ME LLAMARÁN BIENAVENTURADA

 María cantó en el Magnificat: “Proclama mi alma la grandeza del Señor y se alegra mi espíritu en Dios, mi Salvador; porque ha puesto sus ojos en la humildad de su esclava, y por eso desde ahora todas las generaciones me llamarán bienaventurada…”

En efecto, a lo largo de los siglos el pueblo cristiano ha proclamado a María bienaventurada porque, en su sencillez y pobreza, fue escogida por Dios para una misión única e inigualable: la de ser Madre de su Hijo hecho hombre. Igualmente, porque María fue escogida para ser la Madre del Hijo de Dios, Él la llenó de su gracia y la hizo inmaculada desde el primer instante de su concepción y María respondió a esa gracia con su SI siempre fiel y constante al plan de salvación de Dios. 

Porque fue escogida para Madre del Hijo de Dios, permaneció también virgen a lo largo de su vida y Dios la glorificó después de su muerte, resucitándola y llevándola junto a El. 


(MARÍA, MADRE DE DIOS Y DE LA IGLESIA, Concepcionistas, misioneras de la enseñanza)



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