¡Ah! ¿Cuándo llegará ese tiempo dichoso -dice un santo
varón en nuestros días, ferviente enamorado de María-,
cuándo llegará ese tiempo dichoso en que la excelsa María
sea establecida como Señora y Soberana en los corazones,
para someterlos plenamente al imperio de su excelso y
único Jesús?
¿Cuándo respirarán las almas a María como
los cuerpos respiran el aire? Cosas maravillosas sucederán
entonces en la tierra, donde el Espíritu Santo -al encontrar
a su querida Esposa como reproducida en las almas- vendrá
a ellas con la abundancia de sus dones y las llenará de
gracia. ¿Cuándo llegará, hermano mío, ese tiempo dichoso,
ese siglo de María, en el que muchas almas escogidas y
obtenidas del Altísimo por María, perdiéndose ellas mismas
en el abismo de su interior, se transformen en copias
vivientes de la Santísima Virgen para amar y glorificar a
Jesucristo?
los cuerpos respiran el aire? Cosas maravillosas sucederán
entonces en la tierra, donde el Espíritu Santo -al encontrar
a su querida Esposa como reproducida en las almas- vendrá
a ellas con la abundancia de sus dones y las llenará de
gracia. ¿Cuándo llegará, hermano mío, ese tiempo dichoso,
ese siglo de María, en el que muchas almas escogidas y
obtenidas del Altísimo por María, perdiéndose ellas mismas
en el abismo de su interior, se transformen en copias
vivientes de la Santísima Virgen para amar y glorificar a
Jesucristo?
(San Luis María Grignion de Montfort)
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