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En un dรญa de invierno del aรฑo 1300 en el que nevaba abundantemente, un vecino de la localidad de Barxamaior, llamado Juan Santรญn, labriego, se dirigiรณ hacia el Monasterio de Cebreiro, que se encuentra en Lugo (Galicia, Espaรฑa) para oir misa, sin importarle el tiempo tan adverso que hacรญa y el difรญcil camino de subida. Por fin llega al templo, cansado y empapado, sin apenas aliento.
Un sacerdote benedictino que no esperaba que en un dรญa tan desapacible, con tanta nieve y viento fuera alguien a Misa, menosprecia el sacrificio del campesino y le dice que una Misa no merece tanto esfuerzo. La falta de fe, caridad y tacto del monje no obtiene respuesta alguna por parte del labriego.
Comienza la Santa Misa. Cuando llega el momento de la Consagraciรณn, el sacerdote percibe cรณmo la Hostia se convierte en carne sensible a la vista, y el cรกliz con el vino en sangre, que hierve y tiรฑe los corporales. El sacerdote, sorprendido, cae en la cuenta de su falta de fe y exclama al estilo de Santo Tomรกs: “¡Seรฑor mรญo y Dios mรญo”.
Jesรบs quiso premiar de esta forma el enorme esfuerzo del labriego, al mismo tiempo que afianzar no sรณlo la fe de aquel sacerdote, sino la de todos los hombres. La noticia del milagro se propagรณ por todas partes propiciando asรญ una gran devociรณn a Cristo en la Eucaristรญa: Cristo estรก vivo, resucitado, Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad, en la Eucaristรญa.
(Apostolado de la Santa Misa diaria)




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