¿LOS CATÓLICOS ADORAN IMÁGENES?

Es común decir que los católicos rinden culto a las imágenes y por ello cometen idolatría. ¿Es esto cierto?. No,no es cierto en absoluto.
Las imágenes no se adoran, se veneran.

Adorar es poner un ídolo en el lugar de Dios, remplazándolo.
La adoración sólo es para Dios.
Las imágenes merecen nuestra veneración y respeto  porque están  en  lugar  del  Señor,  de  la  Virgen  y  de  los  Santos,  a  quienes representan.
Son sus retratos, sus estatuas.
Para aclarar el tema demos un vistazo a la historia sagrada.
Comencemos por decir que en el Antiguo Testamento estaba severamente prohibido el culto a todo tipo de imágenes o representación de la divinidad:
 “No habrá para ti otros dioses delante de mí. No te harás ni escultura ni imagen alguna… No te postrarás ante ellas ni les darás culto, porque yo Yahvéh, tu Dios, soy un Dios celoso…”. (Ex 20, 3-5).

Queda pues prohibido todo tipo de imágenes que se presenten como divinidad. El mandamiento comienza diciendo "No habrá para ti otros Dioses delante de mí", o dicho de otra manera: "No te hagas ningún Ídolo”.
Además el apóstol San Juan dice: “Hijos míos, guardaos de los ídolos”: (1 Jn 5,21). También en la Iglesia naciente se tiene claro que la adoración sólo se tributa a Dios.
Pero ¿qué son los ídolos? Los ídolos no son necesariamente esculturas o imágenes pues también hay ídolos inmateriales como la ambición, el gusto del éxito, la vanidad, el dinero, el sexo, algún pecado al que estamos apegados, etc...
¿Cuál es el motivo de la prohibición del Antiguo Testamento?
La verdadera razón de esta prohibición es que Dios es el único Dios.
Se prohibía representar a Dios con imágenes para que las personas no fueran a pensar que Dios tenía la forma de una creatura o fuera un objeto.



Lo que muchos desconocen es que así como existe una prohibición de hacer imágenes (y ya sabemos por qué) también hay una permisión de hacer imágenes.

Tengamos en cuenta que la prohibición se refiere directamente a la adoración de imágenes, no al simple hecho de hacerlas con tal de que éstas sirvan sólo de signo de la presencia de Dios.
En este sentido Dios manda hacer cosas, objetos o imágenes.

Como es el caso de El Arca de la alianza con sus querubines de oro y con el propiciatorio también de oro puro (Ex 25, 10-22); elementos que no merecen honores divinos, no se les puede rendir culto como si se tratase de Dios.




Pero el pueblo necesitaba y necesita también esos signos sensibles. Dios ha mandado construir esto como signo de su presencia en medio del pueblo.

Se acude al Arca de Dios para hacer oración porque es signo de su presencia (Jos 7,6).
Y prueba de todo esto está también en que la misma tienda del encuentro fue construida por orden divina y estaba llena de imágenes, lo mismo el Templo de Jerusalén también las tenía.
Queda claro que estas no violaban la prohibición dada por Dios.
Los textos de la Biblia que prohíben hacer imágenes  son para los del Antiguo Testamento, por el peligro que tenían de caer en la idolatría como los pueblos vecinos, que adoraban los ídolos como si fueran dioses.
Ese peligro no existe actualmente, por eso el mandato ya no vale hoy día; como tampoco valen otras leyes del Antiguo Testamento, por ejemplo, la circuncisión, y la pena de muerte para los adúlteros y otras muchas leyes que los protestantes se saltan, solo se fijan en lo de las imágenes para acusar a los católicos de idolatría.


El Nuevo Testamento perfecciona el Antiguo, por eso los textos del Nuevo Testamento que hablan de los ídolos, se refieren a auténticos ídolos adorados por paganos, pero no a simples imágenes.
 El Dios del Antiguo Testamento no tenía cuerpo, era invisible. No se le podía representar por imágenes. Pero desde que Dios se reveló en forma humana, Cristo se hizo "la imagen visible del Dios invisible", como dice San Pablo (Col 1:15); y sí, le vieron y tocaron.



Es decir en el Nuevo Testamento, la permisión de imágenes que representen la divinidad toma un carácter nuevo, por el hecho de la Encarnación del Hijo de Dios. Dios sigue siendo puramente espiritual, pero ha quedado íntimamente unido a una naturaleza humana, que es material.

Por esta razón, es lógico que lo representemos para darle culto (Catecismo de la Iglesia Católica, 1159ss, 2129ss). 

La representación de imágenes de Cristo es completamente lícita, ya que es la representación de alguien que es realmente Dios.
La veneración de las imágenes no va dirigida a la materia de la que está hecha (piedra, madera, lienzo o papel) sino a la persona a la que representa. Cuando besamos la foto de nuestra madre, nuestro beso no se dirige al papel fotográfico sino a nuesta madre en persona que está reperesentada en el papel. al mirar, por ejemplo, la imagen de Cristo crucificado, recordamos lo mucho que Él sufrió por nosotros y nos sentimos movidos a amarlo más, como le pasó a santa Teresa, que al ver una imágen de Jesús flagelado, se conmovió tanto que ahí empezó su verdadera conversión.



Algún protestante alguna vez me dijo: “Pero ponerse de rodillas ante las imágenes es adoración”. Este es otro de los errores de los protestantes, es solo ignorancia, porque el doblar la rodilla tiene distintos significados, según la voluntad del que lo hace: ante la Eucaristía es adoración, ante una imagen es veneración, ante los reyes es reverencia. 
Cuando los ancianos de Israel se postraban ante el Arca de la Alianza, no se postraban delante de una caja de madera, sino delante de Dios.



Lo que se prohíbe, lo repito, no es la fabricación de imágenes sino su adoración
, otra prueba de que el primer mandamiento de la ley de Dios no se refiere a cualquier tipo de imágenes, ni siquiera religiosas, es que allí se usa la palabra hebrea pésel que significa "ídolo". Si una imagen no es un ídolo (una imagen que sea considerada como un Dios en sí misma), pues no representa ningún problema y podemos tener nuestros templos llenos de ellas, tal como lo estaba el templo de Salomón, el cual luego de ser reconstruido fue visitado por Jesús sin que Él objetara en lo absoluto la presencia de imágenes.



Algún protestante me dijo alguna vez: “Si la Iglesia quitara todas las imágenes de los templos, podría considerar la posibilidad de regresar a la comunión con ella”. No creemos que esa sea la solución a los problemas que tenemos con las sectas. Nosotros no vamos a destruir todas las imágenes solo porque algún protestante haya malinterpretado la enseñanza de la Iglesia o la actitud de un buen creyente.

La solución del problema es catequizarlos  para que llegue a la madurez de la fe.

Fuentes:
Aleteia
Para salvarte (P. Jorge Loring)




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