NOCHE DE ÁNIMAS -Rufino Villalobos-



 I 
Oculta el sol sus últimos fulgores, 
La noche extiende su enlutado manto 
Y sólo vense ya en el camposanto 
En las tumbas cien luces de colores. 
Poco a poco se apagan los rumores 
Y en esta soledad que causa espanto 
Vengo a regar con dolorido llanto 
La tierra en que reposan mis mayores. 
¡Soledad, soledad! ¡Quién sospechara 
Que toda humana gloria aquí acabara 
Sin que los hombres impedirlo puedan! 
Yo de esta soledad al ser testigo, 
Como el poeta, en mi interior me digo: 
¡Qué solos, ¡ay, Señor!, los muertos quedan! 

II 
¡Muerte! Voz de dolor y de misterio 
Que resuena sin fin hora tras hora 
Aquí en la soledad aterradora 
Del sombrío y helado cementerio. 
En el mundo desde uno a otro hemisferio 
Es la muerte la dueña y la sefi.ora 
Que domina a los hombres vencedora 
Con las duras cadenas de su imperio. 
Muerte, di, ¿quién podrá esquivar tu yugo? 
¿Quién se podrá ocultar de tu presencia 
ni qué hombre puede contra ti ser fuerte? 
¡Oh de la humanidad fatal verdugo! 
¿Tan breve habrá de ser nuestra existencia 
Que todo se termine con la muerte? 

III 
Todo aquí acaba: el torpe devaneo 
Las riquezas, la dicha y la ventura 
Y, siendo desigual la sepultura, 
Al rico y al mendigo iguales veo. 
¡Todo se acaba! Pero ¡no! Yo creo 
Lo que mi fe bendita me asegura: 
Que esas cruces que miran a la altura 
Dicen dónde se colma mi deseo. 
El cielo que la santa cruz señala 
Es el lugar que el alma fiel escala 
Cuando sale del cuerpo desprendida. 
Para el alma que cree, ama y espera 
Aquí empieza la vida verdadera: 
La cruz junto a la muerte dice: ¡Vida!

-Rufino Villalobos-

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