Sí, amén, digo a tu voz,
mi vida se hace respuesta,
adoradora en la noche,
jugando a ser centinela.
Aquí estoy, como el trigo,
para morir en la tierra
y ser mañana la harina
de tu pan para la mesa.
Aquí recojo el testigo
de tu dulce pertenencia,
y abrazo mi compromiso
de adorarte sin reservas.
Amor de nuestros amores,
para mis miedos, tu fuerza;
para tus noches, mi vida
como remanso en tu espera.
Luz que disipas las sombras;
con temblor de amor se acerca
esta llama en ti encendida,
como signo de mi entrega.
(Antonio Bellido Almeida)
No hay comentarios:
Publicar un comentario