PRACTICAR LAS PEQUEÑAS VIRTUDES

 


Existen algunas virtudes o costumbres de hacer el bien que no son de gran apariencia pero que si se practican cada día van  haciendo progresar de manera admirable en santidad.

Así por ejemplo ser amables y tener un trato bondadoso con los demás, el hablar bien de todos y nunca mal de nadie, el hacer pequeños favores, el prestar servicios humildes; la puntualidad en levantarse por la mañana y tratar de no llegar tarde a ninguna de nuestras obligaciones; el dedicar cada día unos minutos a leer unas páginas de un libro espiritual, aunque ello nos cueste algún pequeño sacrificio (sacrificio que Dios sabrá premiar muy bien en esta vida y en la eternidad) el saber guardar silencio en las horas en las que es mejor callar que hablar; el mostrar siempre un rostro alegre, aunque en el alma o en el cuerpo se tengan sufrimientos; el rezar para que Dios bendiga a quienes nos han ofendido; el recordar frecuentemente los favores de Nuestro Señor y darle gracias; el dejar de comer algo que nos atrae y gusta mucho etc. 

Son virtudes pequeñas quizás, pero a ellas les puede suceder como a las arenas del mar que son tan pequeñitas pero unidas  forman una muralla que no deja pasar las olas destructoras que tratan de inundar la tierra. Y estas olas pueden ser nuestras pasiones y tentaciones.


-El combate espiritual, P. Lorenzo Scúpolli-

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