(Santa Isabel de la Trinidad)
Imagen del Salvador,
tú eres mi única riqueza,
Ven pronto a mi corazón,
a proteger mi flaqueza.
Junto a ti, divino amigo,
el sufrir tiene su encanto.
A tus pies, querido Cristo,
doy rienda suelta a mi llanto.
Ah, si morirse por mí
tras de largos sufrimientos,
bien conoces mis intentos
de entregarme toda a ti.
Estoy feliz y orgullosa
por tener el alto honor
de compartir el dolor
en tu vía dolorosa.
Gracias, caro crucifijo,
seas por siempre bendito.
Oigo tu voz que me llama.
Mi Dios, ¡qué suerte tan alta!
Pues te dignaste escogerme
para amar, orar, sufrir
tómame en vida, te ruego:
te la he consagrado a ti.
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