Quien me ama de veras, hace bien a su prójimo. No puede ser de otra manera , porque yo y el prójimo somos una sola cosa, y en la medida en que una persona me ama, así ama al prójimo, ya que el amor a él procede del amor a mí.
Este es el intermediario que os he puesto para que ejercitéis y deis prueba de la virtud en vosotros; puesto que ya que no podéis hacerme el bien a mí, debéis hacérselo al prójimo.
La prueba de que vosotros me tenéis en el alma por la gracia, se manifiesta en el fruto de vuestras santas y frecuentes oraciones, buscando mi honor y la salvación de las almas.
Enamorada el alma de mi verdad, se dedica a fijar su atención en las necesidades del prójimo en particular. Por eso socorre a quienes se hallan más cercanos, de acuerdo con las gracias que le he concedido administrar unos, con la palabra cargada de doctrina, aconsejando con sinceridad, sin miramiento alguno; otros, con el ejemplo de vida. Esto deben hacerlo todos, edificando al prójimo con buena, santa y honesta vida.
(Diálogos, Santa Catalina de Siena)
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