DEBEMOS TENER PACIENCIA

 Ten paciencia, hijita mía, al soportar tus imperfecciones, si de veras quieres la perfección.

Acuérdate de que este es un punto importantísimo si queremos avanzar en los caminos que nos conducen a Él. Cuando no puedas caminar a grandes pasos por este camino, confórmate con pasos pequeños, esperando pacientemente a tener piernas para correr o, mejor, alas para volar; confórmate, mi buena hijita, con ser por el momento una pequeña abeja de la colmena, que bien pronto se convertirá en una abeja madura, capaz de fabricar la miel.

Humíllate amorosamente ante Dios y los hombres, porque Dios habla a quien tiene las orejas bajas. «Escucha –dice él a la esposa del Cantar de los Cantares–, medita e inclina tu oído, olvídate de tu pueblo y de la casa paterna». Hazlo como el hijito cariñoso que se postra rostro en tierra cuando habla al Padre del cielo; y espera la respuesta de su oráculo divino.

Dios llenará tu vaso de su bálsamo, cuando lo vea vacío de los perfumes del mundo; y, cuanto más te humilles, más te ensalzará.

(21 de mayo de 1918, Padre Pío a Antonietta Vona, Ep. III, 857)



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