Capítulo XII
De la utilidad de las adversidades
Bueno es que algunas veces nos vengan cosas contrarias, porque muchas veces atraen al hombre al corazón, para que se conozca desterrado, y no ponga su esperanza en cosa del mundo.
Bueno es que padezcamos a veces contradicciones, y que sientan de nosotros malamente, aunque hagamos buenas obras, y tengamos buena intención.
Esto ayuda a la humildad, y nos defiende de la vanagloria.
Cierto entonces mejor buscamos a Dios por testigo interior, cuando somos de fuera despreciados, y no nos dan crédito. Por eso debería el hombre afirmarse del todo en Dios,
y no tendría necesidad de buscar otras consolaciones.
Cuando el hombre bueno es atribulado o tentado, o afligido con malos pensamientos, entonces conoce tener de Dios mayor necesidad; pues ve claramente que al fin no puede nada bueno.
Entonces de verdad se entristece, gime y llora por las miserias que padece.
Entonces le enoja la larga vida, y desea hallar la muerte, por ser desatado, y estar con Cristo. Entonces conoce bien que no puede haber en el mundo perfecta seguridad, ni cumplida paz.
(Imitación de Cristo, Thomas de Kempis)
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