LOS ZAPATOS Y JESÚS


Cuenta santa Verónica Guliani: 

"Una vez, cuando era pequeña, estando en la ventana, vi venir a un pobre por la calle. Se detuvo y me pidió limosna. Yo no tenía nada. El pobre se estaba allí y yo veía que no quería marcharse. No sé cómo lo hice. Acababa de estrenar un par de zapatos muy bonitos: me quité del pie uno de ellos y se lo di al pobre; él se fue muy contento. Pero, después de caminar un poco, volvió atrás y me dijo: 

“Chiquita, dame el otro: ¿qué hago yo con éste solo?”. 

Yo me quité el otro zapato y se lo di al pobre. En aquel momento me pareció ver el rostro del pobre todo bello y resplandeciente. Pero no hice reflexión alguna. 

Cuando se fue el pobre, yo no sabía cómo salir del paso. Tuve miedo de que nuestra madre me riñera, y no quería decir a quién había dado los zapatos. 

No recuerdo bien cómo acabó la cosa. Sólo me acuerdo que no quise descubrir que los había dado a un pobre por amor de Dios.

Una noche mientras me acusaba mi ángel de los malos ejemplos que había dado al prójimo, el Señor me mostró aquellos zapatos que yo de pequeña di a aquel pobre y me hizo entender que aquel pobre era él mismo. 

Y me hacía ver dichos zapatos todo de oro que significa la caridad y además me hizo entender que él agradeció mucho aquel acto de caridad que hice, porque dichos zapatos no quería yo que nadie me los tocara. 

Tenía tanto cuidado con ellos por ser los primeros que había tenido. Y, cuando se los di al Señor en figura de aquel pobre, de nada me di cuenta, pero después, cuando ya no los tenía, sentía pesar y me desagradó mucho. 

Me acuerdo en este momento de ello como si fuera ahora. 

El padre Tassinari declaró en el Proceso que le dijo la Virgen María a Verónica Guliani en una apariciónn que el peregrino al que ella le dio su zapatito de niña  había sido el mismo Jesús. Y ella me lo contó así en una conversación.


(Santa Verónica Giuliani, P. Ángeñ Peña O.A.R.)

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