El cabello que se peina a menudo estará esclarecido y no tendrá dificultad en peinarse cuantas veces quisiere; así el alma que a menudo examina sus pensamientos, palabras y obras, que son sus cabellos, obrando por amor de Dios todas las cosas, tendrá muy claro su cabello y su esposo entonces le mirará su cuello y quedará preso en él y llagado en uno de sus ojos, que es la pureza de intención con que obra todas las cosas.
El cabello se comienza a peinar de lo alto de la cabeza, si queremos que esté esclarecido, así todas nuestras obras se han de comenzar desde lo más alto del amor de Dios, si quieres que sean puras y claras.
(San Juan de la Cruz)
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