AL CAER LA TARDE (Himno de Vísperas)


Al caer de la tarde,  toda la casa, 
era aromas de vino  y tierna hogaza. 
Mientras, la Madre era
una ánfora llena  de sus pesares.
   
Al caer de la tarde, la Madre hilaba, 
con aquellas sus manos de Virgen casta. 
Mientras, el Niño soñaba
que soñaba lirios y espinos.   
  
Al caer de la tarde, en el silencio, 
aserraban las sierras, del carpintero. 
José pensaba que era el padre dichoso 
de la Palabra.   
  
Al caer de la tarde, Señor atiende, 
la amargura infinita que el mundo tiene. 
Colma el vacío  de esta familia humana 
sin tu cariño.    
Amén. 



REFLEXION (de Felipe santos, salesiano)
Mi casa no es ya mi casa para mí. No puedo más. Sin embargo, al rezar la oración de este himno, me siento acompañado por la Virgen María que, cuidadosa, atiende a sus labores juntamente con san José en su carpintería.

Y al hacer un examen de conciencia ante la bella luz de este himno, experimento un gozo inenarrable. Frente a un mundo que cae fácilmente en la amargura de la noche, yo, no obstante, experimento en todo mi ser la alegría de vuestra presencia amada.

La culpa de esta amargura que sufre parte de la sociedad radica simplemente en el abandono de los pilares de la fe. Sin ellos todo es oscuro como la noche. Este mundo, vacío de Dios, no vive el cariño en profundidad. La mediocridad sustituye a la integridad y a la profundidad de la existencia.
María, Jesús y san José, dadme la gracia de que la noche sea clara como el día.

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