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Los sufrimientos de ahora no pesan lo que la gloria que un d铆a se nos descubrir谩 ¿Qui茅n, por tanto, no pondr谩 por obra todos los remedios a su alcance para llegar a una gloria tan grande, para convertirse en amigo de Dios para tener parte al momento en el gozo de Cristo, para recibir la recompensa divina despu茅s de los tormentos y suplicios terrenos?
Si los soldados de este mundo consideran un honor volver victoriosos a su patria despu茅s de haber vencido al enemigo, un honor mucho m谩s grande y valioso es volver triunfante al para铆so despu茅s de haber vencido al demonio y llevar consigo los trofeos de victoria a aquel mismo lugar de donde fue expulsado Ad谩n por su pecado -arrastrando en el cortejo triunfal al mismo que antes lo hab铆a enga帽ado-, ofrecer al Se帽or, como un presente de gran valor a sus ojos, la fe inconmovible, la incolumidad de la fuerza del esp铆ritu, la alabanza manifiesta de la propia entrega, acompa帽arlo cuando comience a venir para tomar venganza de sus enemigos, estar a su lado cuando comience a juzgar, convertirse en heredero junto con Cristo, ser equiparado a los 谩ngeles, alegrarse con los patriarcas, los ap贸stoles y los profetas por la posesi贸n del reino celestial. ¿Qu茅 persecuci贸n podr谩 vencer estos pensamientos, o qu茅 tormentos superarlos?
La mente que se apoya en santas meditaciones persevera firme y segura y se mantiene inconmovible frente a todos los terrores diab贸licos y amenazas del mundo, ya que se halla fortalecida por una fe cierta y s贸lida en el premio futuro. En la persecuci贸n se cierra el mundo, pero se abre el cielo; amenaza el anticristo, pero protege Cristo; se inflige la muerte, pero sigue la inmortalidad. ¡Qu茅 gran dignidad y seguridad, salir contento de este mundo, salir glorioso en medio de la aflicci贸n y la angustia, cerrar en un momento estos ojos con los que vemos a los hombres y el mundo para volverlos a abrir en seguida y contemplar a Dios y a Cristo! ¡Cu谩n r谩pidamente se recorre este feliz camino! Se te arranca repentinamente de a tierra, para colocarte en el reino celestial.
Estas consideraciones son las que deben impregnar nuestra mente, esto es lo que hay que meditar d铆a y noche. Si la persecuci贸n encuentra as铆 preparado al soldado de Dios, su fuerza, dispuesta a la lucha, no podr谩 ser vencida. Y aun en el caso de que llegue antes la llamada de Dios, no quedar谩 sin premio una fe que estaba dispuesta al martirio; sin p茅rdida de tiempo, Dios, que es el juez, dar谩 la recompensa; porque en tiempo de persecuci贸n se premia el combate, en tiempo de paz la buena conciencia.
(San Cipriano, obispo y m谩rtir)

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