La Eucaristía es el Cuerpo, la Sangre,
el Alma y la Divinidad de Jesucristo,
bajo las apariencias de pan y vino.
Haced un acto de fe preciso y explícito
a la presencia del Cuerpo sacrosanto de
Nuestro Señor en el Santísimo Sacramento.
El Cuerpo está unido a su alma;
vivo, organizado, completo, lleno de gloria e inmortal.
El Cuerpo está formado de la más pura sangre
de la Virgen María, alimentado con su leche,
muerto sobre la Cruz, resucitado en la gloria
y que los santos ven resplandeciente en el
cielo. La Sangre de Jesucristo corre en las
venas de este Cuerpo y mantiene su vida;
ésta es la sangre que viene de la fuente purísima
del Corazón de María, que fue derramada durante la Pasión
y recobrada en la Resurrección;
circula en el Cuerpo de Jesús y hace
de Él un Cuerpo vivo.
El Cuerpo eucarístico de Jesucristo
es vivificado por su corazón,
que existe verdaderamente y late y se mueve en la Hostia.
Creed en la verdad de este Cuerpo de carne;
no es una imagen, sino una realidad.
Jesús lo ha dicho: Hoc est Corpus meum;
la fe lo enseña; creedlo.
Y como este Cuerpo es el Cuerpo de Jesús
inseparablemente unido a la persona divina
del Verbo, es santo, sagrado y adorable: adoradle.
Creed con todas vuestras fuerzas en esta realidad;
porque no es una copia, ni un símbolo,
ni un recuerdo; sino el verdadero Cuerpo y la
verdadera Carne de Jesús.
(La Persona del Cristo Eucarístico, por el P. Tesniere)
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