ORACIÓN DEL SACERDOTE



¡Heme aquí pastores y compañeros! 
¡Heme aquí, grey sagrada, digna de Cristo, “el primer pastor”! 
¡Heme aquí, padre, reducido y sujeto, más conforme a la ley 
de Cristo que a las externas! 
¡Dame tu bendición a cambio de mi obediencia! 
Llévame de la mano con tu oración, 
guíame con tu palabra, confórtame con tu espíritu. 

“La bendición del padre hace sólida la morada del hijo”.
 Ésta es mi razonable súplica. Que “el Dios de la 
paz, que ha hecho de dos uno solo” y nos ha restituido 
el uno al otro, que pone a los reyes en sus tronos, y 
que “levanta de la tierra al pobre y alza del estiércol al 
desvalido”, el que “eligió a David su siervo, sacándolo 
de entre las ovejas de su rebaño”, a David, el menor, el 
más joven de los hijos de Jesé, quien concede el don 
de la palabra a quienes con poder predican para que 
se cumpla el Evangelio, Él dé fortaleza a mi diestra, me 
conduzca según su voluntad y me acoja en su gloria, Él 
que apacienta a los pastores y conduce a los guías, para 
que pueda yo apacentar su grey con ciencia y no con los 
recursos de un pastor inexperto, pues entre los antiguos 
era considerada bendición la primera forma y maldición 
la segunda. 

Él dé poder y fuerza a su pueblo y haga a su 
grey espléndida, inmaculada y digna de la grey celeste, 
en la morada de los bienaventurados, de modo que en 
su templo todos celebremos su gloria, grey y pastores, 
en Cristo Jesús, Señor nuestro, al cual toda la gloria por 
los siglos de los siglos. Amén.

(San Gregorio Nacianceno)

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