LA VIRGEN MARÍA EN RELACIÓN CON LA SANTÍSIMA TRINIDAD


María está íntimamente unida a la Trinidad divina. Ella es la hija del Padre, la madre del Hijo y la esposa del Espíritu Santo.
A este respecto, decía san Francisco de Asís: "Santa Virgen María, no hay ninguna mujer en el mundo semejante a ti.
Eres hija y esclava del Altísimo, Rey supremo, Padre celeste.
Eres Madre del Santísimo Señor Nuestro Jesucristo y esposa del Espíritu Santo.
Ruega por nosotros con san Miguel arcángel y con todas las potencias del cielo, en compañía de todos los santos ante tu Santísimo y predilecto Hijo, Señor y Maestro Jesús".

Otros muchos santos hablan de María como esposa del Espíritu Santo, como san Roberto Belarmino, san Lorenzo de Brindis, San Luis María Grignion de Montfort, san Alfonso María de Ligorio…
Santa Matilde, en el siglo XIII, la llamaba esposa de la santa Trinidad. 

Ella es Madre de Dios (Hijo) como fue definido en el concilio de Éfeso el año 431.
Ellas es siempre virgen como fue definido en el III concilio de Letrán el año 649.
Fue concebida inmaculada, sin pecado original, como fue definido por el papa Pío IX el año 1854 y fue asunta al cielo en cuerpo y alma como fue definido por el Papa Pío XII en 1950.

Muchos santos hablan de su mediación universal, aunque no es dogma de fe.
Afirman que todas las gracias y bendiciones que recibimos de Dios, las recibimos por medio y por manos de María, por haber sido constituida por Jesús como madre nuestra (Jn 19, 27) y mediadora ante Él para llegar al Padre.
El mejor camino es ir por medio de María a Jesús y por Jesús al Padre con la ayuda y gracia del Espíritu Santo. 

San Luis María Grignion de Montfort dice:
El Altísimo la ha constituido tesorera única de todos sus tesoros y única dispensadora de sus gracias.
San Bernardino de Siena (1380-1444):
Éste es el proceso de la distribución de  las gracias divinas: de Dios fluyen a Cristo y de Cristo a su Madre; y de ella a toda la Iglesia. No vacilo, por ello, en decir que ha recibido jurisdicción sobre las gracias que se administran por sus manos. 


San Bernardo
afirma: María es la mediadora universal de todas las gracias. Toda gracia, que Dios da a los hombres, pasa de Dios a Cristo, de Cristo pasa a María y por María se nos da a nosotros.
 
San Alfonso María de Ligorio
declara:
Dios quiere que todas las gracias que han sido, son y serán dispensadas a los hombres hasta el fin del mundo por los méritos de Jesucristo, sean dispensadas por las manos y por la intercesión de María. Ella es la tesorera de todas las gracias que Dios nos quiere dispensar.   

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  MARÍA Y EL ESPÍRITU SANTO

La relación entre María y el Espíritu Santo lo proclama de modo excelente san Juan Eudes:
El Espíritu Santo es todo amor; el Corazón de María está plenamente transformado en amor. El Espíritu Santo es vida y fuente de vida; por ello, la Iglesia lo llama Espíritu vivificante. El Corazón de María es vida y fuente de nuestra vida natural y sobrenatural, temporal y eterna, pues por medio del Corazón misericordiosísimo de la madre de la gracia, la vida nos fue restituida.
El Espíritu Santo es el principio de toda santidad, de toda gracia y de toda gloria en el cielo y en la tierra. El Corazón de la reina de los ángeles es el origen de todos los tesoros que se  encierran en el orden de la gracia y de la gloria.

 

MARÍA Y JESÚS

Por otra parte, María nos guía a su Hijo Jesús, presente en la Eucaristía. Como decía el Papa Juan Pablo II: María guía a los fieles a la Eucaristía. Ella está siempre presente junto a Jesús Eucaristía y siempre está presente durante la misa como madre que nos lleva a Jesús.
Así como la Iglesia y la Eucaristía son un binomio inseparable, lo mismo se puede decir del binomio María y la Eucaristía.
Por eso, el recuerdo de María en la celebración eucarística es unánime ya desde la antigüedad en las Iglesias de Oriente y Occidente.
Y la mirada embelesada de María, al contemplar el rostro de Cristo recién nacido y al estrecharlo en sus brazos, ¿no es acaso el inigualable modelo de amor en el que ha de inspirarse cada comunión eucarística?. 

 

MARÍA Y DIOS PADRE

Además ella es la hija predilecta del Padre, y lo alaba en el Magnificat diciendo: Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios, mi Salvador, porque ha mirado la humillación de su esclava. Desde ahora, me felicitarán todas las generaciones, porque el poderoso ha hecho obras grandes por mí. Su nombre es santo y su misericordia llega a sus fieles de generación en generación (Lc 1). 

Fuente:
Experiencias de Dios, Ángel Peña O.A.R.

 

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