La devoción católica a los Santos Ángeles debe fundamentarse en la Sagrada Escritura, la Tradición y el Magisterio de la Iglesia.
Se rechazan los usos y ritos que los diversos grupos de la Nueva Era hacen del culto y de la devoción a los Ángeles, sobre todo aquellas prácticas de carácter esotérico y supersticioso que ahora están de moda y que son promovidas por campañas publicitarias y organizaciones que no tienen nada que ver con la fe de la Iglesia.
La existencia de los Ángeles es una verdad de fe. El testimonio de la Escritura es tan claro como la unanimidad de la Tradición.
San Agustín dice respecto a ellos:
“El nombre de ángel indica su oficio, no su naturaleza. Si preguntas por su naturaleza, te diré que es un espíritu; si preguntas por lo que hace, te diré que es un ángel”
Con todo su ser, los Ángeles son servidores y mensajeros de Dios, porque “contemplan constantemente el rostro de mi Padre que está en los cielos” (Mt. 18,10), son “agentes de susórdenes, atentos a la voz de su palabra” (Sal. 103, 20).
Como criaturas puramente espirituales, tienen inteligencia y voluntad: son criaturas inmortales (cf Lc. 20,36). Superan en perfección a todas las criaturas visibles. El resplandor de su gloria da testimonio de ellos (cf Dn. 10, 9-12). Cristo “con todos sus Ángeles”
Cristo es el centro del mundo de los Ángeles. Los Ángeles le pertenecen: “Cuando el Hijo del Hombre venga en su gloria acompañado de todos sus Ángeles...” (Mt. 15,31).
Le pertenecen porque fueron creados por y para Él : “Porque en Él fueron creadas todas las cosas, en los cielos y en la tierra, las visibles y las invisibles, los Tronos, las Dominaciones, los Principados, las Potestades : todo fue creado por Él y para Él” (Col. 1,16).
Le pertenecen más aún porque los ha hecho mensajeros de su designio de salvación: “¿Es que no son todos ellos espíritus servidores con la misión de asistir a los que han de heredar la salvación?” (Hb. 1,14)
(P.CORNELIO PFEIFER ORC)
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