OH MARIA, NADIE HA RECURRIDO A TÍ EN VANO



Salomon dejó vivir a Abiatar porque 
en otro tiempo cargó el Arca del Señor, 
y Adonías se refugió en el altar para librarse 
de la muerte que merecía. 
¿Cómo entonces nosotros podemos
perecer si nos acogemos al Arca de la alianza 
que lleva en su seno, no las tablas de la ley, 
ni la vara de Aaron, sino al Hijo del Altísimo, 
al Salvador del mundo? 
¿Qué otro altar más santo que aquel que escogió 
el mismo Señor para morar en él antes 
de nacer y redimirnos? 
Todo esto nos hace dueños del tesoro mas rico. 
Oh María, nadie ha recurrido tí en vano,
por eso en tí ponemos toda nuestra esperanza, 
y a tí dirigimos nuestras plegarias: acógelas con bondad, 
oye compadecida nuestros ruegos, y que nos
sea concedido lo que por tu intercesión 
pedimos al Santo de los santos. Amen. 


 (Corona Católica, José de la Luz Pacheco)

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