LA EUCARISTÍA NOS UNE ÍNTIMAMENTE CON LA SANTÍSIMA TRINIDAD


En la eucaristía está real y verdaderamente Cristo entero, con su cuerpo, alma y divinidad. Las tres divinas personas de la Santísima Trinidad son absolutamente inseparables, de suerte que donde esté una de ellas tienen que estar forzosamente las otras dos. 

«Es verdad que en todo tiempo somos templos de Dios vivo (2 Cor 6,16), porque, según dice Santo Tomás, ‘por la gracia la Trinidad entera es huésped del alma’.

Sin embargo, es más cierto esto en el momento de la comunión, porque en este momento viene Jesús a nosotros como Pan de Vida, expresamente para comunicar esta vida que Él tiene del Padre.

El alma del que comulga llega a hacerse como el cielo de la Trinidad. En mi alma como en el cielo enuncia el Padre su eterna Palabra, engendra su Hijo y le repite al dármelo: Hoy te he engendrado...

Ahora, en mi alma, el Padre y el Hijo cambian sus mutuas ternuras, se mantienen en este lazo inenarrable, se dan ese abrazo viviente, ese beso inefable, y su amor se exhala en ese soplo abrasador, torrente de llama, que es el Espíritu Santo"


(P. Bernador O.P., teólogo)

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