Yo creo en el Espíritu Santo,
Espíritu de paz y de unidad,
que nos hace hablar una misma lengua,
que llevará a cumplimiento
todo lo que Jesús
nos prometió.
Él es el Espíritu de las promesas
hechas desde antiguo por Dios
y renovadas por Jesús,
el Hijo Primogénito del Padre.
Yo creo en el Espíritu santo
que vive en la Iglesia,
que habla por los profetas,
que nos resucitará
para una vida sin fin.
Yo creo en el Espíritu Santo,
Señor y dador de vida,
aliento de todo lo bueno que existe,
fuerza de toda vida que nace,
soplo de toda inspiración y creación.
Yo creo en el Espíritu Santo,
está presente de mil maneras
en la sonrisa abierta,
en la mano tendida,
en la poesía callada,
en la música sonora,
en el amor entregado,
en la mirada enamorada,
en el intento nuevo de superación,
en el peso de los años del anciano,
en los cálculos del laboratorio,
en lo más oculto de nuestro barrio,
en lo más impensado de nuestro mundo,
en los rincones mismos de donde le echamos...
Espíritu de paz y de unidad,
que nos hace hablar una misma lengua,
que llevará a cumplimiento
todo lo que Jesús
nos prometió.
Él es el Espíritu de las promesas
hechas desde antiguo por Dios
y renovadas por Jesús,
el Hijo Primogénito del Padre.
Yo creo en el Espíritu santo
que vive en la Iglesia,
que habla por los profetas,
que nos resucitará
para una vida sin fin.
Yo creo en el Espíritu Santo,
Señor y dador de vida,
aliento de todo lo bueno que existe,
fuerza de toda vida que nace,
soplo de toda inspiración y creación.
Yo creo en el Espíritu Santo,
está presente de mil maneras
en la sonrisa abierta,
en la mano tendida,
en la poesía callada,
en la música sonora,
en el amor entregado,
en la mirada enamorada,
en el intento nuevo de superación,
en el peso de los años del anciano,
en los cálculos del laboratorio,
en lo más oculto de nuestro barrio,
en lo más impensado de nuestro mundo,
en los rincones mismos de donde le echamos...
-Álvaro Ginel-
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