SAN CLAUDIO DE LA COLOMBIÉRE,MAESTRO DE LA CONFIANZA EN DIOS


por Pedro Hernández O´Hagan, SDJ

"Debo esperarlo todo de su bondad".Tal propósito se hacía el P. Claudio al finalizar su retiro de Lyon, presentándonos una nota que será característica constante en su oración: la esperanza total en la bondad infinita.


Ofrecemos en el siguiente segmento algunas lecciones de confianza que nos ha dejado tan eminente maestro, quien a su vez fue discípulo del mismo Sagrado Corazón.
De hecho, pocos días antes de salir de Francia, recibió de santa Margarita María de Alacoque una nota con un mensaje del Sagrado Corazón que le enviaba esta enseña: "La bondad de Dios será su sostén tanto cuanto en Él confíe".

En las notas de su retiro de Londres, el P. Claudio intenta profundizar en ese mensaje: "Me parece haber encontrado un gran tesoro si sé aprovecharme de él. Es una firme confianza en Dios, fundada en su infinita bondad y en la experiencia que tengo de que jamás nos falta en nuestras necesidades".
Como fruto de su retiro, resuelve "no poner límites a la confianza y extenderla a todo".
La nota del Sagrado Corazón será un punto de referencia para el resto de su vida.
Algunos años más tarde escribe a la Superiora de las Salesas de Paray sobre el alcance inconmensurable de la confianza.
Nos parece que san Claudio tenía siempre en mente  el binomio entre la bondad de Dios y la esperanza.
En una ocasión escribe a santa Margarita María: "No hay que juzgar la conducta de tan buen Padre por malos que seamos, Él siempre será bueno con nosotros, mientras esperemos en Él.


A una religiosa de la Visitación de Paray que se quejaba de que el Señor la había abandonado, le escribe con tono severo: "Aleje de sí al demonio que le sugiere un pensamiento tan ofensivo a la misericordia del Señor, y hágale la justicia de creer que es infinitamente bueno, después de todas las pruebas que ha recibido de su bondad infinita".
"Nuestro Señor es bueno, más allá de lo que se pueda decir o pensar". Expresiones como ésta aparecen con frecuencia en los escritos del P. Claudio , quien invoca repetidamente al "Dios de bondad", y no se cansa de repetir que "nuestro Señor es infinitamente bueno", y por lo tanto "quiere que pongamos en Él toda nuestra confianza". Así san Claudio pone siempre como motivo de la confianza, la suma bondad de Dios.


Para ayudarnos a confiar únicamente en Él, muchas veces el Señor nos quita todos los socorros que pudiéramos esperar por otra parte, así podemos experimentar su bondad providente, como asegura el P. de la Colombiére a una religiosa: "Puesto que Jesucristo tiene todo su corazón, quiere tener todas sus preocupaciones y cuidados. Piense en Él y deje todo lo demás a su bondad. Verá que Él arreglará todos sus asuntos cuando usted no se ocupe sino de los de Él".
Ciertamente san Claudio , como buen maestro, ponía en práctica todo lo que aconsejaba. Así, con ejemplar deseo de despojarse totalmente de sí mismo y aventurarse a cualquier empresa confiando solo en Dios, escribía en su retiro de Londres: "¡Oh mi amabilísimo Señor! ¿Qué haría yo, pobre de mí, si no fueseis vos mi fortaleza? pero siéndola, como me lo aseguráis, ¿qué no haré por vuestra gloria? ¡Únicamente en vos confío! Todo lo puedo, a todo me atrevo en aquel que me conforta"




Con este espíritu , carente de miedos y sospechas, el P. Claudio ejerció su ministerio sacerdotal en la corte inglesa, donde las amenazas contra los católicos daban muchas razones para temer, pero no a nuestro santo, con su confianza firmemente afianzada en la divina bondad.

EL TONO DE LA CONFIANZA EN DIOS

En diversas ocasiones, san Claudio usa imágenes bíblicas que podrían ayudarnos a percibir el tono exacto de la verdadera confianza.
En el retiro de Londres, propone servirse de nuestro Señor "como de un escudo que me rodea, y que opondré a todos los dardos de mis enemigos". La imagen de Dios como escudo se repite hasta veces en los salmos, aludiendo a la valentía que tendrá el orante en la batalla, sin importar la magnitud del enemigo, si confía su defensa al impenetrable escudo del Altísimo.


Otra imagen que san Claudio utiliza con frecuencia es la confianza de los niños con su padre, pues para orar es necesario dirigirse a Dios con sencillez infantil y amarlo en todo.
A una persona que llevaba "una de las cruces más pesadas que se pueden llevar en esta vida", aconsejaba arrojarse a menudo en los brazos de nuestro Señor "como un pobre niño, que se hubiera perdido mil veces si no fuera por su bondad que lo sostiene".

A tal exigencia de confianza total corresponde la respuesta omnipotente de Dios: "ponga toda su confianza en Dios y no en criatura alguna, ponga toda su esperanza en Él, espérelo todo de Él y no de criatura alguna, ni aun de sus directores, porque no pueden nada sin nuestro Señor y Él lo puede todo sin ellos". "Nada es imposible a Dios y su misericordia no tiene límites"



La convicción profunda de que todo está en manos de Dios y que nada escapa a la presencia de su mirada trae la paz y la tranquilidad al alma orante aun en medio de las distracciones del mundo.
Esto expresa magistralmente una carta del santo a María Mayneaud:
"La disipación exterior no impide la soledad del corazón , cuando el espíritu está tranquilo y lo deja todo en manos de Dios, cuando se hace con humildad y resignación  lo que se hace por el mundo; cuando se cree que nada sucede sin permiso de Dios; cuando se obedece a los hombres como al mismo Dios, persuadiéndose de que sus palabras, sus acciones, su carácter, sus faltas, que todo eso en general y en particular está ordenado por la voluntad de Dios , que sabe muy bien lo que nos ha de suceder y lo quiere para nuestro bien y para su gloria".

LA CONFIANZA CONTRA LA INQUIETUD Y LA DESESPERACIÓN

Para san Claudio, el mayor mal que puede acontecer a una criatura es desconfiar de la bondad de Dios:
"Si uno se libra de ese mal, no hay ningún mal que no se pueda convertir en bien y del cual no se puedan sacar grandes ventajas. Aun cuando haya uno cometido muchas faltas, puede sacar provecho  de ellas confiándolas al perdón de Dios".


En una ocasión le escribe severamente a la abadesa de un monasterio que le había confesado su desesperación, él le manda por obediencia no volver a desconfiar:
"No sé lo que quiere usted decir de su desesperación, se diría que nunca ha oído hablar de Dios ni de su misericordia infinita. No puedo perdonarle ya esos sentimientos; le ruego que les tenga horror, y que recuerde que todo el mal que ha hecho no es nada en comparación del que hace faltando a la desconfianza"



San Claudio, que es un maestro de confianza en Dios, sabe bien que la inquietud se vence sacrificando al olvido los propios juicios y enredados pensamientos, ofreciendo como víctima la propia voluntad, y esto sólo por amor al buen Dios.
De hecho, muchas veces el propio juicio es solamente expresión de la testaruda voluntad, que se obstina y se inquieta por salirse con la suya a toda costa.


La solución a tales inquietudes nacidas de la propia voluntad es, según la enseñanza de nuestro santo, desear que se cumpla siempre la dulce, buena y amable voluntad de Dios y no la propia. Tal es la víctima que el Señor quiere que se le inmole y , aunque sea difícil y contrario a la propia naturaleza, "nada es imposible a los que aman a Dios y son amados por Él".




ACTO DE CONFIANZA EN DIOS
 (San Claudio de la Colombiere)

Dios mío, estoy tan persuadido de que veláis sobre todos los que en Vos esperan y de que nada puede faltar a quien de Vos aguarda toda las cosas,
que he resuelto vivir en adelante sin cuidado alguno, descargando sobre Vos todas mis inquietudes.
Mas yo dormiré en paz y descansaré; porque Tú ¡Oh Señor! Y sólo Tú, has asegurado mi esperanza.
Los hombres pueden despojarme de los bienes y de la reputación; las enfermedades pueden quitarme las fuerzas y los medios de serviros; yo mismo puedo perder vuestra gracia por el pecado; pero no perderé mi esperanza; la conservaré hasta el último instante de mi vida y serán inútiles todos los esfuerzos de los demonios del infierno para arrancármela.
Dormiré y descansaré en paz.

Que otros esperen su felicidad de su riqueza o de sus talentos; que se apoyen sobre la inocencia de su vida, o sobre el rigor de su penitencia, o sobre el número de sus buenas obras, o sobre el fervor de sus oraciones. En cuanto a mí, Señor, toda mi confianza es mi confianza misma. Porque Tú, Señor, solo Tú, has asegurado mi esperanza.

A nadie engañó esta confianza. Ninguno de los que han esperado en el Señor ha quedado frustrado en su confianza.
Por tanto, estoy seguro de que seré eternamente feliz, porque firmemente espero serlo y porque de Vos ¡oh Dios mío! Es de Quien lo espero. En Ti esperé, Señor, y jamás seré confundido.

Bien conozco ¡ah! demasiado lo conozco, que soy frágil e inconstante; sé cuánto pueden las tentaciones contra la virtud más firme; he visto caer los astros del cielo y las columnas del firmamento; pero nada de esto puede aterrarme.
Mientras mantenga firme mi esperanza, me conservaré a cubierto de todas las calamidades;
y estoy seguro de esperar siempre, porque espero igualmente esta invariable esperanza.

En fin, estoy seguro de que no puedo esperar con exceso de Vos y de que conseguiré todo lo que hubiere esperado de Vos. Así, espero que me sostendréis en las más rápidas y resbaladizas pendientes, que me fortaleceréis contra los más violentos asaltos y que haréis triunfar mi flaqueza sobre mis más formidables enemigos.
Espero que me amaréis siempre y que yo os amaré sin interrupción; y para llevar de una vez toda mi esperanza tan lejos como puedo llevarla, os espero a Vos mismo de Vos mismo ¡oh Creador mío! Para el tiempo y para la eternidad. Así sea.



PRUEBAS DE LA RESURRECCIÓN DE CRISTO



El mensaje que resplandeció a lo largo del mundo antiguo, que cambió vidas y que revolucionó al mundo no fue "Amarás a tu prójimo", pues toda persona moralmente sana ya sabía eso; eso no era ninguna noticia. Lo sorprendente era que un hombre que se declaró ser el Hijo de Dios y el Salvador del mundo había resucitado de entre los muertos.


Hay un desafío razonable para el escéptico: Si puede demostrarse que Jesús realmente resucitó de entre los muertos, ¿creerías en Él? Porque si realmente resucitó, esto da validez a su alegación de ser divino y no meramente humano, ya que resucitar de la muerte es algo que está más allá del poder humano; y su divinidad confirma la verdad del resto de todo lo que dijo, porque Dios no puede mentir. La resurrección distingue a Jesús de todos los demás fundadores religiosos. Los huesos de Abraham y Mahoma y Buda y Confucio y Lao-tzu y Zoroastro todavía están aquí en la tierra. La tumba de Jesús está vacía. Las consecuencias existenciales de la resurrección son incomparables.


Es la prueba concreta, veraz y empírica de que la vida tiene esperanza y significado; la vida triunfa al final; Dios ha derrotado a nuestro último enemigo: la muerte, Y estas consecuencias existenciales de la resurrección pueden ser vistas al comparar a los discípulos antes y después de la resurrección. Antes, huyeron, negaron a su Señor y se amontonaron detrás de puertas cerradas llenos de miedo y confusión. Después, fueron transformados en hombres seguros de sí mismos, misioneros que cambiaron el mundo, mártires valientes y viajeros embajadores de Cristo llenos de gozo. La mayor importancia de la resurrección no está en el pasado — "Cristo resucitó" — sino en el presente — "Cristo está resucitado". El ángel que estaba cerca de la tumba le preguntó a las mujeres, "¿Por qué buscais a los vivos entre los muertos?" (Lucas 24-5).




Qué clase de cuerpo será este cuerpo resucitado, no es una pregunta simple.

El cuerpo resucitado de Jesús evidentemente tenía algo muy extraño, porque sus discípulos y amigos cercanos no le reconocieron al principio, sin embargo más tarde sí.




Tampoco sabemos exactamente cómo fue que Jesús resucitó. Nadie vio el acto mismo, sólo sus consecuencias, a Jesús resucitado.
Nadie sabe qué tecnología espiritual fue la que Dios usó. En ese sentido no podemos definir la resurrección. Pero podemos distinguirla de varias alternativas con las que es confundida a veces.

El Cristo resucitado no es un fantasma. Eso fue lo que los apóstoles pensaron al principio (Lucas 24, 36-43) por eso Cristo les mostró sus manos y sus pies cicatrizados y comió pez asado delante de ellos . Un fantasma es un espíritu sin cuerpo; Jesús resucitado tiene un cuerpo real, por lo tanto, el Cristo resucitado no es un fantasma.


La resurrección tampoco es simplemente una resucitación, como la de Lázaro. El cuerpo con el que Lázaro salió de su tumba era el mismo cuerpo viejo que tenía anteriormente, tenía puesto su sudario (Juan 11, 44). El sudario de Jesús sin embargo fue cuidadosamente enrollado y puesto en otro lugar en su tumba (Juan 20, 6-7). Lázaro tenía que morir de nuevo pero Jesús no (Romanos 6-9).

La resurrección tampoco es una reencarnación.
La reencarnación, supuestamente, sólo le da a uno otro cuerpo mortal. El cuerpo resucitado de Cristo era inmortal. Los escritores del Nuevo Testamento hablan como si el logro de Cristo al resucitar de entre los muertos era el primer evento de su clase en toda la historia del universo. Él es "la primicia", el "pionero de vida". Él ha abierto una puerta que había estado cerrada desde la muerte del primer hombre.

La resurrección también es distinta de una visión, porque aunque ésta puede provenir de Dios, o ser causada por el propio inconsciente o por espíritus malignos, una visión permanece puramente espiritual y subjetiva: está en la mente. Pero el cuerpo resucitado de Jesús fue visto en público por muchos al mismo tiempo. Él fue tocado. Él comió.

La resurrección no es una leyenda, porque las leyendas sólo son ficción y tampoco es un mito, porque, a diferencia de los mitos, la resurrección ha ocurrido en un tiempo y lugar real, específico y concreto en la Historia, y certificada por testigos oculares. El Nuevo Testamento explícitamente distingue la resurrección de Cristo de mitos y leyendas: "Porque cuando les dimos a conocer el poder y la venida de nuestro Señor Jesucristo no seguimos mitos ingeniosamente inventados sino que fuimos testigos oculares de su majestad"
(2 Pedro 1-16).


Creemos que la resurrección de Cristo puede ser probada con al menos tanta certeza como cualquier otro evento universalmente creído y bien documentado de la historia antigua.
Si Jesús no resucitó, entonces los apóstoles, que enseñaron que sí resucitó, o estaban engañados o eran mentirosos, o fueron engañados por una alucinación, o los apóstoles crearon un mito, o los apóstoles conspiraron para esparcir por el mundo la mentira más famosa y exitosa en la historia, o Jesús sólo se desmayó y se recuperó, no resucitó.
Cada una de estas teorías es lógicamente posible, y por consiguiente deben investigarse apropiadamente.
Estas también son las únicas posibilidades, a menos que incluyamos ideas extremadas que historiadores responsables jamás han tomado en serio, como la que dice que nunca existió; que su historia entera no es más que la novela de fantasía más grande del mundo escrita por unos simples pescadores;
Si podemos refutar todas las teorías, habremos demostrado la verdad de la resurrección

La Refutación De La Teoría Del Desmayo.
Ocho argumentos:

1. Jesús no pudo haber sobrevivido a la crucifixión. Los procedimientos romanos eran muy cuidadosos a fin de eliminar esa posibilidad. La ley romana incluso le imponía la pena de muerte a cualquier soldado que dejara escapar a un prisionero condenado a muerte de alguna manera, incluyendo boicotear una crucifixión. Simplemente no se hacía.

2. El hecho de que el soldado romano no le quebró las piernas a Jesús, como lo hizo con los otros dos criminales crucificados (Juan 19,31-33), significa que el soldado estaba seguro de que Jesús estaba muerto. Al quebrar las piernas se aceleraba la muerte para que el cadáver pudiera ser bajado antes del sábado.

3. Juan, un testigo ocular, certificó que él vio sangre y agua salir del corazón perforado de Jesús (Juan 19, 34-35). Esto demuestra que los pulmones de Jesús habían experimentado un colapso y que había muerto de asfixia. Cualquier especialista médico puede atestiguar de esto.

4. El cuerpo estaba totalmente envuelto en vendas de sábanas y dentro de la tumba (Juan 19, 38-42).

5. Las apariciones después de la resurrección convencieron a los discípulos, incluso al dudoso de Tomás, que Jesús estaba gloriosamente vivo (Juan 20, 19-29). Es psicológicamente imposible que los discípulos hubieran sido tan transformados y que hubieran estado tan confiados en sí mismos si Jesús solamente se sacudió de un desmayo, desesperadamente necesitado de un doctor. Un hombre medio muerto y enfermo no es adorado valientemente como divino señor y conquistador de la muerte.

6. ¿Cómo pudieron los guardias romanos que cuidaban la tumba ser subyugados por un difunto en desmayo? ¿o por discípulos desarmados?

7. ¿Cómo pudo haber movido un hombre medio muerto y desmayándose la gran piedra en la puerta de la tumba? ¿Quién movió la piedra sino un ángel?. Nadie jamás ha contestado esta pregunta.
Ni los judíos ni los romanos lo hubieran hecho, porque a ambos les interesaba que esa tumba se mantuviera sellada. Los judíos fueron los que en primer lugar ordenaron que esa piedra se pusiera allí y los guardias romanos hubieran sido ejecutados si hubieran dejado que el cuerpo se "escapara". La historia que las autoridades judías divulgaron, que los guardias se durmieron y que los discípulos robaron el cuerpo (Mateo 28, 11-15), es sorprendente. Los guardias romanos no se hubieran dormido haciendo un trabajo como ese; si lo hacían, hubieran sido ejecutados. Y aún si se hubieran dormido, la muchedumbre y el esfuerzo y el ruido que hubieran sido necesarios para mover la enorme roca los hubieran despertado.

8. Si Jesús se despertó de un desmayo, ¿adónde se fue? Piense en esto detenidamente: ahora tenemos en nuestras manos a un cuerpo vivo, no un cadáver. ¿Por qué se desapareció? No existe información en absoluto, ni siquiera datos falsos, fantásticos o imaginados acerca de la vida de Jesús después de su crucifixión en ninguna fuente, amiga o enemiga, en ningún tiempo, ya sea inmediato o siglos más tarde. Un hombre como este, con un pasado como este, hubiera dejado rastro.

¿CÓMO UN HOMBRE MEDIO MUERTO PUDO MOVER LA PESADA PIEDRA DE LA TUMBA?


La Refutación De La Teoría De La Conspiración:
Cinco Argumentos:
¿Por qué los discípulos no hubieran podido inventar toda la historia ?

1. "Los apóstoles o estaban engañados o eran mentirosos. Mientras Jesús estaba con ellos, Él podía sostenerlos; pero posteriormente, si él no se les apareció, ¿quién los hizo actuar? La hipótesis de que los apóstoles eran embusteros es muy absurda. Imagínese a estos hombres reuniéndose después de la muerte de Jesús, y conspirando para decir que él había resucitado de entre los muertos. Esto significaba atacar a todos los poderes existentes. Si Sólo uno de los apóstoles flaqueaba en la mentira, todos hubieran estado perdidos, se enfrentaban al posible encarcelamiento, a las torturas y a la muerte.
El hecho histórico es que nadie jamás confesó — voluntariamente o bajo presión, soborno o incluso tortura — que la historia entera de la resurrección era falsa, que era un engaño deliberado. Aún cuando personas cedieron bajo tortura, negaron a Cristo y adoraron al César, pero nunca revelaron que la resurrección era parte de una conspiración, porque nunca había habido nada que revelar. Ningún cristiano creyó que la resurrección era parte de una conspiración; si lo hubieran creído, no se hubieran convertido en cristianos.

2. Si ellos inventaron el relato de la resurrección, fueron los fantasiosos más creativos, diestros e inteligentes de la historia sobrepasando en gran manera a Shakespeare, o Dante , no es lo que se esperaría de simples pescadores y hombres sencillos. Su caracteres argumenta fuertemente en contra de la conspiración . La honestidad de los apóstoles es demostrada en sus palabras y hechos. Predicaron a un Cristo resucitado y vivieron un Cristo resucitado. Voluntariamente murieron por su "conspiración". Nada demuestra la sinceridad como el martirio. El cambio de sus vidas — del miedo a la fe, de la desesperación a la confianza, de la confusión a la certeza, de la cobardía a la valentía firme bajo las amenazas y la persecución — no sólo demuestra su sinceridad, sino que también confirma una causa poderosa para ello. ¿Puede una mentira causar semejante transformación? El bien supremo de la historia — la santidad —¿ ha surgido de la suprema mentira? Use aquí su imaginación y su sentido de perspectiva. Imagínese a doce pobres campesinos, temerosos, estúpidos (¡lea los Evangelios!) cambiando al empedernido mundo romano con una mentira. Y no una mentira atractiva y fácil de digerir tampoco, como dice Santo Tomás de Aquino:
"En medio de la tiranía de los perseguidores, una multitud innumerable de personas, simples
y estudiados, corrieron a la fe cristiana. En esta fe hay verdades proclamadas que superan todo intelecto humano; los placeres de la carne son refrenados; se enseña que las cosas del mundo deben de ser tratadas con desprecio. Ahora, que las mentes de los hombres mortales asientan a estas cosas es el más grande de los milagros... esta maravillosa conversión del mundo a la fe cristiana es el testimonio más claro... porque sería verdaderamente más maravilloso que todas las señales, si el mundo hubiera sido guiado por hombres simples y humildes a creer verdades tan exaltadas, a lograr acciones tan difíciles y a tener esperanzas tan elevadas."
(Summa Contra Gentiles, I, 6)

3. No hubieran tenido motivo alguno para semejante mentira. Las mentiras siempre se dicen para obtener alguna ventaja egoísta. ¿Qué ventaja sacaron los "conspiradores" de su mentira? Fueron odiados, perseguidos, encarcelados, torturados, exiliados, crucificados, quemados, decapitados, destripados y echados a los leones,¡esto no es un catálogo de privilegios!

4. Si la resurrección era una mentira, los judíos podían haber presentado el cadáver y hubieran cortado esta temida superstición de raíz.
Todo lo que tenían que hacer era ir a la tumba y sacarlo. Los soldados romanos y sus líderes estaban de parte de ellos, no de parte de los cristianos.
Y si los judíos no podían obtener el cuerpo porque los discípulos se lo habían robado, ¿cómo lo hicieron?

5. El hecho de que los discípulos fueron capaces de proclamar la resurrección en Jerusalén en la cara de sus enemigos unas pocas semanas después de la crucifixión demuestra que no mintieron, porque hubieran sido desenmascarados por sus adversarios quienes tenían el interés y el poder de exponer cualquier fraude.

La experiencia común demuestra que tales intrigas son inevitablemente expuestas." William Lane Craig dice: En conclusión, si la resurrección fue una mentira conspirada y fabricada, esta viola todas las leyes históricas y psicológicas conocidas acerca de la mentira. Es, por lo tanto, tan acientífica, tan irrepetible, tan única y tan improbable como la resurrección misma.




La Refutación de la Teoría de la Alucinación.
Nueve Argumentos:

¿Por qué no fue una alucinación?
1. Hubo demasiados testigos. Las alucinaciones son privadas, individuales y subjetivas. Cristo se le apareció a María Magdalena, a los discípulos sin Tomás presente, a los discípulos incluyendo a Tomás, a los dos discípulos en Emaús, a los pescadores en la playa, a Santiago , e incluso a quinientas personas de una sola vez (1 Corintios 15, 1-11), y Pablo dice en este pasaje que la mayoría de los quinientos están vivos, invitando a cualquier lector a que confirme la verdad de la historia por medio de la interrogación de los testigos oculares — Él nunca hubiera podido hacer esto y salirse con la suya, dado el poder, recursos y número de sus enemigos, si no fuese verdad.

2. Los testigos eran cualificados, sencillos, honestos, tenían conocimiento de primera mano de los hechos.

3. Los quinientos vieron a Cristo juntos, al mismo tiempo y en el mismo lugar. Esto es incluso más excepcional que quinientas "alucinaciones" privadas, en diferentes tiempos y lugares.

4. Las alucinaciones en general, duran unos cuantos segundos o minutos, raramente horas. Ésta permaneció durante cuarenta días (Hechos 1, 3 )

5. Las alucinaciones en general ocurren solamente una vez, excepto a los dementes. Esta alucinación ocurrió muchas veces, a gente normal.
(Juan 20, 19 y 21,14; Hechos 1,3).

6. No sólo los discípulos no esperaban esto, ni siquiera lo creyeron al principio — ni Pedro, ni las mujeres, ni Tomás, ni los once. Ellos pensaban que era un fantasma; él tuvo que comer algo para probar que no lo era (Lucas 24, 36-43), las alucinaciones no comen. El Cristo resucitado lo hizo, en al menos dos ocasiones (Lucas 24, 42-43; Juan 21, 1-14) y además los discípulos lo tocaron. (Mateo 28, 9; Lucas 24, 39; Juan 20, 27), también hablaron con él y él les respondió. esta "alucinación" conversó con al menos once personas a la vez, por cuarenta días
(Hechos 1, 3).

7. Los apóstoles no hubieran podido creer en la "alucinación" si el cadáver de Jesús hubiera estado todavía en la tumba. Este es un punto muy simple y muy revelador; porque si era una alucinación, ¿dónde estaba el cadáver? Ellos hubieran ido a mirar; si estaba allí, no hubieran podido creer.

8. Si los apóstoles hubieran alucinado y después hubieran propagado su alucinógeno relato, los judíos hubieran podido desmontar el relato con sólo presentar el cuerpo, a menos que los discípulos se lo hubieran robado, y en este caso regresamos a la teoría de la conspiración y todas sus dificultades.

9. Una alucinación sólo explicaría las apariciones después de la resurrección; no explicaría la tumba vacía, la piedra rodada, o la incapacidad de presentar el cadáver. Ninguna teoría puede explicar todos estos datos excepto a una real resurrección.



La Refutación de la Teoría del Mito
Seis Argumentos:

1. El estilo de los Evangelios es radical y claramente diferente del estilo de todos los mitos.
Cualquier experto literario que conoce y aprecia los mitos puede verificar esto. No son eventos extravagantes, espectaculares e infantilmente exagerados. Nada es arbitrario. Todo cabe en su lugar. Todo es significativo. En un mito, ocurren eventos tan espectaculares que sería una distracción agregar mucha profundidad de carácter.
Los mitos tienen mucha palabrería sin sentido, los Evangelios son escuetos. Hay también marcas evidentes de descripción de testigos oculares, como el pequeño detalle acerca de Jesús escribiendo en el suelo cuando se le preguntó si se debería de apedrear a la adúltera o no (Juan 8, 6).
Nadie sabe porqué esto está puesto allí; no se saca nada de ello. La única explicación es que el autor lo vio.

2. No hubo suficiente tiempo para que el mito se desarrollara pues varias generaciones tienen que pasar antes de que los elementos mitológicos agregados puedan ser erróneamente creídos como hechos. Los testigos oculares todavía estarían vivos antes de que eso ocurriera para desacreditar las nuevas versiones míticas. Nadie duda de que las cartas de Pablo fueron escritas dentro del tiempo de vida de los testigos oculares de Cristo, por lo que no hay ni siquiera una generación para que se pueda crear el mito.

3. Hay otros documentos que hablan de la resurrección de Jesús, como las cartas de Bernabé y Clemente que se refieren a los milagros y la resurrección de Jesús. Policarpo menciona la resurrección de Cristo, Ignacio de Antioquía habla acerca de la resurrección.
Puadratus escribe que varias personas que habían sido sanadas por Jesús todavía estaban vivas.
Justino el Mártir menciona los milagros de Cristo. Estos hechos muestran que la historia en los Evangelios era en esencia la misma historia que los cristianos tenían desde el comienzo.
“Esto significa que la resurrección de Jesús fue siempre una parte de la historia”.
(William Lane Craig, Apologetics, chapter 6).

4. Los primeros testigos de la resurrección fueron mujeres. En el judaísmo del primer siglo, las mujeres tenían un bajo estatus social y no tenían ningún derecho legal para servir de testigos. Si la tumba vacía hubiera sido una leyenda inventada, sus inventores ciertamente no hubieran puesto que fue descubierta por mujeres, cuyo testimonio era considerado sin valor. Pero como era cierto, tuvieron que decirlo aunque fuera un inconveniente en aquella época

5. El Nuevo Testamento explícitamente dice que la resurrección no es mito (2 Pedro 1,16)

6. El teólogo William Lane Craig, en su libro Knowing the Truth About the Resurrection, prueba dos cosas: primero, que los Evangelios fueron escritos por los discípulos, no por creadores de mitos tardíos, y segundo, que los Evangelios que tenemos en la actualidad son esencialmente los mismos que los originales.

A. Prueba de que los Evangelios fueron escritos por testigos oculares:
1. Los Evangelios muestran un conocimiento íntimo de Jerusalén anterior a su destrucción en el años 70 d.C y están llenos de nombres propios, fechas, detalles culturales, eventos históricos y costumbres y opiniones de esa época.

2. Las historias acerca de las debilidades humanas de Jesús y de las fallas de los discípulos también apoyan la veracidad de los Evangelios.

3. Hubiera sido imposible para los falsificadores inventar una narrativa tan consistente como la que encontramos en los Evangelios, pues estos no tratan de suprimir aparentes discrepancias, lo cual indica su originalidad (que fueron escritos por testigos oculares). No hay ningún intento de armonización entre los Evangelios, tal y como lo esperaríamos de falsificadores.

4. Los Evangelios no contienen anacronismos; los autores parecen haber sido judíos del primer siglo que fueron testigos de los eventos.

5. Había muchos testigos oculares que todavía estaban vivos cuando los libros fueron escritos que podían testificar si vinieron o no de sus supuestos autores.

6. El testimonio extra-bíblico, unánimemente atribuye los Evangelios a sus autores tradicionales,... como el testimonio de la Epístola de Barnabé, la Epístola de Clemente, El Pastor de Hermas, hasta llegar a Eusebio en 135 d.C.... Teófilo, Hipólito, Orígenes, Cuadrato, Ireneo, Mélito, Policarpo, Justino el Mártir, Dionisio, Tertuliano, Cipriano, Tatiano, Cayo, Atanasio, Cirilio... incluso los oponentes del cristianismo como Celso, Porfirio, el emperador Julián etc... reconocieron esto.
Podemos concluir que si dudamos de que los Evangelios vienen de los autores tradicionales, también podemos dudar de que las obras de Filo o Josefo son auténticas, excepto que los Evangelios contienen eventos sobrenaturales."

B. Prueba de que los Evangelios que tenemos en la actualidad son los mismos que fueron originalmente escritos:
1. Ninguna otra obra antigua está disponible en tantas copias y lenguajes, y sin embargo todas estas versiones concuerdan en contenido.

2. La abundancia de manuscritos distribuidos sobre una amplia área geográfica demuestra que el texto ha sido transmitido con sólo discrepancias insignificantes.

3. Los Evangelios no hubieran podido ser corrompidos sin una gran protesta de parte de todos los cristianos ortodoxos.

4. No ha habido tiempo para una falsificación, pues los libros del Nuevo Testamento son citados por los Padres de la iglesia en sucesión cercana y constante.

5. Quien dude o niegue la historicidad de los Evangelios debe, lógicamente, dudar o negar la historicidad de todo libro histórico, es decir, debe ser escéptico universal en materia de historia,
pues las cosas que nos dicen los Evangelios nos constan con mucho más rigor que muchísimas de las cosas que admite la Historia de la Antigüedad.

Ninguna alternativa a una resurrección real todavía ha explicado la existencia de los Evangelios, el origen de la fe cristiana, el fracaso de los enemigos de Cristo de exhibir su cuerpo, la tumba vacía, la piedra rodada o los relatos de las apariciones después de su resurrección. El desmayo, la conspiración, la alucinación y el mito son las únicas alternativas a una resurrección real y cada una ha sido refutada.



Fuente:
Extracto del capítulo 8 "The Resurrection" de Handbook of Christian Apologetics por Peter Kreeft/Fr. Ronald Tacelli, SJ (Intervarsity Press, 1994)















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