CÓMO SE DEBE EVITAR EL JUICIO TEMERARIO (IMITACIÓN DE CRISTO, Thomas Kempis)


Los ojos pon en tí mismo, y guárdate de juzgar las obras ajenas. En juzgar a otros trabaja el hombre en vano, y se equivoca muchas veces, y peca fácilmente; pero juzgando y examinándose a sí mismo, trabaja con fruto.

Muchas veces juzgamos la cosa conforme a nuestro apetito, pero perdemos ligeramente el verdadero juicio por el amor propio. Si fuese Dios siempre el objeto puramente de nuestro deseo, no tan facilmente nos turbaría la contradicción de nuestra sensualidad; pues muchas veces tenemos algo de dentro escondido, o de fuera, cuyo apego nos lleva tras sí.

Muchos buscan propio interés secretamente en las honras que hacen, y no lo entienden, y les parece estar en buena paz cuando se hacen las cosas a su propósito; pero si ocurren de otra manera, se alteran de inmediato y se entristecen.

Por la diversidad de los pareceres muchas veces se levantan discordias entre los amigos y vecinos, entre los religiosos y devotos.
La vieja costumbre con dificultad se deja.
Ninguno abandona de buena gana su propio parecer. Si en tu razón e industria te esfuerzas más que en la virtud de la sujeción de Cristo, tarde, y pocas veces tendrás luz; porque quiere Dios que nos sujetemos a Él perfectamente, y que trascendamos toda razón, inflamados de su amor.

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