¡Oh San José!, fiel, casto y justo esposo de María,
Madre de Nuestro Señor Jesucristo,
dígnate concedernos tu poderosa intercesión,
para que Dios Padre envíe más obreros a su
mies, verdaderas y santas vocaciones al sacerdocio.
Custodia las vocaciones de los que han sido
llamados a vivir en el mundo sin ser de este mundo,
para que sepan renunciar a los placeres y pasiones del mundo,
para servir en total pobreza, castidad y obediencia
a la voluntad de Dios y sean configurados con Cristo,
y por Él, con Él y en Él, sean unidos a la Santísima Trinidad
por los lazos indisolubles del Espíritu.
Consíguenos para ellos, por tus méritos y tu ejemplo,
los dones y gracias que necesitan para
que ejerzan un ministerio santo,
cumpliendo en virtud y perfección las promesas de
pobreza, castidad y obediencia,
que en conciencia y libre voluntad hicieron a Dios
el día de su ordenación, cuando al ser desposados
con la Santa Iglesia se comprometieron a servirla
en total fidelidad y entrega.
Te pedimos, ¡Oh! benigno y sapientísimo protector,
que custodies los corazones de nuestros
seminaristas y sacerdotes, para que sean
preservados en la inocencia, en la pureza y en el celo apostólico
del amor y sean íntegros, virtuosos y santos.
Imploramos a ti, San José, esposo de nuestra
Madre Santísima, virgen, inmaculada y pura,
que acojas y adoptes a cada vocación
como a tu hijo Jesús y lo dirijas y lo enseñes a
construir su cruz, con su trabajo y su esfuerzo diario,
renunciando a sí mismo, para abrazarla
y seguir a Jesús, para con él ser Cristo
y conducir a todas las almas a Dios, en la
esperanza de la gloria en su resurrección,
Amén.
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