UN ALMA ES LIBERADA POR EL REZO DE REQUIEM


Se le apareció al Beato Conrado de Ojeda, franciscano, un alma del Purgatorio, se trataba de otro religioso de la misma orden, muerto poco antes, estaba rodeado de vivísimas llamas, y le suplicó que le aliviase con sus oraciones de las gravísimas penas que sufría; entonces, el Beato Conrado rezó inmediatamente en sufragio suyo un Padre nuestro con el Réquiem aeternam; y sintiendo el difunto gran refrigerio, suplicó al caritativo Padre  que lo repitiese, quien al momento le complació, y aumentándose cada vez más se alivió.

"¡Ah! por las entrañas de misericordia de nuestro Dios, -replicó aquella alma-, continuad, oh Conrado, esta oración que me proporciona tan grande alivio: y entonces el siervo de Dios la repitió hasta cien veces, y a la centésima vez, el difunto cambió el tono de súplica en el de acción de gracias y de júbilo, sintiéndose ya libre de toda pena y llamado a la gloria del cielo. 

Esto nos enseña que debemos poner empeño en rezar muchos Padres nuestros con Réquiem, en sufragio de los fieles difuntos, quienes recibirán no sólo alivio y consuelo, sino también gloria y felicidad sempiterna.

(Áncora de salvación, R.P. Fray Jose Mach) 

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