EL DIVINO CRUCIFICADO EN LA EUCARISTÍA


 

Adorad a Jesús instituyendo su Eucaristía

la víspera de su muerte, y fundiendo en una sola relación, 

el hecho de su Pasión con el de la Eucaristía.

Evidentemente Nuestro Señor creó entre la

Eucaristía y la Pasión lazos estrechos indisolubles; 

y como la Eucaristía es para perpetuarse aquí abajo, 

se perpetuará en su íntima alianza 

con la Pasión y la Muerte del Salvador. 

Ella será su memorial auténtico, perfecto

y perpetuo. 

¡Adorad este designio del Salvador; creed

esta verdad, y desde que estéis en presencia

de la Eucaristía, ved como aparece el Jesús

paciente y moribundo! el Jesús condenado

por Pilatos; flagelado y coronado de espinas

por los soldados; clavado sobre la Cruz por los

verdugos, y muerto en el abandono de su Padre: 

hele allí! ¡Es Él y no otro!

Sois Vos mismo: ¡oh Jesús! la fe me lo dice;

mi corazón me lo hace sentir; yo no puedo

estar un minuto en vuestra presencia 

y preguntarme quién sois, 

sin que al momento el estado en que os veo 

me diga que sois el Hombre

del dolor, el Divino Crucificado. 

(Manual de Adoración, R. P. A. Tesniere)

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