OS HAGO HONROSA REPARACIÓN


Dulce Salvador, a pesar de mi indignidad, a pesar de la parte que he tomado en las ingratitudes que os hieren tan cruelmente, quiero por gracia y amor vuestro consolaros, reparar y suplir. 

Yo os hago honrosa reparación por esta ignorancia en que están tantos cristianos sobre la presencia de vuestro Sagrado Corazón en la Eucaristía; ellos no quieren saber que Vos tenéis allí un Corazón; que este Corazón está lleno de vida y ardiente de amor por ellos; y y ellos os tratan como un objeto que no tiene Corazón, entrando en vuestras iglesias sin respeto, manteniéndose en ellas sin piedad, pasando delante de Vos sin saludaros, hablando y riendo insolentemente. 

Y hay un número todavía mayor de bautizados para los cuales no existís en la Eucaristía, Vos, cuyo Corazón vela sobre ellos, protege sus vidas y los pone a salvo de la justicia divina, irritada por su apostasía!

¿Quién trata a vuestro Corazón como el más sensible y tierno de los Corazones? 

Os hago honrosa reparación por todos los pecados que atacan vuestro Corazón en el Santo Sacrificio de la misa. ¡Cuántos cristianos rehúsan asistir a la misa aun el domingo, prefiriendo mejor marcharse con un pecado mortal, que dar a vuestro Corazón la satisfacción que tendría en colmarlos de los frutos de vuestra muerte! Y entre los que asisten á Él, ¡cuán pocos piensan en vuestro Corazón, en su agonía, en sus angustias, en los oprobios que sufrió en su Pasión!


(La persona del Cristo Eucarístico, R.P.A. Tesniére)

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