre la cruz tu ensangrentado cuerpo, fuiste horriblemente traspasado por clavos en las manos y en los pies, y elevado en el ignominioso patíbulo.

Rece 10 Requiems:

Concédeles, Señor, el descanso eterno y brille para ellas la luz perpetua. 

Al final de cada decena de Requiems:

Almas santas, almas purgantes, rogad a Dios por nosotros que nosotros oraremos por vosotras para que Dios les de la gloria del paraíso. Amén.


Octava Decena

Te ofrezco, mi adorado Jesús, por las almas del Purgatorio, la ardiente sed que padeciste en este tiempo de Calvario, sed de agua, pero también de almas que calmen tan cruel agonía y por la cual recibes tan solo vinagre e ingratitudes.

Rece 10 Requiems:

Concédeles, Señor, el descanso eterno y brille para ellas la luz perpetua. 

Al final de cada decena de Requiems:

Almas santas, almas purgantes, rogad a Dios por nosotros que nosotros oraremos por vosotras para que Dios les de la gloria del paraíso. Amén.


Novena Decena

Te ofrezco, mi adorado Jesús, por las almas del Purgatorio, las angustias y las penas que durante tres horas continuas soportaste suspendido de la cruz, y las contracciones que sufriste en todos tus miembros, acrecentadas por la presencia de tu dolorida madre, testigo de semejante desgarradora agonía.

Rece 10 Requiems:

Concédeles, Señor, el descanso eterno y brille para ellas la luz perpetua. 

Al final de cada decena de Requiems:

Almas santas, almas purgantes, rogad a Dios por nosotros que nosotros oraremos por vosotras para que Dios les de la gloria del paraíso. Amén.


Décima Decena

Te ofrezco, mi adorado Jesús, por las almas del Purgatorio, la desolación que oprimió a la Virgen Santísima asistiendo a tu muerte, y el pesar de su tierno corazón, acogiéndote exánime entre sus brazos cuando fuiste bajado de la cruz.

Rece 10 Requiems:

Concédeles, Señor, el descanso eterno y brille para ellas la luz perpetua. 

Al final de cada decena de Requiems:

Almas santas, almas purgantes, rogad a Dios por nosotros que nosotros oraremos por vosotras para que Dios les de la gloria del paraíso. Amén.


De Profundis

Concluimos con el Salmo 130 “De Profundis”


Desde lo hondo a ti grito, Señor;

Señor, escucha mi voz;

estén tus oídos atentos

a la voz de mi súplica.


Si llevas cuenta de los delitos, Señor,

¿quién podrá resistir?

Pero de ti procede el perdón,

y así infundes respeto.


Mi alma espera en el Señor,

espera en su palabra;

mi alma aguarda al Señor,

más que el centinela la aurora.


Aguarde Israel al Señor,

como el centinela la aurora;

porque del Señor viene la misericordia,

la redención copiosa;

y él redimirá a Israel

de todos sus delitos.


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