La Iglesia celebra el nacimiento de Juan como algo sagrado y él es el único de los santos cuyo nacimiento se festeja; celebramos el nacimiento de Juan y el de Cristo. Ello no deja de tener su significado, y, si nuestras explicaciones no alcanzaran a estar a la altura de misterio tan elevado, no hemos de perdonar esfuerzo para profundizarlo, y sacar provecho de él.
LA VOZ QUE CLAMA EN EL DESIERTO
NACIMIENTO DE SAN JUAN BAUTISTA
Himno
labio hiciste de tus iras,
para fustigar mentiras
y para gritar verdades.
Desde el vientre escogido,
fuiste tú el pregonero,
para anunciar al mundo
la presencia del Verbo.
El desierto encendido
fue tu ardiente maestro,
para allanar montañas
y encender los senderos.
Cuerpo de duro roble,
alma azul de silencio;
miel silvestre de rocas
y un jubón de camello.
No fuiste, Juan, la caña
tronchada por el viento;
sí la palabra ardiente
tu palabra de acero.
En el Jordán lavaste
al más puro Cordero,
que apacienta entre lirios
y duerme en los almendros.
En tu figura hirsuta
se esperanzó tu pueblo:
para una raza nueva
abriste cielos nuevos.
Sacudiste el azote
ante el poder soberbio;
y, ante el Sol que nacía,
se apagó tu lucero.
Por fin, en un banquete
y en el placer de un ebrio,
el vino de tu sangre
santificó el desierto.
Profeta de soledades,
labio hiciste de tus iras,
para fustigar mentiras
y para gritar verdades. Amén.
- - Tú que llamaste a Juan desde el vientre de su madre para preparar los caminos de tu Hijo,
ayúdanos a ir tras el Señor con la misma fidelidad con que Juan fue delante suyo. - - Así como concediste al Bautista poder reconocer al Cordero de Dios,
haz que tu Iglesia lo señale y que los hombres de nuestra época lo reconozcan. - - Tú que dispusiste que tu profeta menguara y que Cristo creciera,
enséñanos a ceder ante los otros para que tú te manifiestes. - - Tú que, con el martirio de Juan, quisiste reivindicar la justicia,
haz que demos, sin cansarnos, testimonio de tu verdad. - - Acuérdate de los que han salido ya de este mundo,
dales entrada en el lugar de la luz y de la paz.
ORACIÓN A SAN JOSÉ POR LAS ALMAS DEL PURGATORIO
Amorosísimo San José, que tan tiernamente amaste a Jesús y tan vivamente sentiste la privación de su presencia cuando le perdiste en el templo, te encomiendo con todo fervor a todas las Almas, que, lejos tal vez de la beatifica presencia de Dios, están ahora padeciendo en el Purgatorio.
jOh santo patriarca! sé su consuelo en aquel lugar de pena y expiación, dignate aplicarle los piadosos sufragios de los fieles. Constitúyere su intercesor para con Jesús y María y rompe con tu poderosa Oración sus cadenas, para que puedan abismarse en el seno de Dios y gozar cuanto antes de la felicidad eterna.
Señor Jesús, Tú que por tu pasión dolorosa redimiste a todas las Almas, a aquellas que están el Purgatorio llévalas al Cielo por intercesión de la Virgen y San José.
Que todas las Almas de nuestros fieles difuntos, por la Misericordia de Dios, e intercesión de San José, descansen en paz. Amén
𝙾𝚁𝙰𝙲𝙸𝙾́𝙽 𝙿𝙰𝚁𝙰 𝙰𝙻𝙲𝙰𝙽𝚉𝙰𝚁 𝙻𝙰 𝚅𝙸𝚁𝚃𝚄𝙳 𝙳𝙴 𝙻𝙰 𝙿𝙰𝙲𝙸𝙴𝙽𝙲𝙸𝙰
Jesús no conocido y menospreciado, ten piedad de mí Señor.
Jesús aborrecido, calumniado y perseguido, ten piedad de mí Señor.
Jesús dejado de los hombres y del demonio tentado, ten piedad de mí Señor.
Jesús entregado y vendido por vil precio, ten piedad de mí Señor.
Jesús blasfemado, acusado y condenado injustamente, ten piedad de mí Señor.
Jesús vestido de un hábito de oprobios y afrentas, ten piedad de mí Señor.
Jesús abofeteado y burlado, ten piedad de mí Señor.
Jesús arrastrado con una soga al cuello, ten piedad de mí Señor.
Jesús tenido por loco y endemoniado, ten piedad de mí Señor.
Jesús azotado hasta derramar sangre, ten piedad de mí Señor.
Jesús pospuesto a Barrabás, ten piedad de mí Señor.
Jesús despojado de todas sus vestiduras con infamia, ten piedad de mí Señor.
Jesús coronado de espinas y saludado por burla, ten piedad de mí Señor.
Jesús cargado con la cruz de mis pecados, ten piedad de mí Señor.
Jesús triste hasta la muerte, ten piedad de mí Señor.
Jesús consumido de dolores, de injurias y de humillaciones, ten piedad de mí Señor.
Jesús afrentado, escupido, ultrajado y escarnecido, ten piedad de mí Señor.
Jesús pendiente de un madero infame entre dos ladrones, ten piedad de mí Señor.
Jesús aniquilado y sin honra para con los hombres, ten piedad de mí Señor.
Oración: Oh buen Jesús, que sufriste por mi amor una infinidad de oprobios y afrentas, que yo no puedo comprender; imprime poderosamente en mi corazón la estimación de tu paciencia y haz que desee imitarla. Amén.
AYUDEMOS A LAS ALMAS DEL PURGATORIO
𝑶𝑹𝑨𝑪𝑰𝑶́𝑵 𝑨 𝑺𝑨𝑵 𝑵𝑰𝑪𝑶𝑳𝑨́𝑺 𝑫𝑬 𝑻𝑶𝑳𝑬𝑵𝑻𝑰𝑵𝑶
LUZ, RESPLANDOR Y GRACIA EN LA TRINIDAD Y POR LA TRINIDAD
Siempre resultará provechoso esforzarse en profundizar el contenido de la antigua tradición, de la doctrina y la fe de la Iglesia católica, tal como el Señor nos la entregó, tal como la predicaron los apóstoles y la conservaron los santos Padres. En ella, efectivamente, está fundamentada la Iglesia, de manera que todo aquel que se aparta de esta fe deja de ser cristiano y ya no merece el nombre de tal.
𝗗𝗲𝘀𝗱𝗲 𝗹𝗮 𝗰𝗼𝗻𝘁𝗲𝗺𝗽𝗹𝗮𝗰𝗶𝗼́𝗻 𝗱𝗲 𝗹𝗮 𝗽𝗿𝗲𝘀𝗲𝗻𝗰𝗶𝗮 𝗮 𝗹𝗮 𝗰𝗼𝗺𝘂𝗻𝗶𝗼́𝗻 𝗲𝘂𝗰𝗮𝗿𝛊́𝘀𝘁𝗶𝗰𝗮
𝐋𝐀 𝐏𝐀𝐋𝐀𝐁𝐑𝐀 𝐓𝐈𝐄𝐍𝐄 𝐅𝐔𝐄𝐑𝐙𝐀 𝐂𝐔𝐀𝐍𝐃𝐎 𝐕𝐀 𝐀𝐂𝐎𝐌𝐏𝐀𝐍̃𝐀𝐃𝐀 𝐃𝐄 𝐋𝐀𝐒 𝐎𝐁𝐑𝐀𝐒
El que está lleno del Espíritu Santo habla diversas lenguas. Estas diversas lenguas son los diversos testimonios que da de Cristo, como por ejemplo la humildad, la pobreza, la paciencia y la obediencia, que son las palabras con que hablamos cuando los demás pueden verlas reflejadas en nuestra conducta. La palabra tiene fuerza cuando va acompañada de las obras. Cesen, por favor, las palabras y sean las obras quienes hablen. Estamos repletos de palabras, pero vacíos de obras, y, por esto, el Señor nos maldice como maldijo aquella higuera en la que no halló fruto, sino hojas tan sólo. «La norma del predicador -dice san Gregorio- es poner por obra lo que predica».
𝐎𝐑𝐀𝐂𝐈𝐎́𝐍 𝐏𝐀𝐑𝐀 𝐏𝐄𝐃𝐈𝐑 𝐀𝐌𝐀𝐑 𝐀 𝐉𝐄𝐒𝐔́𝐒 ❤
Os amo, amor del alma mía, os amo con todo mi corazón y os amo más que a mí mismo.
Veo que me queréis salvar, para que os ame por toda la eternidad en el reino del amor.
Jesús mío, ¿cuándo llegará el día en que me vea libre del peligro de volveros a perder y en que, consumiéndome en vuestro amor, a vista de vuestra infinita belleza, me vea como obligado a amaros?
¡Oh dulce necesidad, oh feliz, oh amada y deseada necesidad,
que me librará de todo temor de desagradaros y me forzará a amaros con todas mis fuerzas!
Mi conciencia me trae espantado, diciéndome: ¿Cómo puedes tú pretender el paraíso? Mas vuestros méritos, carísimo Redentor mío, son mi esperanza.
¡Oh María, Reina del paraíso!, vuestra intercesión ante Dios es omnipotente; en vos confío.
(San Alfonso María de Ligorio)
CRISTO, SACERDOTE Y VÍCTIMA (Pío XII, Papa)
Cristo es ciertamente sacerdote, pero lo es para nosotros, no para sí mismo, ya que él, en nombre de todo el género humano, presenta al Padre eterno las aspiraciones y sentimientos religiosos de los hombres. Es también víctima, pero lo es igualmente para nosotros, ya que se pone en lugar del hombre pecador. Por esto, aquella frase del Apóstol: Tened los mismos sentimientos propios de Cristo Jesús exige de todos los cristianos que, en la medida de las posibilidades humanas, reproduzcan en su interior las mismas disposiciones que tenía el divino Redentor cuando ofrecía el sacrificio de sí mismo: disposiciones de una humilde sumisión, de adoración a la suprema majestad divina, de honor, alabanza y acción de gracias.
VOSOTROS SOIS LA LUZ DEL MUNDO
Vosotros sois la luz del mundo. No se puede ocultar una ciudad puesta en lo alto de un monte. Tampoco se enciende una lámpara para meterla debajo del celemín, sino para ponerla en el candelero y que alumbre a todos los de casa. El Señor llamó a sus discípulos sal de la tierra, porque habían de condimentar con la sabiduría del cielo los corazones de los hombres, insípidos por obra del diablo. Ahora les llama también luz del mundo, porque, después de haber sido iluminados por el, que es la luz verdadera y eterna, se han convertido ellos mismos en luz que disipa las tinieblas.
NO NOS PERTENECEMOS, SOMOS DE QUIEN NOS COMPRÓ Y SALVÓ (San Cirilo de Alejandría, obispo)
Los caminos del Señor son rectos. Llamamos caminos de Cristo a los oráculos evangélicos, por medio de los cuales, atentos a todo tipo de virtud y ornando nuestras cabezas con las insignias de la piedad, conseguimos el premio de nuestra vocación celestial. Rectos son realmente estos caminos, sin curva o perversidad alguna: los llamaríamos rectos y transitables. Está efectivamente escrito: La senda del justo es recta, tú allanas el sendero del justo. Pues la senda de la ley es áspera, serpentea entre símbolos y figuras y es de una intolerable dificultad. En cambio, el camino de los oráculos evangélicos es llano, sin absolutamente nada de áspero o escabroso.
JESÚS EUCARISTÍA
Jesús Eucaristía era el centro y el amor de la vida de santa Verónica Giuliani. ¡Cuántas horas se pasaba ante Jesús sacramentado! El momento de la comunión era el momento de mayor unión con Jesús y normalmente quedaba en éxtasis, viendo a Jesús Niño o Jesús glorioso con la Virgen María y su ángel.
Verónica recomendaba a sus hermanas por carta:
"Durante el día visitad frecuentemente al Santísimo. Haced muchas comuniones espirituales. Pensad cómo podéis hacer feliz a Jesús y llamadlo muchas veces en vuestro corazón.
Dice:
"Una vez se me presentó Jesús crucificado y me atraía hacia sí como si fuera un imán. Desclavó un brazo de la cruz y me dio un fuertísimo abrazo. No puedo explicar lo que sentí en ese momento. Me parece que gusté todo el licor que salía de la llaga de su costado.
Ella hubiera querido comulgar cada día, pero el confesor no le daba permiso para ello y, en vez de las comuniones sacramentales, los días que no podía recibir a Jesús sacramentalmente, lo hacía espiritualmente.
Los días que había comunión sacramental para todas, Verónica iba por las celdas temprano para invitarlas a la comunión y a que todas se preparasen dignamente para recibirla.
(Tomado de "Santa Verónica Giuliani y su Ángel Custodio, P. Ángel Peña O.A.R.)
LAS CINCO LLAGAS EN LA HOSTIA SANTA
que nadie detiene, hacen venir al Cordero vivo
sobre su trono, para constituirlo sobre el altar
en el estado de su inmolación eucarística, la
humanidad de Cristo, que se encuentra toda
entera bajo las especies con todos sus miembros,
pies y sus costados traspasados.
vuestras manos y vuestros pies a los verdugos
que querían traspasarlos; Vos, que padecisteis
todos los tormentos de la Crucifixión; Vos, que
recibisteis todos los golpes de los crueles martillos;
Corazón traspasado por la lanza.
virtudes, con las cicatrices y los rastros de
vuestras Llagas, todo el amor, toda la paciencia,
todos los méritos que tuvisteis al recibirlos por
primera vez.
(Adoración al Santísimo Sacramento, R.P.A. Tesniére)
¿CUÁNDO LLEGARÁ ESE SIGLO DE MARÍA?
¡Ah! ¿Cuándo llegará ese tiempo dichoso -dice un santo
varón en nuestros días, ferviente enamorado de María-,
cuándo llegará ese tiempo dichoso en que la excelsa María
sea establecida como Señora y Soberana en los corazones,
para someterlos plenamente al imperio de su excelso y
único Jesús?
los cuerpos respiran el aire? Cosas maravillosas sucederán
entonces en la tierra, donde el Espíritu Santo -al encontrar
a su querida Esposa como reproducida en las almas- vendrá
a ellas con la abundancia de sus dones y las llenará de
gracia. ¿Cuándo llegará, hermano mío, ese tiempo dichoso,
ese siglo de María, en el que muchas almas escogidas y
obtenidas del Altísimo por María, perdiéndose ellas mismas
en el abismo de su interior, se transformen en copias
vivientes de la Santísima Virgen para amar y glorificar a
Jesucristo?
(San Luis María Grignion de Montfort)
LA GLORIA DE LOS MÁRTIRES, SIGNO DE REGENERACIÓN
La gloria de los mártires, signo de regeneración
𝙻𝙻𝙴𝙶𝙰𝙳𝙰 𝙳𝙴𝙻 𝙰𝙼𝙰𝙳𝙾 💕 Lectura del Cantar de los cantares Ct 2,8-14; 8,6-7
¡Oíd, que llega mi amado, saltando sobre los montes, brincando por los collados! Es mi amado como un gamo, es mi amado un cervatillo. Mirad: se ha parado detrás de la tapia, atisba por las ventanas, mira por las celosías.
Habla mi amado y me dice:«¡Levántate, amada mía, hermosa mía, ven a mí! Porque ha pasado el invierno, las lluvias han cesado y se han ido, brotan flores en la vega, llega el tiempo de la poda, el arrullo de la tórtola se deja oír en los campos; apuntan los frutos en la higuera, la viña en flor difunde perfume, ¡Levántate, amada mía, hermosa mía, ven a mí! Paloma mía, que anidas en los huecos de la peña, en las grietas del barranco, déjame ver tu figura, déjame escuchar tu voz, porque es muy dulce tu voz y es hermosa tu figura.»
Grábame como un sello en tu brazo, como un sello en tu corazón, porque es fuerte el amor como la muerte, es cruel la pasión como el abismo; es centella de fuego, llamarada divina: las aguas torrenciales no podrán apagar el amor, ni anegarlo los ríos. Si alguien quisiera comprar el amor con todas las riquezas de su casa, se haría despreciable.
𝗣𝗔𝗥𝗔́𝗙𝗥𝗔𝗦𝗜𝗦 𝗗𝗘𝗟 𝗣𝗔𝗗𝗥𝗘 𝗡𝗨𝗘𝗦𝗧𝗥𝗢 (𝗦𝗮𝗻 𝗙𝗿𝗮𝗻𝗰𝗶𝘀𝗰𝗼 𝗱𝗲 𝗔𝘀𝛊́𝘀)
Oh santísimo Padre nuestro: creador, redentor, consolador y salvador nuestro.
Que estás en los cielos: en los ángeles y en los santos; iluminándolos para el conocimiento, porque tú, Señor, eres luz; inflamándolos para el amor, porque tú, Señor, eres amor; habitando en ellos y colmándolos para la bienaventuranza, porque tú, Señor, eres sumo bien, eterno bien, del cual viene todo bien, sin el cual no hay ningún bien.
DEBEMOS HONRAR A SAN JOSÉ
Honremos a san José, porque es el Santo más honrado del cielo y de la tierra. Dios Padre le honró confiando a su custodia su hijo Jesús y su hija María, las dos prendas más amadas de su corazón.
Dios Hijo honró a san José llamándole padre, obedeciéndole y confiando su vida a la solicitud y cuidado de san José.
El Espíritu Santo le honró entregándole su esposa, la Virgen María, por esposa suya. Jesús y María, después de haberle honrado estándole sujetos por treinta años consecutivos, asistieron a su preciosa muerte.
La Iglesia le honra instituyendo fiesta en su honor, declarándolo patrón de toda la Iglesia, y asegurando que es digno san José de sumos honores y alabanzas.
Los santos, los fieles todos invocan a san José a porfía con un entusiasmo y amor siempre crecientes, como al Santo sin igual, socorredor en toda necesidad, amparador en todo trabajo, consolador en toda tribulación y protector especial en todos los accidentes de la vida y en la hora de la muerte.
Levántense por todo el orbe altares a san José, iglesias, pueblos, ciudades. Institutos religiosos, todo en obsequio del Santo. En dignidad y gracia, en santidad y gloria, no hallarás otro Santo, después de María, más honrado de Dios y de los hombres… ¿Y solo tú, alma mía, estarás tibia, o muda, temerás excederte, pusilánime, en honrar a san José, el Santo más honrado de Dios y de los fieles?
(El devoto josefino)
𝑬𝑳 𝑫𝑬𝑺𝑬𝑶 𝑫𝑬 𝑷𝑬𝑹𝑫𝑬𝑹𝑺𝑬 𝑬𝑵 𝑫𝑰𝑶𝑺 𝒀 𝑬𝑳 𝑪𝑬𝑳𝑶 𝑨𝑷𝑶𝑺𝑻𝑶́𝑳𝑰𝑪𝑶
¡Oh dulce escondimiento!, quiero pasar mis días a tu sombra y consumir así mi existencia, por amor de mi dulce Señor... Algunas veces, pensando en aquellas eternas recompensas, tan desproporcionadas a los triviales sacrificios de esta vida, mi alma queda totalmente sorprendida y, arrebatada de un ardiente anhelo, se lanza hacia Dios, exclamando: «¡Oh mi buen Jesús!, quiero llegar a la meta cueste lo que cueste, al puerto de salvación.
No me niegues nada, dame sufrimiento. Que este sea el martirio más íntimo de mi pobre corazón, oculto a toda mirada humana: yo te pido una cruz desnuda.
Reclinada en ella, quiero pasar mis días en esta vida».
Cuando se sufre con Jesús, el padecer es gozar; me consumo por sufrir amando, fuera de esto no quiero ya nada.
Amado mío, ¿quién podrá separarme de ti jamás? ¿Quién será capaz de romper estas fuertes cadenas que tienen atado mi corazón al tuyo? ¿Tal vez el abandono de las criaturas? Precisamente es esto lo que une el alma a su Creador... ¿Tal vez las
tribulaciones, las penas, las cruces? Son a través de estas espinas cuando el canto del alma que te ama es más libre y más ligero. ¿Tal vez la muerte? Pero esta no será sino el principio de la verdadera felicidad para el alma... nada, nada podrá separar, ni tan siquiera
por breves instantes, esta alma de ti. Ella fue creada para ti y está fuera de su centro si no vive abandonada en ti.
Mi vida es amor: este néctar suave me rodea, este amor misericordioso me penetra, me purifica, me renueva y siento que me consume. El grito de mi corazón es: «Amor de mi Dios, mi alma busca solamente a ti. Alma mía, sufre y calla; ama y espera; inmólate y esconde tu inmolación bajo una sonrisa, y siempre adelante... quiero pasar mi vida en un profundo silencio para escuchar en lo íntimo del alma la delicada voz de mi dulce Jesús».
Buscaré almas para lanzarlas al mar del Amor Misericordioso: “almas de pecadores, pero sobre todo almas de sacerdotes y religiosos. Con esta finalidad mi existencia se apagará lentamente, consumándose como el aceite de la lámpara que arde junto al
Tabernáculo”. Siento la vastedad de mi alma, su infinita grandeza, que no basta la inmensidad de este mundo a contenerla: ella ve creada para perderse en ti, Dios mío, porque tú solo eres grande, infinito y por tanto tú solo la puedes hacer plenamente feliz.
De los escritos de la beata Elías de San Clemente, virgen
(Ed. OCD. 2001: pp. 282.295.322)
EL AMOR CUBRE LA MULTITUD DE LOS PECADOS (San Agustín)
𝐎𝐑𝐀𝐂𝐈𝐎́𝐍 𝐃𝐄 𝐂𝐎𝐍𝐒𝐀𝐆𝐑𝐀𝐂𝐈𝐎́𝐍 𝐀 𝐌𝐀𝐑Ɩ́𝐀 𝐀𝐔𝐗𝐈𝐋𝐈𝐀𝐃𝐎𝐑𝐀
¡Oh Santísima e Inmaculada Virgen María, tiernísima Madre nuestra y poderoso Auxilio de los Cristianos! Nosotros nos consagramos enteramente a tu dulce amor y a tu santo servicio. Te consagramos la mente con sus pensamientos, el corazón con sus afectos, el cuerpo con sus sentidos y con todas sus fuerzas, y prometemos obrar siempre para la mayor gloria de Dios y la salvación de las almas.
Tú, pues, ¡oh Virgen incomparable! que fuiste siempre Auxilio del Pueblo Cristiano, continúa, por piedad, siéndolo especialmente en estos días. Humilla a los enemigos de nuestra religión y frustra sus perversas intenciones. Ilumina y fortifica a los obispos y sacerdotes y tenlos siempre unidos y obedientes al Papa, maestro infalible; preserva de la irreligión y del vicio a la incauta juventud; promueve las vocaciones y aumenta el número de los ministros, a fin de que, por medio de ellos, el reino de Jesucristo se conserve entre nosotros y se extienda hasta los últimos confines de la tierra.
Te suplicamos ¡oh dulcísima Madre! que no apartes nunca tu piadosa mirada de la incauta juventud expuesta a tantos peligros, de los pobres pecadores y moribundos y de las almas del Purgatorio: sé para todos ¡oh María! dulce Esperanza, Madre de Misericordia y Puerta del Cielo.
Te suplicamos, gran Madre de Dios, que nos enseñes a imitar tus virtudes, particularmente la angelical modestia, la humildad profunda y la ardiente caridad, a fin de que, por cuanto es posible, con tu presencia, con nuestras palabras y con nuestro ejemplo, representemos, en medio del mundo, a tu Hijo, Jesús, logremos que te conozcan y amen y podamos, llegar a salvar muchas almas.
Haz, ¡oh María Auxiliadora! que todos permanezcamos reunidos bajo tu maternal manto; haz que en las tentaciones te invoquemos con toda confianza; y en fin, el pensamiento de que eres tan buena, tan amable y tan amada, el recuerdo del amor que tienes a tus devotos, nos aliente de tal modo, que salgamos victoriosos contra el enemigo de nuestra alma, en la vida y en la muerte, para que podamos formarte una corona en el Paraíso. Así sea
𝐘 𝐏𝐎𝐑 𝐄𝐍𝐂𝐈𝐌𝐀 𝐃𝐄 𝐓𝐎𝐃𝐎 𝐄𝐒𝐓𝐎, 𝐄𝐋 𝐀𝐌𝐎𝐑 ❤

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